jueves

ENCUENTRO CON LA SOMBRA (El poder del lado oscuro de la naturaleza humana) - 153


NOVENA PARTE

EL TRABAJO CON LA SOMBRA: CÓMO ILUMINAR LA OSCURIDAD MEDIANTE LA TERAPIA, LOS RELATOS Y LOS SUEÑOS

Las mejores épocas de nuestras vidas son aquellas en las que acopiamos el suficiente valor como para rebautizar a nuestra maldad como lo mejor que hay en vosotros.
FRIEDRICH NIETZSCHE

En la mitad de la vida
extravié el camino correcto
y me encontré en un bosque oscuro…
Pero, por doloroso que sea perderse,
morir lo es más todavía.
DANTE

Los mitos nos enseñan que en lo más profundo del abismo puede escucharse la voz de la salvación. En los momentos más oscuros es cuando podemos escuchar el verdadero mensaje de transformación. En medio de la oscuridad sobreviene la luz.
JOSEPH CAMPBELL

La única maldad del psiquismo humano consiste en no poder unir o reconciliar los distintos fragmentos de nuestra experiencia. Cuando aceptamos todo lo que somos -incluida la maldad- hasta el mismo mal se transforma. Cuando logramos armonizar las distintas energías de nuestro psiquismo el rostro sangriento del mundo asume el semblante de la Divinidad.
ANDREW BARD SCHMOOKLER


INTRODUCCIÓN (1)

Para recuperar nuestra sombra tenemos que afrontarla e integrar sus contenidos en una imagen más global y completa de nosotros mismos. El encuentro terapéutico con la sombra suele comenzar en la madurez, cuando nos damos cuenta de los efectos limitadores de la represión, cuando ponemos en cuestión los valores que hasta ese momento habían gobernado nuestra vida, cuando se tambalean las esperanzas que habíamos depositado en nosotros mismos y en los demás, cuando nos sentimos abrumados por la envidia, los celos, el impulso sexual y la ambición o cuando se desmoronan estrepitosamente nuestras más firmes convicciones. En cualquier caso, el trabajo con la sombra puede aparecer siempre que nuestra vida parezca estancarse y perder todo su interés y sentido.

Shakespeare era muy consciente de la necesidad de tomar conciencia de la sombra y en sus obras solía referirse a las funestas consecuencias de no prestarle la atención debida. Escuchemos, por ejemplo, la contundente voz del malvado Macbeth describiendo claramente la vacuidad y desdicha con que puede maltratarnos la insondable oscuridad:


La vida es una sombra huidiza…
lleno de sonido y de furia
un cuento absurdo
contado por un idiota.


La patética figura de Macbeth es muy interesante al respecto porque ha perdido el sentido de la vida cuando ya es demasiado tarde para poder trabajar con su sombra. De ese modo, no le queda más remedio que actualizarla y acatar su destino transformándose en un asesino. En un lenguaje menos poético podríamos decir que la verdadera tragedia consiste en tomar conciencia de la sombra cuando ya es demasiado tarde para hacer algo al respecto.

Según Jung, para la mayor parte de nosotros la actualización de la sombra constituye “un problema eminentemente práctico”. Lo que denominamos trabajo con la sombra es el proceso voluntario y consciente de asumir lo que hasta ese momento habíamos decidido ignorar o reprimir. La terapia, por tanto, exige que nos hagamos cargo de aquello que habíamos sacrificado en aras de un ego ideal y que reorganicemos nuestra personalidad sin dejar de lado nuestros aspectos más destructivos.

Pero, para poder establecer este nuevo orden, es necesario que afrontemos y nos liberemos de las ilusiones que hemos alimentado hasta ese momento. En su libro Paseo por la tierra el sociólogo Philip Slater describe el trabajo terapéutico del siguiente modo:

Aunque puedan experimentar regresiones puntuales, los pacientes que emprenden un trabajo psicoterapéutico no retornan literalmente a la niñez para desaprender las pautas de conducta destructivas que han aprendido a lo largo de su vida. Lo verdaderamente importante es llegar a ser capaz de desidentificarse de esa pauta, ser capaz de decirse a uno mismo: “He desperdiciado x años de mi vida tratando de conseguir un objetivo doloroso e inalcanzable. Pero, por más deplorable que esto sea, ahora tengo la oportunidad de cambiar”. Sin embargo, esta es una tarea difícil porque tenemos la tendencia de racionalizar nuestros errores como parte necesaria del proceso de desarrollo (“me enseñó a ser disciplinado”) y a declinar nuestra responsabilidad (“eso era antes de que lo tuviera claro”). Cuando renunciamos a ese tipo de maniobras evasivas nos vemos abocados a la desesperación pero -como señala Alexander Lowen- la desilusión es lo único que puede curarnos de la ilusión. Sin desesperación -una especie de período de luto por las ilusiones y fantasías perdidas- jamás podríamos mirar de frente a la realidad. Quizás haya personas que no puedan superar la desilusión pero lo cierto es que sin ella no puede tener lugar ningún cambio verdaderamente importante.

El objetivo del proceso de individuación (el proceso que nos permite llegar a ser personas completas y únicas) es el de abrazar simultáneamente la luz y la oscuridad  y favorecer el desarrollo de una relación creativa entre el ego y el Yo (nuestro símbolo personal de totalidad individual). De este modo, el diálogo sincero y la interpretación de los sueños que tiene lugar en el encuentro terapéutico nos ofrece la oportunidad de desarticular nuestra falsa personalidad y llegar a aceptar nuestra verdadera naturaleza.

La tarea de reapropiarnos de nuestra personalidad inferior suele requerir la presencia catalizadora de un testigo (un guía o un psicoterapeuta, por ejemplo). En La Sombra y el Mal en los Cuentos de Hadas, Marie-Louise Von Franz describe del siguiente modo el proceso de despertar gradual a la sombra:

Si tratáramos de explicar lo que es la sombra a alguien que carece de la más mínima noción de psicología y acude a una sesión analítica por vez primera, deberíamos decirle que en el fondo de la mente existen ciertos procesos de los que no somos conscientes. Así pues, en una primera aproximación al inconsciente, la sombra no es más que un término “mitológico” que sirve para designar a todos los contenidos inconscientes de nuestro psiquismo. Sólo después de profundizar en los aspectos sombríos de nuestra personalidad y de investigar sus diferentes facetas hace aparición en los sueños una personificación del inconsciente del mismo sexo que el soñante.

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