OCTAVA PARTE
LA CONSTRUCCIÓN DEL ENEMIGO: ELLOS Y NOSOTROS EN LA VIDA POLÍTICA
33: EL DESDOBLAMIENTO Y LOS MÉDICOS NAZIS (6)
Robert Jay Lifton
El desdoblamiento, la división y el mal (2)
Por otra parte, no creemos que el desdoblamiento de los médicos nazis constituyera un “desorden de carácter” antisocial en el sentido clásico del término ya que dicho proceso tendía a ser más una forma de adaptación que una pauta definitiva. A pesar de ello, sin embargo, el desdoblamiento presenta ciertos rasgos característicos del deterioro “sociopático” del carácter como de los desórdenes emocionales (que fluctúan entre la indiferencia y el odio), el rechazo patológico de la sensación de culpa y el uso de la violencia para superar la “depresión encubierta” (relacionada con la represión de la culpa y la indiferencia) y poder seguir manteniendo una sensación de vitalidad. (17) En ambos casos, además, la conducta destructiva -e incluso criminal- puede estar encubriendo el temor a la desintegración del Yo.
Los desórdenes propios del fenómeno del desdoblamiento son más puntuales, transitorios y ligados a una estructura institucionalizada mayor que no sólo los alienta sino que, en ocasiones, puede llegar a exigirlos. En este sentido, la conducta de los médicos nazis se parece a la de algunos terroristas, miembros de la Mafia, “escuadrones de la muerte” organizados por los dictadores y de determinadas bandas delictivas. En todos estos casos existen profundos vínculos ideológicos, familiares, étnicos y, en ocasiones, generacionales que contribuyen a modelar la conducta criminal. El desdoblamiento constituye, pues, el mecanismo psicológico más importante que permite al individuo seguir viviendo en una subcultura criminal como ocurre, por ejemplo, en el caso de un jefe de la Mafia o de un jefe de los “escuadrones de la muerte” que ordena fríamente (o perpetra él mismo) un asesinato mientras sigue desempeñando el papel de esposo, padre y católico ejemplar. El desdoblamiento es, pues, un mecanismo adaptativo que permite subsistir en las condiciones extremas propias de una subcultura. Pero no debemos olvidar tampoco la existencia de factores adicionales, algunos de los cuales se remontan a la temprana infancia, que contribuyen positivamente al desarrollo del proceso. (18) Ese fue el caso de los médicos nazis.
Añadamos, para concluir, que el desdoblamiento es el mecanismo psicológico que nos permite invocar la maldad potencial que existe en nuestro Yo. El mal no es inherente ni ajeno al ego. Es por ello que poner fin al desdoblamiento o potenciarlo es una elección moral de la que uno es responsable cualquiera sea su nivel de conciencia. (19) Así pues, al acceder al desdoblamiento -uno de los factores que nos permiten explicar la maldad humana- los médicos nazis eligieron fáusticamente el mal.
Notas
(17) Véase Lifton, Broken Connection, pp. 407-9; y Charles H. King, “The ego and the Integration of Violence in Homicidal Youth, American Journal of Orthopsychiatry, 45 (1975); p. 142.
(18) En el contexto de las subculturas mencionadas, Roberto W. Rieber utiliza el término “pseudosicopatía” para referirse a lo que denomina un “comportamiento criminal selectivo”. Véase también Robert W. Rieber, “The Psychopathy od Everyday Life” (manuscrito inédito).
(19) James S. Grotstein habla del desarrollo de un “ser separado que vive dentro de cada uno de nosotros, una entidad que se ha separado de manera preconsciente y que tiene una existencia independiente, unos objetivos independientes, etcétera” y en el que puede originarse “el mal, el sadismo, la dstructividad” e, incluso, “la posesión demoníaca”. Siguiendo a Colin Wilson, Grotstein denomina “mente parásita” a aquellos aspectos y atributos del yo que han sido reprimidos y enajenados artificialmente en la más temprana infancia. (Véase James S. Groststein, “The Soul in Torment: An older and Newer View of Psychopathology”, Bulletin of the National Council of Catholic Pasychologists, 25 (1979), pp. 36-52.
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