domingo

JULIO CÉSAR CASTRO (JUCECA) - LA VUELTA DE DON VERÍDICO (30)


LOS CHIFLADOS


Hombre que supo ser asunto serio pa a los bailes, aura que dice, Vitalicio Fantoche, el separau de Bobelina Simplota, mujer tan aburrida que la gente solía comentar: “¡Qué mujer tan aburrida!”

Vitalicio era una cosa superior pa meter pata en las milongas. Eso sí; pa los pesos era más agarrau que olor a frito en el pelo.

Pa no pagar entrada, los bailes los organizaba él mismo. Y pa no gastar en orquestas ni en discos, los hacía sin música. A chiflido limpio, nomás. A los que llegaban al baile, antes de dejarlos entrar les hacía una prueba. El que chiflaba con redoble, tenía derecho a un vaso de vino al costo. El que chiflaba sencillito, pagaba como en boliche. El que no sabía chiflar, pagaba el doble por garronero de chiflido colectivo.

Cuando iba a empezar el baile los juntaba a todos en pareja, se paraba arriba de un cajón, y por un ejemplo, les pegaba el grito:

-¡Zamba del pañuelo!

Y empezaba el baile chiflado en zamba que era un lujo de ver. Terminaba la zamba, y el hombre un suponer daba la orden:

-¡La Cumparsita pa todo el mundo!

Y allá se quebraban las parejas en un tango rezongón y rechiflado.

Una noche de verano, Vitalicio armó baile al aire libre, porque en el galpón la calor era tan brava que la gente se fermentaba. Las pulgas estaban tan cargosas que los bailarines paraban pa rascarse los tobillos con el otro pie.

Baile al aire libre, pa que el viento no se llevara los chiflidos el indiaje se tenía que afirmar en el hocico. Un bailongo tan bonito, que duró hasta el otro día, con sol alto.

El primer lío se armó cuando llegó la gente del boliche El Resorte, de madrugada y damajuana de tinto.

Resulta que el pardo Santiago arrancó a chiflar una chacarera antes de tragarse el buche de vino, y le pegó semejante rociada a la compañera que lo corrió con un taburete. El pardo le esquivaba los golpes y trataba de esplicarle que el más jodido había sido él, que se había perdido el buche.

El segundo lío se armó cuando una vieja salió pidiendo que chiflaran un valse:

-¡Que chiflen Desde el alma! ¡Que chiflen Desde el alma?

Fue cuando el tape Olmedo gritó:

El aeroplano! ¡El aeroplano!

La vieja que Desde el alma, el tape que El aeroplano, lo cierto que no hubo tiempo de chiflar más nada. Pasó el aeroplano y los fumigó a todos.

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