domingo

ENCUENTRO CON LA SOMBRA (El poder del lado oscuro de la naturaleza humana) - 152


OCTAVA PARTE

LA CONSTRUCCIÓN DEL ENEMIGO: ELLOS Y NOSOTROS EN LA VIDA POLÍTICA

34: ¿QUIÉNES SON LOS CRIMINALES? (5)

Jerry Fyerkenstad

Los delincuentes son los esclavos espirituales de las minas de nuestra ignorancia

En realidad, el deseo de erradicar el crimen es el deseo de eliminar al alma, la imperfección y la necesidad de la gracia, el deseo de construir un mundo regido por consultores, conductistas, empresarios y relaciones públicas. No resulta, por tanto, extraño afirmar que padecemos un fascismo edulcorado de rostro educado y amable (un fascismo literalmente no violento, como subraya reiteradamente Noam Chomsky en sus escritos sobre la sutileza del fascismo americano).

Necesitamos a los delincuentes para poder detener a alguien que no seamos nosotros mismos. Preferimos mandar a otros a las minas, algún voluntario desesperado, una víctima propiciatoria que se encargue de llevar a cabo el trabajo sucio. No es sorprendente que nuestra cultura haya abrazado una religión como la cristiana cuya teología santifica el que otra persona (Cristo) haga nuestro trabajo esencial y muera para expiar nuestros pecados. Pero esto no hace más que postergar nuestra crucifixión, abortar el proceso alquímico antes de su conclusión e impedir nuestra transformación en profundidad.

Si prestamos atención, metafórica y literalmente hablando, al mundo del crimen descubriremos que necesitamos a los “delincuentes” para atacar, violar y asesinar a nuestro ego habitual, a las pautas conceptuales y emocionales que corrompen nuestra alma y nos empujan a tomar decisiones y llevar a cabo acciones dañinas para el cuerpo social y para los objetos y criaturas del mundo. Sin embargo, aunque este crimen sea inevitable también debemos apresar al delincuente, mirarle la cara y aclarar las cosas. Debemos escuchar las razones que arguye para justificar su agresión, cosa que no lograremos, en cambio, si nos limitamos a encerrarlo y tirar luego la llave, a desterrarlo o simplemente a ejecutarlo.

Aunque sacrificáramos a toda la humanidad con ello no haríamos más que perder la oportunidad de hacernos más humanos y desaprovecharíamos la ocasión de profundizar nuestra comprensión tanto de los aspectos oscuros como de los luminosos de todo el espectro de la humanidad. Lo peor de todo es que parece que también nos gustara sacrificar a la tierra que nos sostiene e, incluso, al alma humana. Creemos que los aztecas eran primitivos porque sacrificaban seres humanos para complacer a los dioses  pero no queremos darnos cuentas de que, al amordazar nuestra conciencia para no admitir que nosotros también sacrificamos a los delincuentes, inmolamos al Tercer Mundo en aras de nuestra prosperidad y a las generaciones venideras a cambio de unos pocos bienes de consumo.


*  *  *

Estaba enojado con mi amigo,
Le expresé mi rabia y esta terminó.
Estaba enojado con mi enemigo,
No se lo dije y mi rabia fue en aumento.
Noche y día la regué
Con las lágrimas de mi miedo
Y la expuse al sol de mis sonrisas;
Y con sutiles y engañosas artimañas
Siguió creciendo día y noche
Hasta que brotó una brillante manzana
Y mi enemigo percibió su resplandor.
Y supo que era mía
Y entró furtivamente en mi jardín
Cuando la noche oscurecía el orbe.
A la mañana siguiente, triste, descubrí
a mi enemigo, tendido, bajo el árbol.

WILLIAM BLAKE

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