lunes

NOCHE OSCURA (12) - SAN JUAN DE LA CRUZ


CAPÍTULO 7 

De las imperfecciones acerca de la envidia y acidia espiritual.

1 / Acerca también de los otros dos vicios, que son envidia y acidia espiritual, no dejan de tener estos principios hartas imperfecciones. Porque acerca de la envidia muchos de estos suelen tener movimientos de pesarles del bien espiritual de los otros, dándoles alguna pena sensible de que les lleven ventaja en este camino, y no querrían verlos alabar; porque se entristecen de las virtudes ajenas, y a veces no lo pueden sufrir sin decir ellos lo contrario, deshaciendo aquellas alabanzas como pueden, y les crece, como dicen, el ojo no hacerse con ellos otro tanto, porque querrían ellos ser preferidos en todo. Todo lo cual es muy contrario a la caridad; la cual, como dice San Pablo, se goza de la verdad (1 Cor. 13, 6). Y, si alguna envidia tiene, es envidia santa, pesándole de no tener las virtudes del otro, con gozo de que el otro las tenga, y holgándose de que todos le lleven la ventaja por que sirvan a Dios, ya que él está tan falto en ello.

2 / También acerca de la acidia espiritual suelen tener tedio en las cosas que son más espirituales y huyen de ellas. Como son aquellas que contradicen al gusto sensible; porque, como ellos están saboreados en las cosas espirituales, en no hallando sabor en ellas las fastidian; porque, si una vez no hallaron en la oración la satisfacción que pedía su gusto (porque, en fin, conviene que se le quite Dios para probarlos), no querrían volver a ella, o a veces la dejan, o van de mala gana. Y así, por esta acidia posponen el camino de perfección, que es de la negación de su voluntad y gusto por Dios, al gusto y sabor de su voluntad, a la cual en esta manera andan ellos por satisfacer más que a Dios.

3 / Y muchos de estos querría que quisiese Dios lo que ellos quieren, y se entristecen de querer  lo que quiere Dios, con repugnancia de acomodar su voluntad a la de Dios, y que, por el contrario, cuando ellos se satisfacen, crean que Dios se satisface, midiendo a Dios consigo, y no a sí mismos con Dios, siendo muy al contrario lo que Él mismo enseñó  en el Evangelio, diciendo que el que perdiese su voluntad por él, ese la ganaría y el que la quisiere ganar, ese la perdería. (Mt. 16, 25).

4 / Estos también tienen tedio cuando les mandan lo que no tiene gusto para ellos. Estos, porque se andan al regalo y sabor del espíritu, son muy flojos para la fortaleza y trabajo de perfección, hechos semejantes a los que se crían con regalos, que huyen con tristeza de toda cosa áspera y oféndese de la cruz, en que están los deleites del espíritu. Y en las cosas más espirituales más tedio tienen, porque, como ellos pretenden andar en las cosas espirituales a sus anchuras y gusto de su voluntad, háceles gran tristeza y repugnancia entrar por el camino estrecho -que dice Cristo- de la vida. (ibíd., 7, 14).

5 / Estas imperfecciones baste aquí haber referido de las muchas en que viven los de este primer estado de principiantes, para que se vea cuánta sea la necesidad que tienen de que Dios los ponga en estado de aprovechados, que se hace entrándolos en la Noche oscura que ahora decimos, donde, destetándolos Dios de los pechos de estos gustos y sabores en puras sequedades y tinieblas, inferiores, digo interiores, les quita todas esas impertinencias y niñerías y hace ganar las virtudes por medios muy diferentes. Porque, por más que los principiantes en mortificar en sí se ejerciten todas estas sus acciones y pasiones, nunca del todo, ni con mucho, pueden, hasta que Dios lo hace en ellos pasivamente por medio de la purgación de la dicha Noche. En la cual, para hablar algo que sea en su provecho, sea Dios servido darme la divina luz, porque es bien menester en Noche tan oscura y materia tan dificultosa para ser hablada y recitada.

Es, pues, el verso:

En una Noche oscura

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