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LA INTIFADA PALESTINA Y SU POESÍA (13) - Alejandro Hamed Franco


Poemas palestinos de resistencia

Taufiq Zayyad
Mahmud Darwish
Fadua Tuqán
Samih Al-Qasim
Salim Yubrán

Prólogo, selección y notas de Alejandro Hamed Franco

Primera edición WEB: elMontevideano Laboratorio de Artes, 2016 / Primera edición: Arandurâ Editorial, 2002.


MAHMUD DARWISH (5)


La muerte, gratis

El otoño pasaba por mis carnes
lo mismo que un entierro de naranjas,
como luna de cobre destrozada
por piedras y arenales.
Y, sobre las entrañas de los hombres,
allá en mi corazón, caían los niños.
A mis ojos hería todo el terror,
todo eso que no puede decirse,
y allí, desde la sangre derramada,
sus brazos me gritaban:
¡ven!... ¡ven!... ¡ven!

*  *  *

¡Ay, Kufr Quasim!
Caín no es ya mi hermano.
Alza el cuello hacia el sol alheñado de sangre.
No entierres a tus cuerpos.
Déjalos, cual columnas de luz,
y mi sangre vertida
como anuncio, a la tarde, de los tiranos.
Igual que el monte verde
en el pecho del aire.
Sabe que los poetas
pesan a los jilgueros de los bosques,
y el heroísmo se honra en arriesgar
a la tribu confiada.
Les bendigo… Esa gloria
que mana sangre y vicio.
Y también felicito al verdugo que vence
a un ojo de mujer,
para coger, del pelo de sus trenzas,
su vestido de invierno.
¡Hurra a los invasores de las aldeas!
¡Hurra a los asesinos de la infancia!

*  *  *

¡Ay, Kufr Quasim!
Los mármoles mortuorios, lo mismo que una mano
tiran de mis raíces a lo hondo,
de todas las raíces, crecientes, de los huérfanos.
¡Que tu mano, Yaqut,
nos diga la nobleza de su canto!
Lo mismo que la luz y la palabra,
sin plegarse a dolores ni cadenas.
¡Las lápidas, Kufr Qasim,
son un puño que aprieta!


Cuando cae la luna

Cuando cae la luna
como rotos espejos,
crece la sombra en medio de nosotros
y mueren las leyendas.
No duermas, amor mío,
que nuestra herida se ha hecho, ya, medalla
y fuego sobre la luna,
y tras nuestro balcón
se anuncia una mañana,
y un brazo satisfecho
de enlazarme y volar.
Para que me imagine
como una mariposa, en los candiles
de la flor de azahar,
y unos labios remotos
me hablen sin palabras.

No duermas, amor mío,
que tras nuestro balcón
se anuncia una mañana,
y han caído las rosas
sin olor, de mi mano.

No duermas, amor mío.
 que se matan los pájaros,
y mis pestañas beben,
como espigas, la noche y el destierro.
Tu voz dulce es un beso,
es ala sobre cuerda.
Y una rama de olivo
en el destierro llora
sobre piedras,
buscando sus raíces,
los soles y la lluvia.

No duermas, amor mío,
que se matan los pájaros.
Cuando cae la luna,
como rotos espejos,
y nos vamos cuidando nuestra herida.
Cuando cae la luna,
y el amor se hace himno.
No duermas, amor mío,
que nuestra herida se ha hecho, ya, medalla.
Y ya nuestras dos manos,
en las sombras,
son como un ruiseñor sobre la cuerda.

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