La colmena de cada uno de nosotros
pende no sin miedo de un hilo adorado
en los campos invisibles de las eras de la luna
cada una de ellas busca parecerse a un cofre
entonces al abrir las manos directo hacia el rostro
ve reflejado en la línea central del diluvio
un arrullo inquietante completamente vivo
pues el amor es una roca muda en el fin del mundo
el amor se vuelve indispensable para sobrevivir
cada mañana corro hasta el fin del mundo
para abrazar, para abrazar, para abrazar
La colmena de cada uno de nosotros
sabe que la abeja reina se viste con harapos
su corazón es un canto atómico infinito
cada nota es un ave de barro
cada sonido un pez en el cielo
una flor sin piel ni huesos
la cascada torrencial en el iris y el árbol
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