LOS CHIFLADOS
Hombre que supo ser
asunto serio pa a los bailes, aura que dice, Vitalicio Fantoche, el separau de
Bobelina Simplota, mujer tan aburrida que la gente solía comentar: “¡Qué mujer
tan aburrida!”
Vitalicio era una cosa
superior pa meter pata en las milongas. Eso sí; pa los pesos era más agarrau
que olor a frito en el pelo.
Pa no pagar entrada, los
bailes los organizaba él mismo. Y pa no gastar en orquestas ni en discos, los
hacía sin música. A chiflido limpio, nomás. A los que llegaban al baile, antes
de dejarlos entrar les hacía una prueba. El que chiflaba con redoble, tenía
derecho a un vaso de vino al costo. El que chiflaba sencillito, pagaba como en
boliche. El que no sabía chiflar, pagaba el doble por garronero de chiflido
colectivo.
Cuando iba a empezar el
baile los juntaba a todos en pareja, se paraba arriba de un cajón, y por un
ejemplo, les pegaba el grito:
-¡Zamba del pañuelo!
Y empezaba el baile
chiflado en zamba que era un lujo de ver. Terminaba la zamba, y el hombre un
suponer daba la orden:
-¡La Cumparsita pa todo
el mundo!
Y allá se quebraban las
parejas en un tango rezongón y rechiflado.
Una noche de verano,
Vitalicio armó baile al aire libre, porque en el galpón la calor era tan brava
que la gente se fermentaba. Las pulgas estaban tan cargosas que los bailarines
paraban pa rascarse los tobillos con el otro pie.
Baile al aire libre, pa
que el viento no se llevara los chiflidos el indiaje se tenía que afirmar en el
hocico. Un bailongo tan bonito, que duró hasta el otro día, con sol alto.
El primer lío se armó
cuando llegó la gente del boliche El Resorte, de madrugada y damajuana de tinto.
Resulta que el pardo Santiago
arrancó a chiflar una chacarera antes de tragarse el buche de vino, y le pegó
semejante rociada a la compañera que lo corrió con un taburete. El pardo le
esquivaba los golpes y trataba de esplicarle que el más jodido había sido él,
que se había perdido el buche.
El segundo lío se armó
cuando una vieja salió pidiendo que chiflaran un valse:
-¡Que chiflen Desde el alma! ¡Que chiflen Desde el alma?
Fue cuando el tape Olmedo
gritó:
-¡El aeroplano! ¡El aeroplano!
La vieja que Desde el alma, el tape que El aeroplano, lo cierto que no hubo
tiempo de chiflar más nada. Pasó el aeroplano y los fumigó a todos.
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