CAPÍTULO 16
La pestaña del lobo (2)
Y la vez en que el carnicero pesó la carne ella miró a través de la pestaña del lobo y vio que pesaba también su pulgar.
Y miró al pretendiente que le decía "Soy el que te conviene", y vio que no le convenía para nada.
Y de esta manera y muchas más se salvó no de todas pero sí de muchas desgracias.
Pero, además, con esta nueva visión, no sólo vio al astuto y al cruel sino que el corazón se le hizo inmensamente grande, pues miraba a las personas y las volvía a calibrar gracias al don que le había otorgado el lobo al que ella había salvado.
Y vio a los que eran verdaderamente buenos y se acercó a ellos, encontró a su compañero y permaneció a su lado todos los días de su vida, percibió a los valerosos y se acercó a ellos, captó a los fieles y se unió a ellos, vio perplejidad por debajo de la cólera y se apresuró a disiparla, vio amor en los ojos de los tímidos y se inclinó hacia ellos, vio sufrimiento en los callados y cortejó su risa, vio necesidad en el hombre sin palabras y le habló, vio fe en lo más hondo de la mujer que afirmaba no tenerla y se la volvió a encender con la suya.
Vio todas las cosas con la pestaña del lobo, todas las cosas verdaderas y todas las cosas falsas, todas las cosas que iban contra la vida y todas las cosas que iban a favor de la vida, todas las cosas que sólo podían verse a través de los ojos de aquel que pesa el corazón con el corazón, y no sólo con la mente.
Así descubrió que era cierto lo que dicen, que el lobo es la más sabia de las criaturas. Si prestas atención, el lobo cuando aúlla hace siempre la pregunta más importante, no dónde está el alimento más próximo, la pelea más próxima o la danza más próxima,
sino la pregunta más importante para ver dentro y detrás, para sopesar el valor de todo lo que vive, ¿dóooonde estáaaa el almaaaa?
¿Dónde está el alma? ¿Dónde está el alma?
Sal al bosque, sal enseguida. Si no sales al bosque, jamás ocurrirá nada y tu vida no empezará jamás. Sal al bosque, sal enseguida. Sal al bosque, sal enseguida.
(Selección de "La pestaña del lobo", poema original en prosa de C. P. Estés, copyright 1970, de Rowing Songs for the Night Sea Journey, Contemporary Chants.)
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