miércoles

NOCHE OSCURA (21) - SAN JUAN DE LA CRUZ


CAPÍTULO 13

De otros provechos que causa en el alma esta Noche del sentido (1)


1 / Acerca de las imperfecciones que en la avaricia espiritual tenía en que codiciaba unas y otras cosas espirituales y nunca se veía satisfecha el alma de unos ejercicios y otros con la codicia del apetito y gusto que hallaba en ellos, ahora en esta Noche seca y oscura anda bien reformada; porque, como no halla gusto y sabor que solía -antes halla en ellas sinsabor y trabajo, con tanta templanza usa de ellas, que por ventura podría perder ya por punto de corto como antes perdía por largo. Aunque a los que Dios pone en esta Noche comúnmente les da humildad y prontitud -aunque con sinsabor- para que sólo por Dios hagan aquello que se les manda; y desaprovéchanse de muchas cosas porque no hallan gusto en ellas.

2 / Acerca de la lujuria espiritual, también se ve claro que, por esta sequedad y sinsabor de sentido que halla el alma en las cosas espirituales, se librará de aquellas impurezas que allí notamos; pues, comúnmente, dijimos que procedían del gusto que del espíritu redundaba en el sentido.

3 / Pero de las imperfecciones que se libra el alma en esta Noche oscura acerca del cuarto vicio, que es la gula espiritual, puédense ver allí, aunque no están allí dichas todas, porque son innumerables; y así yo aquí no las referiré, porque querría ya concluir con esta Noche para pasar a la otra, de la cual tenemos graves palabras y doctrina.

Baste -para entender los innumerables provechos que, demás de los dichos, gana el alma en esta Noche acerca de este vicio, gula espiritual- decir que de todas aquellas imperfecciones que allí quedan dichas se libra, y de otros muchos y mayores males y feas abominaciones (que, como digo, allí no están escritas), en que vinieron a dar muchos de que habemos tenido experiencia, por no tener ellos reformado el apetito en esta golosina espiritual. Porque, como Dios en esta seca y oscura Noche en que pone al alma tiene refrenada la concupiscencia y enfrenado el apetito, de manera que no se puede cebar de ningún gusto ni sabor sensible de cosa de arriba ni de abajo, y esto lo va continuando de tal manera, que queda impuesta el alma, reformada y emprensada según la concupiscencia y apetito, pierda la fuerza de las pasiones y concupiscencia y se hace estéril no usándose el gusto -bien así como, no acostumbrado a sacar leche de la ubre, se secan los cursos de la leche-; y enjugados así los apetitos del alma, síguense, demás de los dichos, por medio de esta sobriedad espiritual, admirados provechos en ella; porque, apagados los apetitos y concupiscencias, vive el alma en paz y tranquilidad espiritual, porque donde no reina apetito ni concupiscencia no hay perturbación, sino paz y consuelo de Dios.

4 / Sale de aquí otro segundo provecho, y es que trae ordinaria memoria de Dios con temor y recelo de volver atrás (como queda dicho) en el camino espiritual. El cual es grande provecho -y es no de los menores- en esta sequedad y purgación del apetito, porque se purifica el alma y limpia de las imperfecciones que se le pegaban por medio de los apetitos y afecciones, que de suyo embotan y ofuscan el ánima.

5 / Hay otro provecho muy grande en esta Noche para el alma, y es que se ejercita en las virtudes de por junto, como en la paciencia longanimidad que se ejercita bien en estos vacíos y sequedades, sufriendo el perseverar en los espirituales ejercicios sin consuelo y sin gusto.

Ejercítase la caridad de Dios, pues ya no por el gusto atraído y saboreado que halla en la obra es movido, sino sólo por Dios.

Ejercita aquí también la virtud de la fortaleza, porque en estas dificultades y sinsabores que halla en el obrar saca fuerzas de flaqueza, y así se hace fuerte. Y, finalmente, todas las virtudes, así teologales como cardinales y morales.

Corporal y espiritualmente se ejercita el alma en estas sequedades.

6 / Y que en esta Noche consiga el alma estos cuatro provechos que habemos dicho, conviene a saber: delectación de paz, ordinaria memoria y solicitud de Dios, limpieza y pureza de alma y el ejercicio de virtudes que acabamos de decir, dícelo David, como lo experimentó él mismo estando en esta Noche, por estas palabras: Mi alma desechó las consolaciones, tuve memoria de Dios, hallé consuelo y ejercíteme y desfalleció mi espíritu (Ps. 76,4). Y luego dice: Y medité de noche con mi corazón, y ejercitábame, y barría y purificaba mi espíritu (v. 7), conviene a saber, de todas las afecciones.

7 / Acerca de las imperfecciones de los otros tres vicios espirituales que allí dijimos que son ira, envidia acidia, también en esta sequedad del apetito se purga el alma y adquiere las virtudes a ellas contrarias, porque, ablandada y humillada por estas sequedades y dificultades y otras tentaciones y trabajos que a vueltas de esta Noche Dios la ejercita, se hace mansa para Dios y para consigo, y también para con el prójimo; ni acerca de Dios trae disgustos y querellas descomedidas porque no le hace presto bueno.

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