domingo

LECCIONES DE VIDA (81) - ELISABETH KÜBLER-ROSS Y DAVID KESSLER


10 / LA LECCIÓN DEL JUEGO (5)

DK (1)

Jacob Glass es escritor y conferenciante de temas espirituales. Una tarde me encontraba charlando en un bar con este viejo amigo, que me contaba que con frecuencia empezaba el día en aquel lugar, leyendo, disfrutando de su café y reuniéndose con amigos. Vive cerca de allí, en una casa sencilla que satisface muy bien sus necesidades.

Mientras hablábamos de sus escritos y conferencias, lo animé a que trabajara más y le expliqué cómo podía ampliar su horario de trabajo.

-¿Y qué conseguiría con eso? -me preguntó.

-Podrías dar más conferencias por semana, alcanzarías el sueño americano y algún día podrías retirarte.

-¿Y entonces tendría tiempo para sentarme en el bar, relajarme y leer?

-Desde luego, podrías hacer lo que quisieras.

-Pero si ahora ya lo hago. Dispongo de días libres y de tiempo para disfrutar de la vida, pasear, ir al teatro y comer sin prisas. ¿Por qué habría de dedicar todo mi tiempo a ser productivo y así poder disfrutar de la vida si ya la disfruto ahora?

Había pasado por alto que Jacob ya tenía la vida que podría disfrutar algún día si trabajaba más. Y me di cuenta de que, en lugar de estar relajado y disfrutar del café, había caído en la trampa de pensar en la productividad y dar más importancia al trabajo que a la diversión.

El trabajo y la diversión no tienen por qué ser actividades totalmente separadas. Divertirse en el trabajo es bueno, y disfrutar mientras se realizan las tareas diarias nos ayuda a pasar el día y la vida. Lamentablemente, resulta muy fácil centrarse sólo en alcanzar metas y sentirse desgraciado cuando no se consigue.

Debemos buscar la diversión en el trabajo, pero también debemos separar el trabajo de la diversión. Por ejemplo, un hombre preguntó:

-¿Qué os parece mi solución? En lugar de trabajar todo el sábado y no pasar ningún momento con mi esposa, saco el ordenador portátil al jardín y trabajo allí cuatro o cinco horas. Así estamos juntos e integro el trabajo y la diversión en mi horario.”

La esposa de aquel hombre seguramente estará de acuerdo en que su marido no se divierta mucho y es probable que se sienta desatendida. Si bien es cierto que está con su cuerpo, no está con su mente ni con su corazón. ¿La mente y el corazón de aquel hombre están divirtiéndose en el jardín o están concentrados en planificar a la reunión del lunes? Aquel hombre no se divierte: trabaja en un entorno distinto.

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