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LIBRO DE LA ORIENTACIÓN PARTICULAR (94) - ANÓNIMO INGLÉS DEL SIGLO XIV


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Pero si el gozoso entusiasmo que se apodera de ti cuando lees u oyes sobre la contemplación es realmente el toque de Dios que te llama a una vida más alta de gracia, notarás efectos muy diferentes. Será tan abundante que te acompañará al lecho por la noche y se levantará contigo por la mañana. Te seguirá a través del día en todo lo que hagas, penetrando en tus devociones diarias como una barrera entre ellas y tú.

Parecerá además que se presenta simultáneamente con ese ciego deseo que, mientras tanto, sigue creciendo silenciosamente en intensidad. El entusiasmo y el deseo pueden parecer ser parte uno de otro. Tanto es así, que llegarás a pensar que es solamente un deseo lo que tú sientes, aunque dudarás en decir que es precisamente lo que estás deseando.

Tu personalidad quedará totalmente transformada, tu porte irradiará una belleza interior, y mientras lo sientas nada te entristecerá. Correrías mil kilómetros para hablar con otro del que supieras que efectivamente también lo siente, y, sin embargo, al llegar allí, te encontrarías sin palabras. Que otros digan lo que quieran, tu única alegría sería hablar de ello. Tus palabras serán pocas, pero tan fructuosas y tan llenas de fuego que lo poco que dices llenará el mundo de sabiduría (aunque parezca tontería a los que todavía son incapaces de trascender los límites de la razón). Tu silencio será pacífico, tu conversación provechosa y tu oración secreta en las profundidades de tu ser. Tu autoestima será natural y no estará estropeada por el engaño, tu comportamiento con los demás será cortés y tu risa alegre, como quien goza de todo con la alegría de un niño. Con qué ansia amarás el sentarte aparte, sabedor de que otros, que no comparten tu deseo y atracción, sólo te molestarían. Habrá desaparecido todo deseo de leer y escuchar libros, pues tu único deseo será oír hablar de la contemplación.

Así el deseo creciente de contemplación y el gozoso entusiasmo que te embarga cuando oyes o lees sobre ella se dan la mano y se hacen uno. Cuando estas dos señales (una interior y otra exterior) están de acuerdo, puedes confiar en ellas como prueba de que Dios te llama a entrar dentro y a comenzar una vida más intensa de gracia.

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