martes

ENCUENTRO CON LA SOMBRA (El poder del lado oscuro de la naturaleza humana) - 113


SÉPTIMA PARTE

27. REDIMIENDO NUESTROS DIABLOS Y NUESTROS DEMONIOS (2)

Stephen A. Diamond

La sombra y lo daimónico (2)

James Hillman nos recuerda que el encuentro personal de Jung con lo daimónico le persuadió de nuestra “enorme responsabilidad” al respecto. May, al igual que Jung, considera que tenemos la obligación ética y moral de elegir cuidadosamente nuestra respuesta a los frecuentemente ciegos impulsos psicobiológicos de lo daimónico y a asumir con resolución nuestras decisiones más constructivas. Es bien conocido el hecho de que Jung no logró superar la emergencia abrumadora de material procedente del inconsciente mediante la represión o el acting out sino gracias a un compromiso casi religioso con la “imaginación activa”, con la observación y con el escrupuloso registro de su experiencia subjetiva. Esta decisión consciente y deliberada retiterada una y otra vez fue -como dice Hillman- la que terminó convirtiendo finalmente a Jung en un “hombre daimónico”. (18)

Según May, la noción de daimon abarca e integra los conceptos junguianos de sombra y de Yo y los arquetipos de anima y animus. Pero, mientras que Jung distingue entre la sombra y el Yo y también establece diferencias entre la sombra personal y la sombra y los arquetipos colectivos, May, por su parte, no lleva a cabo tales distingos. Recordemos la cautela de Marie.Louise von Franz a este respecto:

Debemos permanecer escépticos ante cualquier intento de relacionar estas “almas”, o “daimones”, con los conceptos junguianos de sombra, anima, animus y Yo. Jung solía afirmar que cometeríamos un grave error si supusiéramos que la sombra, el anima (o el animus) y el Yo se encuentran separados en el inconsciente de una persona y se manifiestan en un orden concreto y definido… Si analizamos las distintas personificaciones del Yo entre los daimones de la antigüedad advertiremos que algunos de ellos son una mezcla entre la sombra y el Yo, o entre el animus-anima y el Yo. En otros términos, podríamos decir que representan la “otra” personalidad inconsciente del individuo todavía indiferenciada. (19)

Sin embargo, a pesar de todas estas diferencias la unificadora noción junguiana de sombra nos ayuda a reconciliar la fragmentación impuesta por el conflicto entre opuestos. El hecho de afrontar y asimilar nuestra sombra nos obliga a reconocer la totalidad de nuestro ser, una totalidad que engloba el bien y el mal, lo racional y lo irracional, lo masculino y lo femenino, lo consciente y lo inconsciente. Si comparamos los conceptos psicológicos de sombra y de daimon tenemos la fuerte impresión de que tanto Jung como May están intentando señalar la misma verdad fundamental de la existencia humana. A diferencia de lo que ocurre con el concepto de May de lo daimónico o con la noción junguiana de sombra, sin embargo, el concepto de Peck de lo “demoníaco” constituye algo exclusivamente negativo, un poder tan vil que en modo alguno puede ser redimido y sólo puede ser exorcizado, expulsado o excluido de la conciencia.

La psicoterapia constituye uno de los posibles caminos que nos conducen a llegar a ponernos de acuerdo con lo daimónico. Cuando asumimos nuestros “demonios” internos -simbolizados por aquellas tendencias que más tememos y rechazamos- los trasmutamos en útiles aliados, en energía psíquica renovada y apta para propósitos más constructivos. Este proceso de descubrimiento puede conducirnos a la paradoja con la que tropiezan muchos artistas: Lo que antes habíamos negado y rechazado se convierte en la verdadera fuente redentora de nuestra vitalidad, creatividad y espiritualidad.


Notas

(18) James Hillman, Healing Fiction (Nueva York: Station Hill Press, 1983); p. 68.
(19) Marie-Louise von Franz, “Daimons and the Inner Companions”, p. 39.

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