martes

ENCUENTRO CON LA SOMBRA (El poder del lado oscuro de la naturaleza humana) - 90


SÉPTIMA PARTE: DIABLOS, DEMONIOS Y CHIVOS EXPIATORIOS: UNA PSICOLOGÍA DEL MAL (1)

Nuestra vida es un tejido entrelazado con el bien y el mal: nuestras virtudes serían admirables si no estuvieran contaminadas por nuestros defectos y nuestras flaquezas serían desesperantes si no se hallaran atemperadas por nuestras virtudes.

WILLIAM SHAKESPEARE

No cabe la menor duda de que la noción  filosófica de salud mental es una doctrina inapropiada porque la maldad que tan positivamente rechaza constituye un aspecto genuino de la realidad que puede abrirnos los ojos a los niveles más profundos de la existencia y, en este mismo sentido, esconder la clave principal que nos permita descubrir el sentido de la vida.

WILLIAM JAMES

La angustiosa realidad es que la vida cotidiana del ser humano se halla atrapada en un complejo inexorable de opuestos -día y noche, nacimiento y muerte, felicidad y desdicha, bien y mal. Ni siquiera estamos seguros de que uno de ellos pueda subsistir sin el otro, de que el bien pueda superar al mal o la alegría derrotar al sufrimiento. La vida es un continuo campo de batalla. Siempre lo ha sido y siempre lo será. Si no fuera así nuestra existencia llegaría a su fin.

C. G. JUNG


INTRODUCCIÓN (1)

La sombra personal constituye un asunto completamente subjetivo pero la sombra colectiva, por su parte, configura la realidad objetiva a la que comúnmente denominamos mal. Nuestra sombra personal puede modificarse mediante el esfuerzo moral pero la sombra colectiva, sin embargo, no se ve alterada por nuestros esfuerzos racionales y puede dejarnos con una sensación de total y absoluta indefensión. No obstante, cuando nuestros valores se sustentan en los valores institucionalizados nos sentimos vacunados contra los efectos negativos del mal. Es por ello que hay quienes buscan refugio a su desesperación en la fe y la obediencia a los valores absolutos que proponen los sistemas religiosos o ideológicos que históricamente ha utilizado el ser humano como defensa psicológica ante las profusas amenazas del mal.

El mal y los problemas que acarrea han llamado la atención del ser humano desde los tiempos más remotos. El Zeitgeist de cada generación -el espíritu de la época- tiñe nuestra percepción de lo que es el bien y lo que es el mal. Entre los pueblos aborígenes -que han permanecido prácticamente inalterados desde la Edad de Piedra- el mal siempre ha estado asociado a la oscuridad y la noche. La vida cotidiana de esos pueblos -para quienes el mal sólo acecha amenazadoramente en la oscuridad de la noche- está impregnada de creencias supersticiosas asociadas literal y simbólicamente con la idea de la sombra.

En su clásico El Doble, Otto Rank pasa revista a algunas de las formas mediante las cuales internalizamos nuestra sombra como una expresión elocuente del pacto que establece el alma del ser humano con el problema del bien y el mal. En este libro Rank estudia detalladamente la forma en la que los pueblos nativos regulan de modo ritual sus relaciones con la sombra a través de las tradiciones y el tabú.

En el Antiguo Egipto el mal era deificado con la figura de Set, el hermano oscuro de Osiris. Set personificaba el árido desierto, la causa de todas las sequías y plagas que azotaban a la floreciente cultura del fértil valle del Nilo. En la mitología persa, por su parte, la vida era simbolizada como una batalla entre Ahura-Mazda, que representaba la fuerza de la vida, portadora de luz y de verdad, y Ahriman, que representaba la fuerza de la maldad colectiva, el señor de la oscuridad, de la mentira, la enfermedad y la muerte.

La cultura hindú prevalente en todo el subcontinente indio considera que el mal transpersonal forma parte de la continua transformación de la única substancia divina, la energía vital. Según el erudito Heinrich Zimmer el mal forma parte integral del ciclo kármico de causa y efecto. Los hindúes creen que su felicidad o su desdicha dependen de sus acciones y de las intenciones que las mueven. Según un relato hindú “el bien y el mal se alternan en incesante ciclo. Por consiguiente, el sabio no se identifica con el bien  ni con el mal. El sabio no está ligado absolutamente a nada”,

El pensamiento occidental, por su parte, se sustenta en los aleccionadores relatos de la biblia judeocristiana y la mitología griega. Toda nuestra cultura se halla impregnada con imágenes procedentes del drama del Antiguo Testamento, la historia de un pueblo guiado por la conciencia que sostuvo un privilegiado diálogo con su Creador. Las parábolas de Jesús y la parafernalia que acompaña a Satán -el ángel de las tinieblas- nos proporcionan los símbolos fundamentales para comprender la maldad humana.

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