domingo

SILVIA PLATH: SUPERMAN Y EL TRAJE PARA NIEVE DE PAULA BROWN


NATALIA AROCENA

PRIMERA ENTREGA
Silvia Plath es una escritora estadounidense: nació en Boston, Estados Unidos, en el año 1932. Su padre, Otto Plath es un entomólogo de origen alemán especializado en abejas. Él va a morir cuando Silvia todavía es muy pequeña, pero deja claramente una huella en la autora que se puede encontrar en sus obras. Si bien se hacen diferentes apreciaciones sobre la relación de Silvia con su padre en su poesía podemos ver alusiones al mismo como una figura terrible, el Coloso de sus poemas. Son numerosas las asociaciones que se hacen de él con el nazismo en las obras de la autora, también podemos suponer el carácter abusivo de la relación.

Silvia destaca precozmente en la escritura y demás actividades académicas que emprende, no resultándole difícil acceder a becas primero para el colegio y después para cursar estudios en Inglaterra. Ella misma plantea en algunos momentos su necesidad de destacar en lo que hace, cosa que logra notoriamente. Es posible que incluso sea esa necesidad, de encajar, de ser aceptada la que la pueda estar llevando a  las profundas depresiones que manifiesta. Ella vive una época especial de los Estados Unidos para ser una mujer. Si bien ya estamos a mediados del siglo XX cuando ella es joven, la sociedad de esta época es muy conservadora y tiende a marcar fuertemente roles y funciones. Su época, como casi todo el siglo XX, es de profundos conflictos y cambios. Su período esta marcado por el cambio paulatino del rol de la mujer, la guerra mundial, la crisis económica de Estados Unidos y la guerra fría.
Durante su primer año en el Smith Collage realiza un intento de suicidio, y esto lleva a que la internen en un centro psiquiátrico. Cuando le dan el alta de todas formas logra graduarse con honores. La importancia de tener reconocimientos en sus actividades es una constante en la vida de la autora. También sus problemas psiquiátricos van a ser recurrentes, estando en tratamiento por los mismos aun al momento de su suicidio en 1963.
Poco tiempo después de graduarse, en 1956 conoce al poeta Ted Hughes en una fiesta, casándose con el mismo unos meses después. En los primeros tiempos de su matrimonio pasa un período en Estados Unidos a donde vuelve tanto a dar clases como a concurrir a seminarios. Esta situación dura hasta que Silvia queda embarazada, momento en el que vuelven a Londres. La relación con Ted no llega a un final feliz, ya que descubre que la engaña con otra, lo que la lleva a divorciarse de él.
Comienza así un período muy complejo en su vida: vuelve a vivir a Londres, pero ahora siendo una mujer sola a cargo de dos niños y con algunos problemas económicos. Pasa uno de los inviernos más fríos en la ciudad dedicándose a escribir y tratar de mantenerse, hasta que las dificultades aunadas a sus problemas de depresión llevan a Silvia Plath a suicidarse en 1963. Es mucho lo que hay escrito sobre el período final de la autora, ya que después de su muerte empieza a cobrar una trascendencia importante.
Ted Huges va a ser el que se encargue de publicar gran parte de la obra de Silvia Plath, ya que la mayor parte de ella se encontraba inédita al momento de su muerte. Él también va a ser cuestionado ya que ha publicado cartas y algunos materiales incompletos, actuando como censor de la poeta.
Superman y el traje para nieve Paula Brown
Esta obra es parte de la narrativa breve de Silvia Plath, formando parte del libro Johnny Panic y la Biblia de los Sueños. Al igual que en su poesía, su narrativa también hace uso de elementos autobiográficos. Temporalmente el cuento está situado en los últimos años de la década del 30, en el marco de la segunda guerra mundial. Los protagonistas principales de este cuento son niños, apareciendo algunas figuras adultas vinculadas a los mismos por ser familiares. En este libro de cuentos varios de los mismos se dan en un período coincidente con  la infancia de la autora. En este cuento en particular va a mencionar al padre de la protagonista, Otto, el cual no solo se llama igual que el padre de la autora, sino que también es de ascendencia alemana y ya no se encuentra con vida. 
Otro elemento que podríamos considerar autobiográfico es el lugar donde está situado, ya que la obra se centra en Boston en el año en que comienza la primera guerra mundial.
La autora comienza situándonos espacial y temporalmente en Boston durante el año que comienza la segunda guerra mundial. Introduce también en el primer párrafo a Paula Brown. En la mezcla de elementos que nos nombra logra transmitir elementos emotivos y reales de la situación. Los días son “claros y precisos como formas vistas a través de un caleidoscopio”. La situación está contada como una memoria de trece años después, pero clara, nítida. Guarda elementos diferentes, que son los que recuerda, pero todos ellos son nítidos, Paula Brown, la guerra, y sus sueños y juegos.
Usa la primera persona del singular, nos hace ser protagonistas de su historia. Usa tanto metáforas como comparaciones realizadas en un lenguaje cotidiano. Mediante ellas y con su estilo de narración nos involucra en los detalles, fija puntualmente todo el ambiente, su cuarto con vista al oeste, el brillo de las luces de Boston. Lo primero que hace resaltar de lo que puede apreciar desde su ventana es la vista del aeropuerto de Boston, y el sonido de los aviones. Ninguna de estas menciones es en vano, ya que el tema del vuelo va a ser fundamental en esta narración. “El aeropuerto era mi Meca, mi Jerusalem. Me pasaba las noches enteras soñando con volar”. Con su ritmo descriptivo nos va adentrando cada vez más en la importancia del vuelo para el personaje de la niña. El aeropuerto es a su vez objetivo y lugar sagrado, es el lugar donde se depositan los sueños y las ansias de la niña.          
Los sueños de este período son especiales para ella: “Eran los días de mis sueños en tecnicolor”. Se marca el tiempo pasado; esos días de sueños tecnicolor, brillantes, ya no están más.
Su madre la ponía en la obligación de dormir, de descansar, aunque ella no lo sintiera necesario. Pero es un tiempo que ella aprovecha de forma consciente para soñar. El personaje plantea estar “inventándome mientras tanto los sueños que quería tener”. Hay una voluntad consciente en la niña de lo que quiere soñar. Nos recrea también lo vivido de sus sueños. Ellos son “tan realistas que me despertaba con un repentino sobresalto”; nos los describe con gran nitidez, comparando sus “sueños voladores” con paisajes de Salvador Dalí. Son sueños que aun en su calidad onírica son nítidos.
También nos habla de la sensación de caída cuando los sueños terminan, ella se siente como Ícaro cuando despierta. Esta comparación puede reflejar el carácter de lo imposible de sus sueños como la sensación de pérdida, de fracaso al despertar. El mundo de los sueños de la protagonista es valioso en si mismo, y la vemos esperarlo con ansias.
Nos nombra a Ícaro, pero va a ser otro el que la guie en sus sueños, el que la ayude a volar. Va a ser Superman el que la ayude en sus sueños. Toma un personaje de la cultura popular, quizás uno de los más conocidos de entre los héroes de comics de su época. En este personaje sintetiza la fuerza, la habilidad de volar, y la protección. Lo asocia a la figura de su tío, que vive con ella, como figura masculina y protectora, ya que este Superman de sus sueños se parece mucho a él. Reúne en la imagen de Superman diferentes elementos del vuelo: “En el mágico zumbido de su capa oía yo las alas de un centenar de gaviotas, los motores de mil aviones”. Nos está mostrando al vuelo personificado. Junta en este personaje el poder del vuelo, de los sueños y la aventura. Este personaje va del mundo real a su vida onírica y luego otra vez al mundo real, ya que comparte su entusiasmo por Superman y por “la incontaminada poesía del vuelo” con otro niño de su barrio.
Nos describe a su amigo, el niño que también comparte sus sueños con sólo dos elementos: “un chico pálido y aficionado a los libros”; sus características nos hacen imaginarlo un poco como una persona algo retraída. Ambos comparten también el mismo colegio lo que les permite compartir y recrear lo que escucharon sobre Superman la noche anterior en la radio. Son sólo ellos los que comparten algo así, y nos muestra la diferencia con los demás niños: “los chicos que jugaban al béisbol en el patio de grava y las chicas que lanzaban risitas mientras jugaban a evitar pelotazos en la hondonada vecina”.  Unen a otro niño a sus juegos, Sheldon Fein, pero a diferencia de ellos, que reviven un mundo interno especial, Sheldon participa más junto a ellos en por ser un marginado de los juegos de los demás niños. Él también está descripto en pocos rasgos pero formando una imagen clara: “el pálido hijito de mamá de nuestra manzana al que los chicos expulsaban de sus juegos”. Los tres son marginados dentro de las conductas y actividades habituales de los recreos, pero no es la misma situación la que tienen. Sheldon tampoco forma parte del grupo de la protagonista y su amigo, sino que puede participar en sus juegos en carácter de villano.

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