domingo

BARQUITOS DE PAPEL - ANNA RHOGIO


cuento para los y las peques que aman el mar                                                                       

Y había otra vez una abuela que andaba mucho en ómnibus porque le gustaba soñar mirando las calles, las casas y la gente que subía, inventando las historias de cada una.

¿Y pueden creer? Observando detenidamente sus caras, escuchando lo que conversaban, en ocasiones, se daba cuenta que había adivinado algunas vidas.

También no dejaba de ayudar con algo, fuera  mucho o poco, a los chicos que subían a cantar, guitarra en mano, así lo hicieran bien, mal o peor.

Si el viaje era largo se entretenía haciendo con el boleto un pequeñísimo barco. Esto le llevaba buena parte del tiempo porque debía quedar perfectamente armado y los boletos eran muy chicos. Después lo dejaba sobre el asiento para quien se sentara allí, deseándole buenaventura, o en la ranura de la ventanilla para el que lavaba los vidrios. Ella tenía el convencimiento de que, realmente, daban suerte.

Muy pocas veces los encontraba alguien y ni los guardas les prestaban atención, pero una mañana, camino de un balneario, el autobús iba muy lleno y a pesar de esto, subió un encantador muchacho mago que entretuvo a los pasajeros un buen rato con simpáticos trucos, buena y muy culta conversación. Luego, pedía una colaboración: 

-¡Cualquier monedita sirve!

Le llegó el momento de pasar junto al asiento de la señora y no se sabe qué luz relampagueó entre los dos porque se detuvo y le hizo el mejor truco reservado para amorosas abuelas.

Ella, sabiendo que  las monedas que tenía eran para pagar el pasaje de vuelta y no podía ofrecerle ninguna, le preguntó:

-¿De dónde sos?

-Soy de Mendoza, Argentina, y usted se parece mucho a mi abuela.

-Ah, suele pasar que las abuelas nos parezcamos y tú sos un encanto de nieto. ¿Estás por acá de vacaciones? 

-Sí y no. Ahora voy a la casa de unos amigos que me alojarán hasta que siga  recorriendo toda América del Sur con mi arte.

-¡Qué bueno! ¡Esos viajes son maravillosos para los jóvenes con espíritu aventurero!  Conocerás muchas personas y aprenderás sobre muchas culturas.

-Sí, ese es mi propósito porque estudio antropología y arqueología.

-Será una genial manera de ampliar tus carreras. Mirá, no tengo ninguna moneda que darte y si te diera alguna tendría que regresar a pie a la ciudad y es demasiado lejos, pero quiero que guardes esto para que te dé toda la suerte del mundo.

Le puso en la mano el diminuto barquito que  no medía más de dos centímetros.

Al sorprendido muchacho se le coloreó la cara de verano y le dio un suave y le dio un suave y casi silencioso "gracias".

Ahora se estarán preguntando qué tiene esto que ver con los peques que aman el mar.                                                       

Pero otro día se los cuento.

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