viernes

MUJERES QUE CORREN CON LOS LOBOS (152) - CLARISSA PINKOLA ESTÉS



CAPÍTULO 14

La selva subterránea:
La iniciación en la selva subterránea

La quinta fase: El tormento del alma (2)

Un nuevo yo está en camino. Nuestra vida interior tal y como la hemos conocido hasta ahora está a punto de cambiar. Aunque eso no significa que tengamos que arrojar por la borda los aspectos honrados y, sobre todo, los apoyos en una especie de enloquecida limpieza del hogar, sí quiere decir que, durante el descenso, el mundo y los ideales de arriba palidecen y durante algún tiempo nos sentimos inquietas e insatisfechas, pues la satisfacción está a punto de nacer en la realidad interior.

Eso que ansiamos tener jamás nos lo podrá dar un compañero, un trabajo, el dinero, un nuevo esto o aquello. Lo que ansiamos tener pertenece a otro mundo, el mundo que sostiene nuestra vida de mujeres. Y este Yo-hijo que estamos esperando sólo puede nacer por este medio: a través de la espera. A medida que transcurre el tiempo de nuestra vida y de nuestra tarea en el mundo subterráneo, el hijo crece y nace. En la mayoría de los casos, los sueños nocturnos de la mujer presagian el nacimiento; las mujeres sueñan literalmente con un nuevo hijo, un nuevo hogar, una nueva vida.

Ahora la madre del rey y la joven reina están juntas. La madre del rey es -¿a que no lo adivinas?- la vieja La Que Sabe. Conoce todo el proceso. La reina madre es, en el inconciente femenino (28), el símbolo tanto de los cuidados maternales al estilo de Deméter como de las actitudes de vieja bruja al estilo de Hécate (29).

Esta alquimia femenina de la doncella, la madre y la curandera se repite como un eco en la relación entre la doncella manca y la madre del rey. Ambas son una ecuación psíquica similar. Aunque en este cuento la madre del rey resulta un poco esquemática, tal como lo era la doncella al principio del cuento con su rito de la túnica blanca y el círculo de tiza, la anciana madre conoce también sus antiguos ritos tal como veremos más adelante.

En cuanto nace el Yo-hijo, la anciana reina madre envía un mensaje anunciando al rey el nacimiento de la criatura de la reina. El mensajero parece normal, pero, al acercarse al río, le empieza a entrar sueño, se queda dormido y sale el demonio. Esta clave nos indica que habrá otro reto para la psique durante su siguiente fatiga en el mundo subterráneo.

En la mitología griega, hay un río subterráneo llamado Lete cuyas aguas hacen que la persona olvide todas las cosas que ha dicho o hecho. Psicológicamente eso significa quedarse dormida en el estado presente. El mensajero que tendría que representar la comunicación entre estos dos principales componentes de la nueva psique aún no posee la energía necesaria para enfrentarse con la fuerza destructiva / seductora de la psique. A la función de comunicación de la psique le entra sueño, se tiende en el suelo, se queda dormida y se olvida de todo.

Adivina quién está constantemente al acecho. Pues el viejo perseguidor de doncellas, el famélico demonio. La palabra "demonio" que aparece en el cuento nos indica que este ha sido recubierto con un material religioso más reciente. En el cuento, el mensajero, el río y el sueño que provoca el olvido nos revelan que la antigua religión está justo debajo del argumento del cuento, justo en la siguiente capa.

Esta ha sido la pauta arquetípica del descenso desde tiempos inmemoriales y nosotras seguimos también el mismo y eterno ciclo. También tenemos a nuestra espalda toda una historia de terribles tareas. Hemos visto el vapor del aliento de la Muerte. Hemos superado los bosques que nos asfixian, los árboles que caminan, las raíces que nos hacen tropezar, la niebla que ciega nuestros ojos. Somos unas heroínas psíquicas con una maleta llena de medallas. ¿Quién nos puede hacer ahora un reproche? Queremos descansar. Nos merecemos un descanso porque hemos superado unas pruebas muy duras. Por consiguiente, nos tendemos junto a un ameno río. No nos hemos olvidado del sagrado proceso, pero... bueno, nos gustaría hacer una pausa, sólo un momento, ¿ sabes?, lo justo para cerrar los ojos unos minutos...


Notas

(28) La vieja bruja de las triple diosas de los griegos.

(29) En la Teogonía de Hesíodo (411—52), se dice que Perséfone y la vieja Hécate prefieren estar juntas por encima de todo.

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