domingo

FELIZ (3) - JUAN DE MARSILIO


primera edición WEB / elMontevideano Laboratorio de Artes / 2017

SANTOS

Alegría y perder la cabeza (*)

Es hombre de Dios quien pide sol moderado,
el pan nuestro y un poco de manteca,
buena digestión
y alegría
pero sin ignorar
que todos tenemos
nuestros Getsemaní,
nuestros calvarios.

-Díganle al Rey que lo perdono,
quiero servirlo bien,
pero más a Dios.

Y aparta, sereno, la barba
para apoyar mejor el cuello
de modo que el verdugo pueda decapitarlo
sin esfuerzo excesivo.

(*) Santo Tomás Moro


Madre

           a Nuestra Señora

Casi nada entendiste,
sin embargo,
en el maravillado corazón
ibas guardando todo.

Como fuiste pudiendo
y con la ayuda de tu esposo
-¡cuánto estaría el pobre
perplejo,
desconcertado!-
encaraste
tu misión extrañísima.

Te imagino
poniéndolo al Niño-Dios
en penitencia por alguna
travesura menor
y levantándole a poco el castigo
porque a las madres buenas
se les hace difícil
ver sufrir a los hijos mucho rato
-supongo que intuirías
que ya mucho tendría para sufrir el pobre
después.

Gracias,
Mamá de todos,
por darnos tu Hijo eterno.


La sotana raída de Don Filippo (*)

Se ensancha el corazón pidiendo cancha:
hay amores que rompen las costillas
y eso es Dios recorriendo los adentros.

Ah, las canas del Papa, vaticanas,
protegidas por blanco bonetito
y los cardenalicios
capelos recubriendo calvicies y malicias
y algunas
(muy poquitas)
testas santas
-ah, los más de los príncipes
que se dicen de Dios
beben en su molicie vinos finos
que escancia Satanás.

La sotana raída, la sotana
toda remiendos yendo
(con la salud también toda remiendos,
toda zurcida a base de milagros)
por las calles romanas
y viniendo sin mengua de su fe
¿Qué son unos cansancios, qué son unas costillas
a tanto corazón?
Y además, algún día hay que morir.

Encima,
pide poco:
¡Sed buenos, si podéis!
Y se pone a cantar entre sus niños.

Se ensancha el corazón pidiendo cancha,
Roma es pequeña para tanto amor
y es Dios que peregrina por sus calles
mandando cardenales al Infierno.

El Tíber no es el Ganges.
Poco importa:
los súbditos del Reino siempre marchan
con pies de peregrino
(pero teniendo en casa el corazón,
que crece porque el cielo
no sabe de costillas).

Nunca fue cardenal.
Siempre se avergonzaba
de levitar en Misa.
Nunca fue cardenal
(se lo ofrecieron).

Hizo mejor negocio:
prefirió el Paraíso.

(*) San Felipe Neri


Leprosos (*)

El cura empezó su homilía:
“Nosotros,
los leprosos…”
¡y agradecía!

(*) San Damián de Veuster


Bodas
   o
El más importante (*)

Maximiliano Kolbe se casa con la muerte
(el cura será célibe pero nunca soltero)
y pide que lo manden al sótano del hambre
para salvar un flaco pellejo compañero.

Ha de morirse el cura. ¡Pero cómo demora!
Los guardias y el veneno liquidan la partida.
En la casa del Padre lo reciben gozosos.
Maximiliano Kolbe se casa con la vida.

(*) San Maximiliano Kolbe, sacerdote polaco, mártir ante el nazismo.



San Jorge y el dragón

Para mejor lidiar con el dragón,
armarse de coraje y de paciencia
y asumir
que a lo más se podrá tenerlo a raya
con ayuda de Dios
-que habrá de alejarlo recién
al final de los tiempos.

Debe tenerse además
los ojos y oídos abiertos
y atenta la nariz:
el bicharraco es capaz
de ocultarse
tras cualquier matorralcito
para saltar de pronto y devorarte.

La fiera acecha en los adentros, que
son el terreno más ajeno al hombre,
el más hostil, el menos cognoscible
("conócete a ti mismo",
predicaba el filósofo,
que no estaba enterado
de que "yo" siempre es otro y enemigo
y te alienta a meterte en cuanto embrollo
te pudieras meter para dejarte
por las tuyas después,
cuando llega el momento
de ingerir la cicuta).

Para mejor lidiar con el dragón,
saber que algunas veces la bestia va a decirte
-con un aire bien piola-
"soy una de tus partes y tal vez
una de las mejores"
y estar dispuesto a encajarle
cuantos lanzazos se pueda,
con miedo y sin piedad.


Fue en Cartago  (*)

Es verdadera historia,
escrito lo tenemos.

No hay en este mundo
felicidad perpetua.

Por otra parte,
Perpetua y Felicidad
partieron hace tiempo
juntas rumbo a la Gloria.

Escrito lo tenemos,
es verdadera historia.

(*) Santas Perpetua y Felicidad, ama y esclava, mártires ambas en Cartago, año 202.

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