domingo

CONFIESO QUE HE MORIDO (3) - HUGO GIOVANETTI VIOLA


UNO: FINAL EN EL OBELISCO (3)
(crímenes y milagros en el 83)

9

Isabelino Pena se puso los lentes para descifrar el contraluz del termómetro:

-No llega a 37. ¿Así que el Chueco terminó con una hija monja? Dan ganas de salir a bailar La consagración de la primavera por Aparicio Saravia, loco.

Jorge acomoda el fuego y se desinfla en un destripadísimo sofá señorial:

-Magda te consiguió unos championes. Lo demás va a estar seco para mañana.

-Bueno -se acodó el viejo sobre la almohada. -La cosa es que el Gargolita de Maracaná me rompió un ojo y se las peló del barrio. Para variar. Y a mí la única carta que me queda es rastrear la estrellera de los Regusci. De repente es la misma que anda buscando mi clienta.

Entonces Jorge me mira fijo y siento que me hundo en una Llaga celeste.

-Qué pasa -sacó las piernas de la cama Isabelino Pena. -Sí: me hice detective de verdad. Igual que cuando vos te decidiste a vivir en el cante, loco.

-Bueno -sonríe mi hermano. -No te asustes que no pienso quemarte las novelas de Chandler. La estrellera la tiene Camilo Regusci, el hijo de Pacho que se casó con la gurisa ciega. Viven en un conventillo de Palermo.

Magda entró con los championes y dio vuelta la ropa que se estaba secando.

-Ahora les traigo un té -me juna el pantalón piyama remangado. -Qué chucho feo que tuvo, don Pepe.

-Pero ya se me fue la fiebre y todo. Es algún cálculo que anda jodiendo, nomás.

Cuando la mujer volvió con la bandeja el cura roncaba boca arriba en el sillón.

-Ahora siempre duerme allí. Lo vamos a tener que meter en un ómnibus a prepo otra vez y mandarlo unos días a Maldonado. El domingo se armó bruto quilombo en el merendero y los gurises lo tuvieron que obligar a agacharse porque los balazos les chijeteaban por arriba. Y lo único que dijo después fue que cualquiera cosa lo enterráramos en un carrito de la basura.

-Lo que tendría que hacer es venir a tomar unos mates a casa con Juan de la Cruz y santo remedio -me paro para sacar la pipa de la gabardina. -Qué rico té, señora.

-¿Usted sabía que el travesti que pidió para confesarse también es hijo del Chueco?

-No -se volvió a acostar el detective. -¿Y esa hermana que me contó que changa en Maldonado también?

-La Moria. Puede ser. ¿Le volvió el dengue?

-Un poco. Es la felicidad.


10

Isabelino Pena entró al dormitorio grande después de golpear tres veces. Nunca nos saludamos. El detective atravesó la humareda y apoyó el termo y el mate en la mesa de luz. Me doy cuenta que tuvo sueños devoradores porque el ojo sin pupila parece un pozo púrpura. El viejito abrió el postigón y encajó su fervor engominado en la media mañana.

-En noviembre florece un eucalipto rojo más glorioso que este pino -le alcanzo un mate pero él prende un La Paz con otro y me preparo para un round de cariño.

Entonces Dostoievski se levantó de la cama y contestó:

-PUUUUROOOOPAAAAJAAAAREEEERÍÍÍÍOOOO!!!!

Lo esquivo como un torero y me deslomo engarfiándole los sobacos por la espalda hasta obligarlo a acostarse en el suelo: después le arranco el cigarrillo y le pongo un almohadón para que no se ahogue durante las convulsiones.

-Como se sabe que los hombres en las grandes tormentas dejan abiertas sus puertas verdaderas para que por ellas pase Jesús -fue la primera frase descifrable que gargarizó Dostoievski.

Lowry, Graham Greene y Salinger son los únicos novelistas del siglo que le doran la hostia.

-Arriba, jefe. Arriba -lo ayudó el detective a volver a la cama. -Hay una primavera digna de Wolgfang Amadeus.

Pero él escruta el cielorraso y la pupila devorada por el cristalino púrpura arde sideralmente:

-Soñé con un collar que tenía caras de Anitas y Sonias: una con treinta y tres años y la otra con tres meses. PERO NADIE ENTENDÍA QUE ELLAS ERAN LAS PERLAS DEL SEÑOR!!!! Y SIN EMBARGO LAS ADORABAN, CARAJO!!!! PURO PAJARERÍO!!!! LA PRIMAVERA HUMANA NO VA A REINAR JAMÁS EN ESTE MUNDO!!!!

-Calma, jefe. Ya vengo.

Isabelino Pena trajo el Philips portátil y embocó la púa en el Andante del concierto Nº 21 para piano y orquesta de Mozart.

-Las estrellas del alma -amonotea un cigarrillo el hombre color hueso. -No busque nada más.


11

Isabelino Pena sintetizó:

-Mi hermano está deshecho pero no afloja. Y la gente va aprendiendo a organizarse: la cooperativa de vivienda y el merendero funcionan hace años.

-¿Sigue chiflando tangos?

La mujer-muchacha montañosamente embarazada sonríe sin esperar mi contestación:

-Lo primero que vi después que me sacaron los ojos fue el chiflido dorado del padre Jorge. Yo tenía un miedo horrible de olvidarme de los colores.

-Eso nos pasa a todos -se sonó la gran nariz grumosa el detective. -Y lo peor es que hay gente que se olvida de todo lo que quiso.

-Pero yo tenía nueve años. Y lo que me desespera es cuando las cosas son palabras, nomás. A mí lo único que me hizo volver a ver el cielo fue la guitarra de los Regusci, por ejemplo. A los dieciocho la escuché sonar y paf. ¿Le molesta el incienso?

-Me da un poco de alergia. Yo me acuerdo de ustedes bailando en el casamiento de Abel. Bien clarito.

Alondra apaga la vara de jazmín y de golpe endurece su perfil de muñeca en dirección al corredor del conventillo:

-Ahí llegaron.

-Qué casualidad. Vengo de hablar por teléfono con Willi -le explicó Camilo Regusci al detective. -Nos entrega la guitarra recién a fin de mes. Parece que quedó el lustre sin terminar y la mandó a otro lutier.

El artesano de rostro bretón le toca el pelo a Alondra como si se apoyara en el mar.

-No me digas que vos también sos de Liverpool -le señaló la camiseta azul y negra Isabelino Pena al chiquilín de ojazos atigrados que lo sondeaba desenvolviendo un chicle.

-Pelé Fernández vive en la tercera puerta y a veces sale con él a la cancha -me hace una guiñada Camilo.

-Cuánta casualidad. ¿Y ustedes cómo se enteraron de que había muerto Carrión? Porque Willi no tenía idea ni de quién era la guitarra.

-Pero se ve que encontró la dirección y nos mandó avisar que lo llamáramos con ese pintor famoso de Punta del Este, el dueño de Casamar. Y hoy el loco cayó a ofrecernos el oro y el moro por la estrellera.

-¿El Juglar? Pero si ese ni siquiera es un pintor. Siempre fue un pintoresco de provincia, nomás.

-Y además la estrellera no se vende -sonrió la mujer-muchacha bajo la manaza del artesano.

Ahora siento que mi nariz llora en las catacumbas de la gracia.

-Bueno -saltó traviesamente el viejo. -Por lo menos déjenme sacarle una foto a la familia. A ver, Maradonita: aflojá con el globero y posá con tus viejos y tu futuro hermano.

Y cuando me arrodillo y finjo encuadrarlos rectangulando los índices y los pulgares la mirada de Alondra parece transparentar una Más Dimensión de vitral gótico.


12

Isabelino Pena golpeó en la primera puerta del conventillo.

-No pregunto cuántos son sino que vayan jeteando -cacarea Luz Adrogué. -Está abierto. Y aviso que hubo doma.

-Permiso -se sacó el gacho el detective al entrar a la pieza apenumbrada por un velón. -Soy amigo de Flor.

La primera vedette lubola me tira un beso apenas cubierta por un revoltijo de sábanas que huelen a pileta de focas.

-Chogusto, Miki Runi. Buena merca la Flor. Sentate y meté lengua nomás que hay otro Juite Jorse.

-Ando medio herido, gracias. La molesto un momento porque preciso localizar al Chueco de Maracaná y pensé que podía orientarme.

-¿Y yo qué tengo que ver con ese cascarriento? ¿No sabías que en esta cumparsita los chomas de Maracaná somos Obdulio y yo y los demás se conforman con el tablado de la María Muñeca?

-Ta bien. Lo que pasa es que el Chueco anduvo por mi barrio y contó un relajete que armaron en Maldonado contigo.

-Uh, eso fue en Casamar después que me largaron. Pituquerías boludas y bolchaje dopado. Alcanzame el ico ico. Y tuteame o te vas.

Isabelino Pena hizo relumbrar la botella hacia el mascarón despintarrajeado de la bailarina ya elefantiásica. Ella empalma una cuchilla para descogotar el tapón medidor y después de chorrearse doradamente eructa:

-Yo maté al diablo, beibi. Y en la yuta me meaba corterplardo la estatua de un sarto. ¿Corprerdiste?

-Ta bien.

-¿Corprerdiste que tenés que ser un sarto disfrazado de payaso, chiflau? Y ahora ardate que lloro por Chapete y por Momo hasta que se me arrugue el persamierto. Y al diablo lo rebano las veces que se me carte. Y si llegás a joder a Alordrita te las corto y me las papo como calamaretti.

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