1 / EL MITO Y EL SUEÑO (9)
Los
arquetipos que han de ser descubiertos y asimilados son precisamente
aquellos que han inspirado, a través de los anales de la cultura humana,
las imágenes básicas del ritual, de la mitología y de la visión. Estos
“seres eternos del sueño” (19) no deben ser confundidos con las figuras
simbólicas personalmente modificadas que aparecen en las pesadillas y en
la locura del individuo todavía atormentado... El sueño es el mito
personalizado, el mito es el sueño despersonalizado; tanto el mito como
el sueño son simbólicos del mismo modo general que la dinámica de la
psique. Pero en el sueño las formas son distorsionadas por las
dificultades peculiares al que sueña, mientras que en el mito los
problemas y las soluciones mostrados son directamente válidos para toda
la humanidad.
El
héroe, por lo tanto, es el hombre o la mujer que ha sido capaz de
combatir y triunfar sobre sus limitaciones históricas personales y
locales y ha alcanzado las formas humanas generales, válidas y normales.
De esta manera las visiones, las ideas y las inspiraciones surgen
prístinas de las fuentes primarias de la vida y del pensamiento humano.
De aquí su elocuencia, no de la sociedad y de la psique presentes y en
estado de desintegración, sino de la fuente inagotable a través de la
cual la sociedad ha de renacer. El héroe ha muerto en cuanto a hombre
moderno; pero como hombre eterno -perfecto, no específico, universal- ha
vuelto a nacer. Su segunda tarea y hazaña formal ha de ser (como
Toynbee declara y como todas las mitologías de la humanidad indican)
volver a nosotros, transfigurado y enseñar las lecciones que ha
aprendido sobre la renovación de la vida. (20)
“Caminaba
sola por los confines de una gran ciudad, por calles destruidas y
enlodadas, con oscuras casitas a los lados -escribe una mujer moderna,
al describir un sueño que ha tenido-. No sabía dónde estaba, pero me
gustaba explorar; escogí una calle que estaba terriblemente lodosa y
conducía a lo que debe de haber sido una alcantarilla abierta. Seguí
adelante entre las hileras de casuchas y entonces descubrí un pequeño
río que corría entre donde yo estaba y un lugar alto y firme donde había
una calle pavimentada. Este era un río hermoso y perfectamente claro,
que corría sobre el césped. Podía ver la hierba moverse bajo el agua. No
había manera de cruzarlo, por eso fui a una casita y pedí un bote. Un
hombre me dijo que me ayudaría a cruzar. Sacó una cajita de madera que
puso en la orilla del río y yo vi en seguida que por medio de esta caja
podía brincar fácilmente al otro lado. Supe que el peligro había pasado y
quise recompensar generosamente al hombre que me auxilió.
Cuando
pienso en este sueño, tengo la sensación de que no era necesario
escoger el camino que yo tomé, sino que pude haber hecho una cómoda
caminata por calles pavimentadas. Había querido ir por aquella parte
destruida y lodosa porque prefería la aventura, y habiendo comenzado
tenía que seguir adelante... Cuando pienso con cuánta persistencia tenía
que seguir adelante en el sueño me parece que debo de haber sabido que
había algo bueno al final, como aquel río lleno de hierba y la calle
alta segura y pavimentada que estaba detrás. Pensándolo en esos términos
es como la determinación de nacer -o mejor dicho, de nacer de nuevo- en
un sentido espiritual. Tal vez algunos de nosotros tienen que atravesar
caminos oscuros y desviados antes de poder encontrar el río de la paz o
el camino alto al destino del alma." (21)
La
persona que tuvo ese sueño es una distinguida artista de ópera, y como
todos los que han elegido, no los caminos seguros y ya experimentados
del día, sino la aventura de la llamada especial y apenas audible que
viene a aquellos cuyos oídos están abiertos tanto hacia adentro como
hacia afuera, tuvo que hacer su camino sola, atravesar dificultades
pocos comunes, "por calles destruidas y lodosas", conoció la negra noche
del alma, "la selva oscura en medio de la jornada de nuestra vida", de
Dante, y las amarguras del fondo del infierno:
Por mí se va a la ciudad del llanto;
Por mí se va al eterno dolor;
Por mí se va hacia la raza condenada. (22)
Lo
más notorio de este sueño es que reproduce al detalle el dibujo básico
de la fórmula mitológica universal en el camino del héroe. Esos motivos
de hondo significado de los peligros, de los obstáculos y de la buena
fortuna en (28) el camino, los encontraremos implícitos en las
siguientes páginas en cien formas diferentes. Primero, el paso sobre la
alcantarilla abierta, (23) luego el del río perfectamente claro
corriente sobre el césped, (24) la aparición de una persona bien
dispuesta que le ayuda en el momento crítico, (25) y finalmente el suelo
alto y firme detrás de la última corriente, (el Paraíso Terrenal, la
ribera del Jordán); (26) estos son los temas eternamente repetidos de la
maravillosa canción de la elevada aventura del alma. Y todo aquel que
se ha atrevido a escuchar y a seguir la llamada secreta ha conocido las
asechanzas del tránsito peligroso y solitario:
El agudo filo de una navaja, difícil de atravesar,
Un difícil camino es este... ¡lo dicen los poetas! (27)
La
autora del sueño es ayudada a pasar el agua por el don de una pequeña
caja de madera, que toma el lugar dentro del sueño del esquife o del
puente, formas más usuales. Este es el símbolo de sus propios talentos y
virtudes especiales, los cuales la han llevado a través de las aguas
del mundo. Esta persona no nos ha dado ninguna lista de sus
asociaciones, de manera que no sabemos qué contenido especial hubiera
podido revelar la caja; pero ciertamente corresponde a una variedad de
la caja de Pandora -ese divino don de los dioses a la mujer hermosa,
lleno con las semillas de todos los problemas y de las bendiciones de
la existencia, pero también provista de la virtud sustentante, la
esperanza. Con su ayuda, la autora del sueño cruza a la otra orilla. Y
por un milagro parecido, así sucederá con aquellos cuyo trabajo es el
difícil y peligroso oficio del descubrimiento de sí mismo y de su
desenvolvimiento, pues han de atravesar el océano de la vida.
Una
multitud de hombres y mujeres escogen el camino menos aventurado de las
rutinas cívicas y tribales relativamente inconscientes. Pero estos
viajeros también se salvan en virtud de las ayudas heredadas y
simbólicas de la sociedad, los ritos de iniciación, los sacramentos
portadores de la gracia, entregados a la antigua humanidad por sus
redentores y que han funcionado por milenios. Sólo aquellos que no
conocen la llamada interior ni la doctrina externa se hallan en trance
verdaderamente desesperado; es decir, casi todos nosotros en el momento
actual, en que nos perdemos en este laberinto de adentro y de afuera del
corazón. ¿Dónde está la guía, esa graciosa virgen, Ariadna, para
entregarnos la sencilla clave que nos dará valor para encarar al
Minotauro y los medios para volver a la libertad cuando el monstruo haya
sido encontrado y muerto?
Ariadna,
la hija del rey Minos, se enamoró del hermoso [30] Teseo cuando lo vio
desembarcar del bote que había traído al lastimoso grupo de mancebos y
doncellas atenienses para el Minotauro. Encontró la manera de hablar con
él y le dijo que le daría los medios de salir del laberinto si le
prometía llevársela de Creta y hacerla su esposa. Él lo prometió así.
Ariadna pidió ayuda al hábil Dédalo, por cuyo arte el laberinto había
sido construido y había sido posible a la madre de Ariadna dar a luz su
habitante.
Dédalo
le dio sencillamente un ovillo de hilo de lino, el cual debería ser
amarrado a la entrada por el héroe extranjero y desenrollado conforme
avanzara. Es poco, en realidad, lo que necesitamos. Pero sin ello, la
aventura dentro del laberinto es desesperada.
Esta
ayuda está al alcance de la mano. Y es muy curioso que el mismo
científico que al servicio del rey culpable había sido el cerebro que
concibió el horror del laberinto, con la misma facilidad pudo servir
para alcanzar la meta de la libertad. Durante siglos Dédalo ha
representado el prototipo del artista científico: ese fenómeno humano
curiosamente desinteresado, casi diabólico, por encima de los lazos
normales del juicio social, dedicado a la moral no de su tiempo sino de
su arte. Él es el héroe de los caminos del pensamiento, de corazón
entero, valeroso, lleno de fe en que la verdad, cuando él la encuentre,
ha de darnos la libertad.
Ahora
debemos volvernos a él, como hizo Ariadna. La fibra de su hilo de lino
la ha tomado de los campos de la imaginación humana. Siglos de
agricultura, décadas de selección diligente, trabajo de numerosas manos y
de numerosos corazones, han entrado en la labor de cortar, seleccionar e
hilar este cordel apretadamente torcido. Y lo que es más, ni siquiera
tenemos que arriesgarnos solos a la aventura, porque los héroes de todos
los tiempos se nos han adelantado, el laberinto se conoce
meticulosamente; sólo tenemos que seguir el hilo del camino del héroe. Y
donde habíamos pensado encontrar algo abominable, encontraremos un
dios; y donde habíamos pensado matar a otro, nos mataremos nosotros
mismos; y donde habíamos pensado que salíamos, llegaremos al centro de
nuestra propia existencia; y donde habíamos pensado que estaríamos
solos, estaremos con el mundo.
Notas
(19)
Esta es la traducción de Géza Róheim de un término australiano aranda,
altjiranga mitjina, que se refiere a los antecesores míticos que vagaban
por la tierra en los tiempos llamados altjiranga nakala. "el ancestro
existía". La palabra altjira significa: a) un sueño, b) ancestro, seres
que aparecen en el sueño, c) una historia (Roheim, The Eternal Ones of
the Dream, pp. 210-211)
(20)
Debe decirse, en contra del profesor Toynbee, que malinterpreta
seriamente la escena mitológica cuando dice que la cristiana es la única
religión que enseña esta segunda tarea. Todas las religiones la
enseñan, como también lo hacen todas las mitologías y cuentos populares
en todo el mundo. El profesor Toynbee llega a esta construcción errónea
por una interpretación vulgar e incorrecta de las ideas orientales de
Nirvana, Buddha y Bodhisattva; y contrasta luego estos ideales, mal
interpretados, con una reinterpretación muy sofisticada de la idea
cristiana de la Ciudad de Dios. Esto es lo que lo lleva al error de
suponer que la salvación de la situación actual del mundo puede estar en
el retorno a los brazos de la Iglesia Católica Ro
(21) Frederick Pierce, Dreams and Personality (D. Appleton and Co., Publishers, 1931), pp. 108-109.
(22) Palabras escritas sobre la Puerta del Infierno:
Per me si va nella cittá dolente,
Per me si va nell'eterno dolore,
Per me si va tra la Perduta Gente.
Dante, "Inferno", III, 1-3.
(La Divina Comedia se cita según la traducción publicada en 1921 por la Universidad Nacional de
México.)
(23)
Compárese con Dante, "Infierno", XIV, 76-84: "...un riachuelo, cuyo
color rojo aún me horripila... cuyas aguas se reparten las pecadoras".
(24)
Compárese con Dante, "Purgatorio", XXVIII, 22-30: "...un riachuelo, que
corriendo hacia la izquierda, doblegaba bajo el peso de pequeñas linfas
las hierbas que brotaban en sus orillas. Las aguas que en la tierra se
tienen por más puras, parecerían turbias comparadas con aquéllas, que no
ocultan nada".
(25) El Virgilio de Dante.
(26)"Los
que antiguamente fingieron la edad de oro y su estado feliz, quizá
soñaron en el Parnaso este sitio. Aquí fue inocente el origen de la raza
humana; aquí la primavera y los frutos son eternos: éste es el
verdadero néctar de que todos hablan." ("Purgatorio", XXVIII, 139-144.)
(27)
Katha Upanishad, 3-14. (A menos de que se especifique otra cosa, todas
las citas de los Upanishads han sido tomadas de Robert Ernest Hume, The
Thirteen Principal Upanishads, translated from the Sanskrit, Oxford
University Press, 1931.)
Los
Upanishads son tratados hindúes sobre la naturaleza del hombre y del
universo, y forman la última parte de la tradición ortodoxa de la
especulación. Los más antiguos datan aproximadamente del siglo VIII a.
C.
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