domingo

CONFIESO QUE HE MORIDO (20) - HUGO GIOVANETTI VIOLA



primera edición WEB

DOS: LA REPÚBLICA DE LOS PINGÜINOS (2)
(el corralito secreto de los nuevos mafiosos)

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Isabelino Pena se trepó a la azotea por una escalerita de hierro y se agachó un momento para sondear el gigantesco y titilante arco de la península. Y de repente gargajeó:

-Cuidado con los humildes, pingüinos de todas las mafias. Porque este pueblo está destinado a la Purificación.

El viejo se descolgó sobre la balconada, se sacó los zapatos y avanzó hacia el ojazo de buey entreabierto.

-Y qué va a pasar con la Fundación -oigo preguntar a Gabi.

-Eso no es cosa mía. Me contaron que ahora también se metió el Gran Boludo.

-Sí. Qué casualidad: cada vez más porteños.

-Pará, lubola. No me vas a negar que a esta altura el farandulero y yo somos más yoruguas que los bolsos y los manyas.

-No me digas lubola.

Después quedaron resonando nada más que el oleaje y el gavioterío hasta que el Sultán se militarizó:

-Me parece que acabamos de arreglar que el chango es todo tuyo y vos sos toda mía. La Shirley sabía muy bien lo que es ser toda mía.

-Y por qué te la timbeaste.

-Basta. Tanto ella como Renzo y el Chancho fueron demasiado lejos. Es lo mismo de siempre: ponen demasiada mierda en el ventilador o terminan cagándose entre ellos. Bueno, no jodas más y saname ya. Rápido.

El cielo tiene playas donde evitar la vida / y hay cuerpos que no deben repetirse en la aurora rezo sin parar hasta que el soberano gime con sequedad y termina ordenando:

-Hay que mejorar mucho, lubola. Vamonós que es tardísimo. Y traete alguna gurisita del barco y la pasamos lindo. No me gusta pelear.

Isabelino Pena se metió los zapatos en los bolsillos del saco ya hecho bolsa y esperó que se apagara la luz y sonara la llave para escurrirse ardillescamente en la oficina.


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Isabelino Pena se puso los lentes y ojeó la videtoteca. Todavía no sé muy bien lo que busco, pero termino agarrando la última caja del estante del Che y la acerco al resplandor y leo en el lomo interno: VERSUS BIN LADEN.

-Pumba -murmuró el viejo.

No puedo descifrar el mecanismo del aparataje y cuando ya estoy a punto de borrarme con el video me ataca un sacudón y algo hace clic y zumba y aparece un ring-corralito idéntico al que vimos en Gran Boludo.

-Ta -se puso una papelera entre las piernas Isabelino Pena para desovillar una baba iridiscente mientras dos gurises minusválidos con caretas del Che y de Bin Laden se trenzaban en serio.

-Fuerza, Ernesto -le gritan Renzo y Cardetti a un gladiador que de repente empieza a perder la direccionalidad de los piñazos y las patadas voladoras.

-Ahora sí, vengador -aullaron desde el otro rincón el Sultán y el Pingüino. -Rematá que está ciego.

-Basta -le tiembla un poco la cámara a Federica Finkbein. -Ya ganó.

-No ganó un carajo -se le hinchó la boca-tripa al mulato. -Y apostame la Shirley si tenés huevos, vo.

-Dale -se ríe el Sultán. -Pero si pierde el título me dejás la 4 por 4.

-Basta -volvió a temblequear la cámara.

-Fuerza, Comandante: muestre que la guerrilla no es terrorismo al pedo. Si lo matás te regalo la 4 por 4. Y vos seguí filmando todo lo que pases o sos boleta, yegua.

Entonces el chiquilín rengo y manco se transforma en una especie de remolino de comic y termina por aplastar al otro y caer con paz de títere.

-Arriba los que lucha, Pilatos -baboseó una larguísima pedorrera Renzo Barletta. -Y la Shirley a casa.

Pero el único karateka que se recupera sobre la moquette bermellón es el derrotado: al ganador le sacan la careta heroica y ni siquiera se molestan en tratar de reanimarlo.

-Vos sí que eras un uno, hermano -se agachó Cardetti a acariciar la estrellita que tenía entre los ojos-ciruelas el gladiador caído.

-No hay caso: el Che siempre al bombo -suspira fuera de cámara el Pingüino. -Menos mal que hoy no pudo venir el Chancho. O nos asesina a todos.


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Isabelino Pena estaba a punto de desconectar el videocasetero cuando entró el guardaespaldas parecido a George W. Bush. El gorila irradia un coeficiente muy bajo de inteligencia, pero se da cuenta que rompí la piñata y saca una pistola con silenciador y me encaja un balazo en el chichón y otro en el tercer ojo.

-Hora de los pétalos de Fierabrás -oyó cerrar sin llave el viejito y sacó la cabeza apenas sangrante de la papelera.

Los jazmines del país que llevo en el bolsillo del saco me alcanzan para fabricar dos tampones contra la hemorragia y llamo enseguida al bigotón:

-Aquí Sellers. Asunto resuelto.

-Dónde está.

-En Casamar. Tengo cerca de doscientos videos a disposición, pero hay uno imperdible. Tírese ya al lanzamiento del rodaje de Jesús de Punta del Este. Y se lo digo así porque acaban de matarme y calculo que el bálsamo de los Regusci no va a aguantar más de media hora.

-¿Es un video de la timba?

-Sí, Inspector. Picadero de carne de ángeles, como adivinaron los observadores vallejiano-dylanianos.

-Váyase a cagar, Sellers. ¿Por qué no habla más claro?

-Creo que los únicos muertos que se cagan al toque son los ahorcados, Jefe. Y lo que yo me gané fueron dos emplomaduras en los requesones. Pero voy a pasarle una guinda más, de taco: la idea la ejecutó el duce de La farándula. Oyó hablar de o vio algo parecido en el exilio y el Chancho lo inspiró para adaptarlo a los Gladiators, y ahora hasta acaba de venderle la versión cómica a Cardetti. Con el Bin Laden se siguen llevando mejor que Bush y Blair. Ya sabemos que en la república de los pingüinos la mayoría de los distanciamientos políticos son puro circo. Y le aseguro que después de esta bomba le van a apuntar con cien micrófonos por día a la cabeza pero no creo que se pueda extirpar ningún cáncer de colon.

-Ta bien. Pero si dice una locura más no voy.

-Okey. Tiene cinco minutos. Apenas termine la conferencia de prensa van a venir a tirarme al océano igual que al karatekita.

-Que sean diez, carajo. Todavía no aprendí a volar.

-Peor para vos, canario -estornudó fosforecentemente Isabelino Pena después que se cortó la comunicación.


40

Isabelino Pena entró al anfiteatro por la puerta trasera. Los conferencistas todavía no me ven y ponen jetas jolivudenses abajo de la megapantalla donde reverbera el Cristo de Dalí, mientras yo recién me doy cuenta de que la moquette es bermellón.

-Aquí tengo el material que me pidió, Inspector -invadió el escenario el viejito, señalando a la patrulla uniformada que se abría paso entre las cámaras y los flashes. -Podemos verlo ahora.

El querube me apuntala azulísimamente desde la primera fila y le hago la seña del dos y retrocedo para sacarle el micrófono al Sultán, que juna a su cuidaculos como para carnearlo y le hace señas al Bambino de borrarse de apuro.

-Perdonen la interrupción, señores -se acomodó los tampones ensangrentados el redentor de Liverpool. -Pero no tengo más remedio que adjuntar un par de documentos a este match-show periodístico, y creo que me lo van a agradecer.

Después le pido al Comisario que se ponga cómodo y explico:

-Ahora el apóstol de Leonardo Regusci va a exhibir la crucifixión de su verdadero padre, televisada en esta misma sala hace unos cuantos años. Los productores de Jesús de Punta del Este nos pidieron asesoramiento y pensamos que este video es imprescindible para la comprensión de la verdad. Muy poca gente lo conoce. Pero Leonardo fue un artista de raza: un revolucionario capaz de festejar el horror y meter el reino en la patria triste y nadie puede aplastar a la estirpe del Espíritu Santo, aparezca donde aparezca. Y enseguida queremos ofrecerles el estreno exclusivo de El Che versus Bin Laden, último cortometraje de Federica Finkbein. También filmado aquí.

-Jódanse por darles bola a estos merzas -se le salió un taco a la mujer recauchutada mientras se escapaba tirándole del brazo a Piculín Romay. -Nunca van a entender.

Al final de la función ya no queda ningún conferencista en el escenario y siento caer la sangre con olor a jazmín y recuerdo las facciones insondables de la Shirley:

-Todo dicho, señores. Parece que a los capos del mondo cane no les alcanza con la ruleta empresarial ni con los harenes privados o los suplementos pornográficos o los jeteos en el Six. Ahora preparan mini-gladiadores deformes en fundaciones lavatuttui y de paso se divierten haciéndolos puré. A ellos y a las modelos. Y hasta coleccionaban los videos de los campeonatos para revivir la emoción. ¿Qué talco? Lo malo es que además tratan de seducirnos con películas o libros o figurones sabelotodos tan repugnantemente tibios y prestigiosos como un jurado de misses o un Consejo se la Asociación Uruguaya de Fútbol. Viven haciendo caca. Y por supuesto que si pudieran voltearían torres gemelas o invadirían feudos petroleros en el nombre de la democracia, el socialismo o Dios. Tanto da. El problema es más viejo que el aujero del mate: lo único que precisa esta pendejada eterna es muchísima adrenalina para olvidarse de que ninguno de ellos eligió enamorarse de la vida. Pero acuérdense que en todos los tiempos hubo Mujeres Nuevas y Hombres Nuevos que supieron humillarse sin dejar de querer a la gente y dar la vida por encontrar la belleza de todos. Esa es la salvación.

Después Isabelino Pena le pidió el panamá al muchacho y se acostó a terminar de morirse con la cara tapada.


2001-2003

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