domingo

JULIO HERRERA Y REISSIG: LA ENCARNACIÓN DE LA PALABRA. (4)


CARACTERES ESOTÉRICOS DEL MODERNISMO HISPANOAMERICANO

ENRIQUE MARINI PALMIERI

El arte poética de Herrera y Reissig

Dolor espiritual y físico. Esplín eterno.

Desde su Babilonia del Saber, desde su Torre de los Panoramas, Herrera y Reissig observa eso que Joris-Karl Huysmans describe así: «Una brisa cargada de misticismo había soplado en la literatura, la joven generación necesitaba y anhelaba lo infinito, de manera que ocultismo y espiritismo se pusieron de moda». La cita resume en pocas líneas el inmenso debate que comienza con la Revolución francesa, continúa con el Terror y la Diosa Razón, pasa por el socialismo místico y utópico de Pierre Leroux y la laicidad que resulta de la tarea por desvirtuar al catolicismo llamado oficial por parte de la crítica histórica, desemboca en la búsqueda de sucedáneos espirituales y acaba en la enfermiza metafísica del esplín. No sólo Baudelaire se hace eco de ella, sino alguien que, en principio, se halla por encima de todo romanticismo y decadentismo morboso, el consagrado y loado maestro del Darío de Azul...: Catulle Mendès, el parnasiano, quien exclama: «Morir es tonto, lo mismo el vivir». El hablante de «Almas pálidas» (1908) dice:


-¿Sufres -me dijo- de algún mal interno?...
¿O es que de sufrimiento haces alarde?...
-¡Esplín!... -la respondí-, ¡mi esplín eterno!...

-¿Sufres?... -la dije, al fin-. En tu ser arde
algún secreto... ¡Cuéntame tu invierno!
-¡Nada! -Y llorando:- ¡Cosas de la tarde!...


Se fija el período productivo del poeta uruguayo entre 1900 y 1910. Así, en 1899, la revelación médica de su estado es el detonador que decide que el dandy será poeta. Se puede entonces hablar de escapismo o de exotismo en su obra, ello habrá de ser en virtud de un escaparse de sí mismo, del volverse exótico para sí mismo. Su nostalgia de París en «Esplín» (1900) es la de sí mismo, la de la vida que aún hay en él y que es obviamente «aburrimiento gris», aversión por la realidad. Y al Hada Neblina seguirá el Hada Morfina y a ésta el «opio neurasténico de su cigarro glacial» que fuma la primera. La muerte omnipresente: envuelta en su lírico manto de dolor, este como límite, ruptura, vieja mentira como la vieja muñeca Jacqueline, salida del ¿Qué tal?, de Francisco de Goya.

«La muerte es el polo de la Vida hacia lo Inaccesible», dice el emisor en los poemas en prosa Ópalos (1906), y añade: «El Amor es la erupción de las almas hacia Dios». Dos caras de una misma moneda: el deseo de transcendencia, vital y poética, un solo deseo. Idea Vilariño, en su Prólogo, relaciona a esa «dama tétrica», «sin dientes, angulosa», con la «resurrección» del poeta después del veredicto del médico: gracias a «lo literario lo paradojal, lo enfermo» Vilariño no parece poner límites a la incidencia de la vida privada en la obra de un escritor, como si ello llegase al punto de regular toda la elaboración. Creo que las citas de «Almas pálidas» y Ópalos zanjan la cuestión, ya que el lector sólo se queda con el intento de buscar sentido verbal y vital. En el caso de obra tan original como la de Herrera y Reissig ello es primordial, puesto que de lo contrario habría que poner toda la obra en primera persona, lo cual es imposible.

Zum Felde en su Prólogo habla de «dramatismo hermético», metaforizando el sentido profundo de la propia figura citada de Ópalos. Considera además que «su verdad poética está en la maravillosa identificación de su imagen con la vida. Y en el poder mágico de su vivencia sobre el lector». Y, por más que el crítico añade luego que «lo que escribió este sobrevive en la unidad esencial y total del espíritu humano» -dándole a Herrera y Reissig la posibilidad de no ser un escritor nombrilista y egocéntrico-, se contradice al afirmar: «No se escribe ya como Herrera y Reissig», cerrándole el paso a la posteridad, volviéndolo hermético, es decir, obscuro para quienes no conozcan la biografía del autor.

Creo que, adecuación o no, incidencia o no de lo biográfico en cuanto a su obra, lo fundamental es ver que en virtud de ello se crea un discurso literario que viene definido por la intencionalidad que guía la elaboración que transforma al discurso en una entidad diferente, generadora de sentido, a su vez sentido en ella misma en sí, es decir, sentido poiético. Con lo cual, lo importante frente a dicha intencionalidad es la recepción por el lector de lo que crea el escritor. El mensaje así es el de una aiesthesis reveladora de sentido por encima de su origen y de la forma misma que esta pueda revestir. Por eso nadie puede decir de un autor ni que no es sincero ni que «ya no se escribe así»...

La obra de Herrera y Reissig, más que ninguna otra, necesita del lector, porque aquí la intencionalidad se basa en la implicación exacerbada del poeta en ese su ordenamiento mágico. En este ordenar palabras se componen metáforas y figuras extrañas como entrañas sonoras verbales que vibran, y con ellas la materialidad del texto vibra y el sonido alcanza al lector. La magia intencional poética transforma los avatares del autor para que estéticamente alcancen a ser el vehículo de sentimientos vitales. Magia que revela, desnuda, cubre de fastuosas elaboraciones que transportan la esencia misma del ser-en-el-mundo en esa dolorosa condición del misterio vital, que es así eco y misterio poiético.

La finalidad de la obra de Herrera y Reissig es una búsqueda de sentido por las palabras, y ello está presente, resalta en la cita de Ópalos. Lo inaccesible es materia de la Philosophia perennis, base del conocimiento esotérico. Del esplín eterno y universal de Herrera y Reissig.

Ello haría de él ese iniciado que no fue en realidad. De ahí, como resalta en la cita de Ópalos, que su poesía conlleva materia de lo Inaccesible antes bien como caracteres esotéricos, rayos de la vida misma en su profundo misterio, aunados al misterio de la elaboración intencional de la poesía que se construye en bases de lo sagrado de la palabra: mística ceremonia religiosa, elocuente religare en círculo secreto del autor con su lector. En «El Círculo de la muerte» se lee:


Pienso que el gran Arte no depende únicamente de la imaginación, de un sentido particular de la Belleza, sino que está ligado en sus raíces alimenticias a facultades superiores del espíritu como reflexión, síntesis, discernimiento y amplitud, y por eso, a mi juicio, su mayor y menor intensidad y vida.


Como la voz de Une saison en enfer que nace de elaborada alquimia y «sienta a la Belleza en sus rodillas» a la par que la encuentra «amarga» y huye porque su tesoro lo confió a «Oh, miseria; oh, odio; oh, brujas»; así la voz poética de Herrera y Reissig en su «esplín eterno» le ofrece al lector tesoro de alquimias verbales, de sonoridades extrañas que lo fascinan, lo envuelven y llevan al centro mismo de la Creación: perenne filosofía cuyo centro es el carnal misterio de la palabra, del Verbo.

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
Google+