martes

ENCUENTRO CON LA SOMBRA (El poder del lado oscuro de la naturaleza humana) - 93


SÉPTIMA PARTE: DIABLOS, DEMONIOS Y CHIVOS EXPIATORIOS : UNA PSICOLOGÍA DEL MAL (2)

INTRODUCCIÓN (4)

En los últimos años hemos presenciado valerosos intentos de poner fin a este tipo de problema. El moderno santo hindú Mahatma Gandhi consiguió recuperar la dignidad e independencia de la India mediante la no violencia, un movimiento que ha terminado liberando a casi todas las naciones del Tercer Mundo de la colonización imperialista más descarada. Martin Luther King y el movimiento por los derechos civiles constituyó la avanzadilla de la causa de la igualdad racial y sigue inspirando a individuos y naciones a desafiar las fuerzas represivas del mal. Las sanciones de toda una civilización unificada contra el fenómeno del apartheid sudafricano son un resultado directo de este logro. El movimiento por los derechos de las mujeres, de los niños, de los marginados y de los ancianos desafía abiertamente las fuerzas inconscientes del mal presentes en la vida americana. En la antigua Unión Soviética podía observarse el extraordinario esfuerzo de toda una nación por liberarse de las garras de una ideología destructiva. Resulta muy alentador observar el rechazo de todo el pueblo ruso y de las naciones aledañas, de las fuerzas oscuras que han dominado su sistema político durante casi un siglo.

Pero para evitar caer involuntariamente en la ingenuidad inconsciente necesitamos de continuo nuevas formas de pensar sobre el mal. Para la mayor parte de nosotros el mal sigue siendo un tigre que descansa aletargado en un rincón oscuro de nuestra vida. De tanto en tanto despierta, ruge amenazadoramente y -si no ocurre nada terrible- nuestra propia necesidad de negar su peligrosa presencia vuelve nuevamente a adormecerle.

La negación del mal es una conducta aprendida. Sólo así podemos soportar la realidad. Desde nuestra infancia más temprana todos hemos experimentado de manera directa o indirecta el mal a través de la conducta inexplicable de los demás y las imágenes impersonales de la televisión, los nuevos medios de comunicación, el cine, las novelas y los cuentos de hadas. Esta situación obliga a nuestras jóvenes mentes a encontrar alguna explicación para la realidad objetiva del mal y su amenazante peligro.

Algunos consiguen superar esta amenazadora experiencia sin ayuda. Las formulaciones infantiles sobre las sombras y el mal, tales como el hombre del saco, por ejemplo, eliminan la inmediatez de tal presagio del peligro pero constituyen pobres adaptaciones posteriores a la vida generando todo tipo de síntomas, desde el miedo a la oscuridad a perturbadores reacciones fóbicas. Hay quienes lamentablemente se hallaron expuestos de manera prematura y trágica al abismo del mal -que fueron víctimas del abuso infantil de otro tipo de crímenes- y que jamás han terminado de recuperarse de tales experiencias. Otros han recibido un adoctrinamiento religioso tan extraordinariamente dogmático sobre el mal del mundo que sobreviven con estereotipos de azufre, fuego, infiernos, castigos y todo tipo de supersticiones relativas al bien y el mal.

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