domingo

LA PEQUEÑA CRÓNICA DE ANA MAGDALENA BACH (90) - ESTHER MEYNEL


Al día siguiente tocó Sebastián el órgano, ante un auditorio selecto y admirado, en la iglesia del Espíritu Santo. Por la noche volvió a acudir a Palacio por orden del rey, que le rogó ejecutase una fuga a seis voces, porque quería ver hasta dónde podía desarrollarse el tratamiento polifónico de un tema. Esta vez Sebastián lo eligió por sí mismo, pues no todos se prestan a un desarrollo tan completo, e improvisó una fuga que provocó en el rey admiración y entusiasmo, hasta el punto de que repetía constantemente:

-¡No hay más que un Bach! ¡No hay más que un Bach!

Después de esa visita tan agradable a Postdam, Sebastián fue a Berlín, donde visitó el edificio de la Ópera, recién construido, en el que, intuitivamente, descubrió ciertas particularidades acústicas que nadie había estudiado, como ya he referido anteriormente.

A su regreso -¡qué orgullosa me sentí cuando me contaba el entusiasmo con que le había alabado el soberano!- se puso inmediatamente a desarrollar y perfeccionar el tema del rey en una fuga a tres y otra a seis voces, ocho cánones, escribió simultáneamente una fuga en canon con el responso a la quinta, una sonata en cuatro movimientos, un canon perpetuus a dos voces sobre un basso continuo, todo ello más o menos relacionado con el tema que le había dado Su Majestad. A esta obra la denominó “Ofrenda Musical” y empleó mucho tiempo y tuvo sumo placer en adornarla con numerosos comentarios llenos de ingenio. Sobre el cuarto canon escribió las palabras: Notulis crescentibus crescat fortuna Regis, lo que, según me explicó, quiere decir: “Que la fortuna del Rey crezca como estas notas”. Sobre el quinto canon escribió: Ascendenteque Modulatione ascendat Gloria Regis –“Que pueda la gloria del Rey elevarse como estas modulaciones”. Mandó grabar esta obra y se la ofreció al rey con la dedicatoria siguiente:

Señor:

“Me tomo la libertad de presentar a Vuestra Majestad una Ofrenda musical cuya parte más noble es obra de vuestra real mano. Con placer respetuoso recuerdo todavía la gracia particularmente real que quiso concederme Vuestra Majestad hace algún tiempo, dignándose tocar, durante mi estancia en Postdam, un tema de fuga y pidiéndome que lo desarrollara en Vuestra Augusta presencia. El obedecer la orden de Vuestra Majestad era mi deber ineludible de súbdito fiel. Pero pronto noté que, por falta de la preparación necesaria, la composición no salía como merece un tema tan excelente. Tomé la decisión, que en cuanto regresé me puse a cumplir, de desarrollar completamente el tema real para darlo a conocer al mundo. Este proyecto está ya realizado con arreglo a mis fuerzas, y no tiene más que la loable intención de aumentar, por poco que sea, la gloria de un Monarca cuya fuerza y grandeza, tanto en las artes de la guerra y de la paz, como en el arte musical ha de ser objeto de admiración para todos. Me atrevo también a afirmar esta humilde súplica: Que Vuestra Majestad se digne acoger con bondad esta modesta obra y conservarme bajo su real y soberana gracia.

“Soy de Vuestra Majestad muy humilde y muy fiel servidor.

“Leipzig, 7 de julio de 1747”.

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