domingo

LOS “TRUCS” DEL PERFECTO CUENTISTA Y OTROS ESCRITOS (12) - HORACIO QUIROGA


PRÓLOGO (6)                                                                         

Una imagen del escritor (2)

No es ajena al imaginario quiroguiano la estampa del escritor como héroe, idea arraigada en “El Albatros” baudeleriano y continuada por modernistas y epígonos. En una serie de artículos dedicados a personalidades de las ciencias y artes que Quiroga escribe para Caras y Caretas en 1927 con el título general de “Heroísmos”, dedica dos artículos a Poe y Darío respectivamente, donde esta dimensión “heroica” del escritor es sustentada sobre las antinomias artista versus burgués, arte versus lucro, literatura versus mercado.

Quiroga cimienta la imagen de otro “raro”: el “desterrado”, la del escritor como extraño en su propio medio y en el medio que le es ajeno, de modo de siempre conservar una “exterioridad” frente a la experiencia y a la escritura. Quiroga siente su no pertenencia al medio de los “literatos”, que no identifica como sus pares, al menos a la imagen convencional y estereotipada del hombre de letras. Léase “Los cuatro literatos”, 1909, donde retrata con sorna una caricatura del hombre de letras opuesto al hombree natural. Muchos años después, en la correspondencia con Ezequiel Martínez Estrada, marca constantemente esta diferencia, haciendo alusión al hobby manual y el interés técnico que los emparenta: “¡Por algo y para algo no somos literatos pourris (podridos), vive Cristo!”, dirá en carta del 19 de agosto de 1936. No obstante en Misiones, según le escribe a Martínez Estrada, Quiroga siente que roba el trabajo reservado a los peones, que se apropia de una práctica que no es la suya. Es este oscilar entre dos mundos lo que enriquece su perspectiva y da movilidad a su ángulo de enfoque.

La vida, así como la expresión artística, dice Quiroga en “Ante el Tribunal”, no son un juego. Son un camino de sacrificio, de disciplina y autoexigencia. Quizás por ello este texto está plagado de metáforas de sufrimiento corporal (“heridas”, “propia carne”). Si una imagen trató Quiroga de construir de sí mismo es la que elabora en “Un recuerdo”, casi como una estampa más de sus “Heroísmos”. El texto rememora las penurias de la sequía en Misiones, cuando debía proveerse de agua subiendo un barranco empinado, que lo hacía llegar a destino con los baldes medio vacíos, en un esfuerzo vano e improductivo. La ilustración muestra al propio Quiroga con el torso desnudo, arqueado, jadeante. Una imagen que se construye sobre la heroicidad de lo inútil, como la imagen de Poe, o la de Darío. Probablemente la única que lo mantuvo aferrado a la vida hasta que resolvió ponerle punto final el 19 de febrero de 1937. De esta determinación podría haber dicho Walter Benjamin: “Este suicidio no es renuncia sino pasión heroica. Es la conquista de lo moderno en el ámbito de las pasiones”.

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