En el origen sin distancia
como en el ocaso fulminante
voy a contener en ambas manos
el agua en movimiento
El espiral líquido creaba el sueño
en el costado izquierdo de mi costilla,
allí se reveló la ráfaga, los astros
incrustados en el todo del canto
Decenas de vecinos marchitos
corrieron con los panes bajo el brazo
a iluminar con sus bocas el barro santo
en cada grano del polen
La tibia leche en los acantilados
se desprendió liviana del corazón de una orquídea,
sentimos la libertad de mundos,
la gota maravillosa en la huida sin dolor
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