miércoles

ENCUENTRO CON LA SOMBRA (El poder del lado oscuro de la naturaleza humana) - 119


SÉPTIMA PARTE

29. LA TOMA DE CONCIENCIA DE NUESTRA ESCISIÓN INTERNA (3)

En el libro Gandhi’s Truth, Erik Eriksin nos ayuda a esclarecer algunas de las trampas que acechan en el camino de la paz. No cabe la menor duda de que Gandhi constituye, con todo merecimiento, un héroe del movimiento pacifista de nuestro siglo. El mismo libro de Erikson es un tributo de admiración. La figura semidesnuda de Gandhi constituye la encarnación misma de la sencillez de espíritu y nos enseña a apelar a la bondad de nuestros adversarios y a no convertirlos en demonios. Así pues, su ejemplo nos señala el camino para detener la escalada vertiginosa de la violencia mediante la decisión voluntaria de aceptar los agravios sin responder a ellos.

No obstante, como afirmó Erikson en una carta abierta dirigida a Gandhi, el obstinado esfuerzo del mahatma por alcanzar la perfección moral constituye también una evidencia de su dimensión sombría. Según Erikson, la relación que Gandhi sostenía consigo mismo entrañaba un tipo de violencia que le llevó a establecer relaciones de dominio y explotación con las personas que le rodeaban. (6) En opinión de Erikson, el combate que Gandhi sostuvo consigo mismo para alcanzar la santidad es la herramienta que nos mantiene cautivos del yugo de la violencia.

Erikson prosigue diciendo: “Mientras sigamos siendo incapaces de aplicar la no violencia (satyagraha) a la “maldad” que se asienta en nuestro interior y sigamos temiendo a nuestros instintos no haremos más más que marchitar nuestra sensibilidad, correremos el riesgo de convertirnos en criaturas doblemente peligrosas y la no violencia tendrá pocas oportunidades de adquirir una relevancia universal” (7) El argumento central de la tesis de Erikson es que la lucha que Gandhi sostenía contra su propia sexualidad -una lucha en la que la proyección desempeñó una función muy importante- dañó a otras personas. No podemos por menos de hacernos eco de las reservas con las Orwell reflexionaba sobre Gandhi: “No cabe la menor duda de que un santo debe evitar el alcohol, la carme, etcétera, pero, de la misma manera, los seres humanos también de tratar de evitar la santidad”. (8) A fin de cuentas, la santidad constituye una identificación exclusiva con nuestros aspectos “virtuosos” -en tanto que irremisiblemente opuestos a nuestros aspectos “pecaminosos”- y, por tanto, sigue alimentando nuestra concepción belicista de la vida. “Gran parte del exceso de violencia que distingue a los hombres de los animales -continúa Erikson- son el fruto de métodos educativos pueriles que enfrentan a una parte del ser humano en contra de otras”. (9)

Es posible que existan otras alternativas. La bondad puede ser concebida en términos de salud. En inglés, la raíz de la palabra “salud” (health) está relacionada con la de “totalidad” (whole). Desde este punto de vista, la maldad deja de ser algo que debemos destruir violentamente para convertirse en una enfermedad que debemos curar, algo que hay que completar. Sólo haciéndonos seres completos hallaremos el camino que conduce a la paz y al bienestar. Y, para lograrlo, es fundamental que nos reconciliemos con nuestras facetas pecadoras e imperfectas. Erich Neumann considera que uno de los principales objetivos terapéuticos de la psicología profunda descansa en acopiar el “coraje moral necesario para no tratar de se ser ni mejor ni peor de lo que uno realmente es”. Erikson, por su parte, finaliza su carta a Gandhi diciendo que -como afirma el psicoanálisis- el satyagraha del mahatma debería contemplar la necesidad de un encuentro terapéutico con uno mismo que nos permia “reconciliarnos amablemente con nuestros enemigos internos…” (11) Sólo de este modo la violencia fragmentadora desaparecerá para dejar paso a la integración.

La bondad no reinará en el mundo cuando haya triunfado sobre el mal, sino cuando nuestro anhelo por el bien deje de estar basado en la derrota del mal. Mientras sigamos entregándonos a la búsqueda exclusiva de la santidad y no aceptemos humildemente nuestra condición imperfecta será imposible alcanzar la verdadera paz. Fue precisamente Santa Teresa de Lisieux quien describió lo difícil que resulta dejar que el espíritu de la paz more en nuestros corazones. “Sólo cuando puedas soportar serenamente el desafío de despreciarte a ti mismo será para Jesús el más grato de los refugios”. (12)


*  *  *


¿Hay alguna diferencia entre el sí y el no?
¿Hay alguna diferencia entre lo bueno y lo malo?
¿Debo temer lo que otros temen? ¡Qué absurdo!
Tener y no tener son las dos caras de una misma moneda.
Lo fácil y lo difícil se completan mutuamente.
Lo largo y lo breve cooperan entre sí.
Lo alto y lo bajo se compensan el uno al otro.
El frente y el reverso van siempre juntos.
LAO TSE


Notas

(7) Ibid.
(8) Véase Erikson, Gandhi’s Truth: on the Origins of Militant Non-violence (Nueva York: W. W. Norton, 1969). Es interesante constatar la existencia de un fenómeno similar en la vida de Leon Tolstoy quien, a pesar de tratar de convertir a todo el mundo hacia el amor y la paz cristianos perfectos durante los últimos diez años de su vida, no obstante, un despotismo cruel hacia su esposa y su ama de llaves.
(7) Erikson, Gandhi, p. 251,
(8) George Orwell, Collected Essays (Londres: Heineman, 1966), P. 456.
(9) Erikson, Gandhi, p. 234,
(10) Erich Neumann, Depth Psuchology and a New Ethic (London: Hodder & Stoughton, 1969), p. 111.
(11) Erikson, Gandhi, p. 433.
(12) Citado por Peck, Lie, p. 11.

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