3 / LA LECCIÓN DE LAS RELACIONES (5)
EKR (5)
Las situaciones que se producen en las relaciones nos ofrecen todas las lecciones que necesitamos aprender. Como diamantes en una pulidora, pulimos nuestras aristas más afiladas mediante nuestras relaciones.
En ocasiones nos decimos a nosotros mismos que seremos felices cuando determinadas cosas de una relación cambien. Deseamos esos cambios porque queremos que la relación nos haga felices. Creemos que cuando consigamos que nuestra pareja o la relación sean distintas, serán la esposa o el esposo perfectos y seremos felices. Pero eso es falso.
Nuestra felicidad no depende de que las relaciones cambien para “bien”. Nosotros no podemos cambiar a los demás ni nos corresponde hacerlo. ¿Qué ocurriría si no cambiaran nunca o si no tuvieran que cambiar? Además, si nosotros queremos ser quienes somos de verdad, ¿no deberíamos permitirnos que ellos también lo fueran?
Nuestras relaciones son las adecuadas. Aunque la otra persona no sea como queremos que sea, eso no significa que esté actuando mal. Todas las relaciones son recíprocas, lo cual significa que somos el reflejo de las personas con las que nos relacionamos. Los iguales se atraen, así que atraemos lo que hay en nuestro interior.
Charles y Kathy llevaban casados cinco años. Charles comprendió el aspecto negativo de la idea de que actuamos como un reflejo de los demás: “Si tengo una relación aburrida, quizá se deba a que estoy aburrido. O peor, a que soy aburrido.”
En efecto, Charles tenía razón. Pero la parte positiva es que eso hace que el problema sea más tangible. Decir que una relación es aburrida no es una afirmación muy concreta y adjudicamos el problema a la relación.
Lo bueno del asunto es que el problema está en nuestro interior, de modo que podemos llegar a él y solucionarlo. La solución nunca consiste en hacer saber a la otra persona que está equivocada para que cambie, y tampoco en conseguir que sea mejor: siempre tiene que ver con nosotros mismos. Nosotros creamos nuestro propio destino y tenemos que descubrir las lecciones que subyacen en las dificultades a las que nos enfrentamos. Demasiado a menudo nos deshacemos de nuestra pareja en lugar del problema. Las parejas nos ofrecen una oportunidad única para descubrir nuestros puntos flacos y a nosotros mismos. Eso no significa que debamos sufrir manteniendo una relación enfermiza, pero antes de separarnos debemos preguntarnos si el problema reside en nuestra pareja, en nuestra relación o en nosotros.
Cuando nos fijamos en la otra persona, perdemos de vista lo que realmente debemos trabajar en nuestra relación, o sea, nosotros. Podríamos decir: “Qué vacío debo de estar para estar tan lleno de ti.” La única persona a la que podemos controlar es a nosotros mismos. Si centramos nuestro trabajo en nosotros mismos, las circunstancias que nos rodean cambiarán por sí solas. Eso puede significar que la relación funcione o bien que no sea así y haya llegado el momento de seguir otro camino. Pero se trata, siempre, de un trabajo interior.
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