domingo

PSICOLOGÍA LITERARIA (4) - JULIO HERRERA Y REISSIG


(El Diario Español, 1907)

No hay que explicar lo que se dice ni lo que se sueña. El simbolismo es nebuloso. Es el enigma de la Belleza. Sintámoslo, pero callémoslo. No levantéis el velo de la madre Isis. Como en el drama de Schiller, el curioso profanador, no podrá decir con los labios, lo que sus ojos han visto. Tal el poeta indiscreto con su misma Musa. Traducir la bruma con la luz meridiana equivale a un más allá del absurdo. Es el círculo vicioso de los atormentados de la sensación. Como en los pêcheurs de lune de Rostand, en el agua clara y sedosa, tienden la red sutil de su lenguaje iluso. Pero el lago es de ensueño y de engaño. La Idea, como el pez quimérico de la noche, se escapa entre las mallas, en cabrilleos de níquel, en una gloria blanca de expresiones que lagrimean átomos de luna.

Cuando en el remolino de sus polémicas, los magos del Quartier Latin, explanaban los ceremoniales de su opalina Corte Interior, érase un caso de difusa prosa, una algarabía salvaje de manicomio dantesco.

Pretender engarzar en formas materiales de sentidos los entresueños de la conciencia, la impresión fugaz, la urdimbre arcana de lo incompleto en el alma, el utópico asociacionismo psicológico, que se complica oscuramente, la insinuación ambigua de lo que hubiera sido y de lo que está por ser, es como perseguir los fuegos fatuos de la noche… Mientras el ojo ve luz, la mano toca sombra. Es el naufragio de lo imposible.

Hay el verso que se canta y el que sólo se sueña. Ambos son humanos, pero, uno más que el otro, con diferencia de sutilización, de autohipnotismo, de placa, en fin… Muchos ignoran lo que han escrito. El genio es muchas veces inconsciente de su obra. Escribe porque alguien le dicta. Tiene que estudiarse a sí propio para saber lo que ha pensado. ¡Ay, de los que miran con una lógica cosmopolita en el aire opaco! ¡Ay, de los que ansían explicar en prosa transparente lo que sugieren en su alada métrica…! Muchos hubieron. ¡Muchos los habrán!

¡Tántalos contemplativos de la eterna sed, tentados y martirizados por la Realidad!

¡Oh, la muda realidad proterva. Ellos la sienten, pero, no la alcanzan; la piensan, mas no la definen; la acarician, pero no la harán hablar…!

¡Tántalos de eterna sed! Próximos a señorearla y cuando la frescura de su rocío se cierne sobre su lengua, huye el cántaro feroz, entre un delirio de ansias locas y de gestos errabundos.

Poesía de humo y gasa, sin contornos, en sublime libertad molecular, que ambula alrededor de emblemas y de ritos, no la traduce sino el silencio, la mano en la frente oscura.

Y con todo, aproximadamente.

No haya crítica matemática. ¡No haya única interpretación!

Yo siento a mi manera, lo que cada uno siente a la suya. Hay quien tiene doble vista. Para el ciego siempre es noche.

¡Piafe el imbécil en su impotencia!

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