CAPÍTULO 4 (24)
Síntesis cultural (1)
Hemos afirmado a lo largo de este capítulo, ora implícita ora explícitamente, que toda acción cultural es siempre una forma sistematizada y delibrada de acción que incide sobre la estructura social, en el sentido de mantenerla tal como está, de verificar en ella pequeños cambios o transformarla.
De ahí que, como forma de acción deliberada y sistemática, toda acción cultural tiene su teoría, la que, determinando sus fines, delimita sus métodos.
La acción cultural -consciente o inconscientemente- o está al servicio de la dominación o lo está al servicio de la liberación de los hombres.
Ambas, dialécticamente antagónicas, se procesan, como lo afirmamos, en sobre la estructura social, que se constituye en la dialecticidad permanencia-cambio.
Esto es lo que explica que la estructura social, para ser, deba estar siendo o, en otras palabras, estar siendo es el modo de “duración que tiene la estructura social, en la acepción bergsoniana del término.” (130)
Lo que pretende la acción cultural dialógica, cuyas características acabamos de analizar, no puede ser la desaparición de la dialecticidad permanencia-cambio (lo que sería imposible, puesto que dicha desaparición implicaría la desaparición de la estructura social y, por ende, la desaparición de los hombres), sino superar las contradicciones antagónicas para que de ahí resulte la liberación de los hombres.
Por otro lado, lo que pretende la acción cultural antidialógica es mitificar el mundo de estas contradicciones a fin de obstaculizar o evitar, de la mejor manera posible, la transformación radical de la realidad.
Notas
(130) En verdad, lo que posibilita que la estructura sea estructura social y, por lo tanto, histórico- cultural, no es la permanencia ni el cambio, en forma absolutizada, sino la dialecticidad de ambas. En última instancia, lo que permanece en la estructura no es la permanencia en el cambio, sino la “duración” de la dialecticidad permanencia-cambio.
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