domingo

NOCHE OSCURA (59) - SAN JUAN DE LA CRUZ


LIBRO SEGUNDO

DE LA NOCHE OSCURA, TRÁTASE DE LA MÁS ÍNTIMA PURGACIÓN, QUE ES LA SEGUNDA NOCHE (PASIVA) DEL ESPÍRITU.

CAPÍTULO 20 (1)

Pónese los otros cinco grados de amor (1)

1 / El sexto grado hace correr al alma ligeramente a Dios y dar muchos toques en él, y sin desfallecer corre por la esperanza; que aquí el amor que la ha fortificado la hace volar ligero. En el cual grado también Isaías dice aquello: Los santos que esperan en Dios mudarán la fortaleza, tomarán alas como de águila y volarán y no desfallecerán (40,31), como hacían en el grado quinto. A este grado pertenece también aquello del salmo: Así como el ciervo desea las aguas, mi alma desea a ti, Dios (41,2). Porque el ciervo en la sed con gran ligereza corre a las aguas. La causa de esta ligereza en amor que tiene el alma en este grado es por estar ya muy dilatada la caridad en ella, por estar aquí el alma poco menos que purificada del todo, como se dice en el salmo, es a saber: Sine inquitate cucurri (58,5). Y en otro salmo: El camino de tus mandamientos corrí cuando dilataste mi corazón (118,32). Y así, de este sexto grado se pone luego en el séptimo, que es el que se sigue.

2 / El séptimo grado de esta escala hace atrever al alma con vehemencia. Aquí el amor ni se aprovecha del juicio para esperar, ni usa de consejo para se retirar, ni con vergüenza se puede enfrentar, porque el favor que ya Dios aquí hace al alma la hace atrever con vehemencia. De donde se sigue lo que dice el Apóstol, y es que la caridad todo lo cree, todo lo espera y todo lo puede (I Cor. 13,7).

De este grado habló Moisés cuando dijo a Dios que perdonase al pueblo, y si no, que le borrase a él del libro de la vida en que le había escrito (Ex. 32,31-31).

Estos alcanzan de Dios lo que con gusto le piden. De donde dice David: Deléitate en Dios, y darte ha las peticiones de tu corazón (Ps. 36,4). En este grado se atrevió la Esposa, y dijo: Osculetur me oscuro oris sui (Cant. 1,1). A este grado no le es dicho al alma atreverse, si no sintiese el favor interior del cetro del Rey inclinado para ella (Esth. 6,11), porque por ventura no caiga de los demás grados que hasta allí ha subido, en los cuales siempre se ha de conservar con humildad. De esta osadía y mano que Dios le da al alma en este séptimo grado para atreverse a Dios con vehemencia de amor, se sigue el octavo, que es hacer ella presa en el Amado y unirse con él, según se sigue.

3 / El octavo grado de amor hace al alma asir y apretar sin soltar, según la Esposa dice en esta manera: Hallé al que ama mi corazón y ánima y túvele, y no le soltaré (Cant. 3,4). En este grado de unión satisface el alma su deseo, mas no de continuo, porque algunos llegan a poner el pie y luego lo vuelven a quitar; porque, si durase, sería cierta gloria en esta vida; y así, muy pocos espacios pausa el alma en él. Al profeta Daniel, por ser varón de deseos, se le mandó de parte de Dios que permaneciese en este grado, diciéndole: Daniel, está sobre tu grado, porque eres varón de deseos (10,11). De este grado se sigue el nono, que es ya el de los perfectos, como diremos después que es el que se sigue.

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