ELEGÍA A LEONARD COHEN
Maldita muerte:
Me tienes harto.
Te he negado en mis poemas
y aún me haces llorar a carcajadas;
a mí,
cuyos ojos son soles
babilónicos.
He escupido tu rostro de mármol coloidal
para ejercitar mi espíritu.
¿Por qué te alquilas tan a bajo precio
a los poderosos?
¿Acaso no crees que ha llegado el momento de darles la espalda
y cambiar de bando?
Muerte, ninfómana incorregible:
Aunque tú no existieras
hubiera hecho lo mismo.
Ya no te busco.
Tu constante coqueteo libidinoso
me deja indiferente.
Tu aliento reptílico
no logra ya
fagocitar mi hipotálamo.
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