NOVENA PARTE
EL TRABAJO CON LA SOMBRA: CÓMO ILUMINAR LA OSCURIDAD
MEDIANTE LA TERAPIA, LOS RELATOS Y LOS SUEÑOS
37: LA UTILIDAD DE LO INÚTIL
Gary Toub (4)
La integración de la sombra
Jung demostró que el psiquismo humano se compone de luz y oscuridad, de una parte masculina y de otra femenina y de un interminable número de opuestos fluctuantes que generan un estado de tensión psicológica. Al igual que los taoístas, Jung no pretendía resolver esta tensión mediante la identificación con uno solo de los polos (por ejemplo, tratando exclusivamente de ser productivo) porque sabía perfectamente que sobrevalorarse o desarrollar excesivamente un aspecto del psiquismo constituye una peligrosa actitud unilateral que suele terminar abocando a la enfermedad física, la neurosis o la psicosis. Para Jung, en cambio, nuestra única posibilidad -la condición sine qua non, por otra parte, del proceso de individuación- consiste en sustentar los contrarios que se albergan en nuestro interior.
Una de las formas más fructíferas de integrar los opuestos internos consiste en afrontar conscientemente nuestra sombra, esa parte “oscura” de nuestra personalidad que contiene las características y atributos negativos que más nos “negamos” a aceptar como propios. El hecho de afrontar y reapropiarnos de esos atributos constituye un proceso difícil y doloroso porque, aunque la sombra puede contener algunos elementos positivos, normalmente encierra los aspectos más abyectos, primitivos, inadaptados y violentos y violentos de nuestra naturaleza que hemos terminado rechazando por motivos morales, estéticos, sociales o culturales.
En la medida en que la sombra es el símbolo de todo lo que es despreciable, inferior o inútil es equiparable a las imágenes taoístas del árbol retorcido y del jorobado porque, como ellos, es aparentemente inútil. Así pues, perfectamente podríamos decir que en el interior de cada uno de nosotros se esconde un Shu jorobado o un árbol retorcido.
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