domingo

LECCIONES DE VIDA (92) - ELISABETH KÜBLER-ROSS Y DAVID KESSLER


11 / LA LECCIÓN DE LA PACIENCIA (2)

EKR (5)

El primer paso que tenemos que dar para tener más paciencia es dejar de querer controlar o cambiar las situaciones. Es ser conscientes de que algunas cosas son como son por alguna razón, aunque no estemos de acuerdo con esa razón o no la veamos.

Si no podemos cambiar alguna circunstancia, debemos considerar que es acertada. Debemos tener fe en el proceso de evolución de las cosas y su desarrollo. Aunque creamos que tenemos que intervenir en los acontecimientos, lo cierto es que la mayoría de las cosas sorprendentes que ocurren el mundo tienen lugar sin nuestra ayuda, interferencia o intervención. Por ejemplo, no tenemos que decir a nuestras células que se reproduzcan ni a un corte que cicatrice. Existe un poder en el mundo, y debemos tener confianza en que todo se mueve hacia el bien, aunque no veamos ni lo reconozcamos. Eso es la fe. Tener paciencia es tener fe.

Cuando tenemos fe, sabremos que ninguna experiencia es inútil. La mayoría de las personas, al final de su vida no cambiarían ni siquiera las malas experiencias, porque han aprendido de todo lo que les ha ocurrido. Todas las situaciones por las que pasamos, por muy difíciles que sean, nos suceden para que pueda aflorar nuestro yo perfecto. Si los acontecimientos se suceden demasiado deprisa o demasiado despacio para nosotros, debemos recordar que nuestro ritmo no siempre es el mejor, y que existe un plan. Podemos permitirnos relajarnos y dejar que la vida fluya.

Darnos ese permiso significa que somos capaces de ceder. No debemos olvidar que tenemos la capacidad de relajarnos y rendirnos ante las situaciones y que disponemos del tiempo, los medios y el valor necesario para esperar. También es posible que no haya nada que esperar, que la situación por la que estamos pasando sea exactamente como debe ser. No es por casualidad que el nombre paciente, que significa “persona que recibe un tratamiento médico”, y el adjetivo paciente, que significa “sobrellevar la aflicción con serenidad”, estén relacionados. Ambos proceden del vocablo latino pati, que significa “soportar”.

Quizá pensemos que las cosas que nos ocurren están relacionadas con nuestra salud, trabajo o vida amorosa y queramos cambiarlas, pero lo cierto es que no es así. Lo que nos ocurre tiene que ver con nosotros mismos. Y tiene que ver con el amor, la compasión, el humor y la paciencia que aportamos a nuestra vida a sus situaciones.

También debemos tener presente que, en última instancia, Dios y el universo no dirigen las situaciones, sino a nosotros. Si nos preguntamos por qué el universo no nos consigue la gran oferta de trabajo que esperamos es porque al universo no siempre le preocupa el tipo de trabajo que tengamos. El plan abarca mucho más que nuestro trabajo. El universo tampoco se preocupa de si estamos casados o no; le interesa más el modo en que experimentamos el amor que si hay alguien en nuestra vida o no. Y aun más, el universo no se preocupa tanto de nuestra salud como del modo en que experimentamos la vida, sean cuales sean las condiciones. Al universo le preocupa quiénes somos, y atraerá a nuestra vida, a través de cualquier situación y en cualquier momento, lo que necesitamos para convertirnos en la persona que tenemos que ser. La clave consiste en confiar…, y tener paciencia.

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