sábado

GASTON BACHELARD - LAUTRÉAMONT (36)


IV. EL PROBLEMA DE LA BIOGRAFÍA

Ne trépane pas le lion que reve…*
RENÉ CHAR
Moulin Premier


I (5)

También esa es la conclusión del hermoso artículo de Gil Robin publicado en el número especial del Disque Vert. Gil Robin ha captado en su origen orgánico el empuje verbal que induce a Lautréamont a escribir. El verbo no está solamente determinado por sensaciones externas, por las expresiones sensibles relativas a los cinco sentidos: “La sinestesia de confusas voces tiene un lenguaje cruel y preciso para Lautréamont. “ En ningún momento, anota Gil Robin, se siente esa fatiga intelectual, esa fatiga del verbo, esa ligera ecolalia que, en ciertos estilos, restablece términos favoritos, asonancias familiares. Entonces carece de profundidad la melodía verbal. Por el contrario, Lautréamont es “sonoro y sinfónico a la manera de Berlioz”. Finalmente, Gil Robin desarrolla un argumento que nos parece a la vez muy convincente y muy instructivo. En caso de alienación mental. “la obra sería incomunicable para el pensamiento normal. Lo propio de la alienación es volver, en relación a nosotros mismos, extraño, en el sentido literal de la palabra, a quien la padece. Ahora bien, después de la muerte de Lautréamont, numerosos con los poetas que han vibrado con los Cantos de Maldoror, que los han amado, que se han inspirado en ellos”. No podríamos subrayar suficientemente esta tesis, pues creemos que la obra de Maldoror es una obra muy coherente que debe aportar cohesión a actividades oníricas y poéticas durante numerosas generaciones. Al inicio de la era relativista, para probar la solidez de las nuevas doctrinas, Pailevé, hablando de los cincuenta matemáticos reunidos en torno de Einstein, dijo a los ignorantes: “Miren, se les ve comprenderse.” Hay que decir lo mismo a aquellos que se perturban con las libertades surrealistas: “Miren, se les ve comprender a Lautréamont.” Los gestos de Lautréamont, desde el momento en que se les siente en sus impulsiones instantáneas y agrupadas, nos aportan, en sistema braille, noticias de nuestra noche íntima.

El doctor Jean Vinchon llega a las mismas conclusiones a pesar de ciertas restricciones. Si se ha hablado de alienación, es porque Lautréamont se ha apartado de la psicología de su tiempo. Es a la vez un precursor de la psicología  abisal, de la cual el psicoanálisis es un ejemplo, y de la psicología postural desarrollada por Held, por Schilder. Lautréamont, nos dice el doctor Vinchon, “ha hecho un llamado a todas las fuerzas oscuras del inconsciente que hormiguean en él, como en los animales en sus Cantos… Ha seguido la emoción de la inquietud y de la ansiedad a través de las lágrimas, los gestos, las exasperaciones, los fracasos y las mentiras. Voluntariamente ha entrado al país del spleen y la neurosis. Se ha codeado con todas las anomalías en busca del secreto del misterio. Pero finalmente se ha serenado después de haber llevado sus exploraciones más lejos que nadie antes de él” (5)

Uno se siente extranjero en el mundo usual al regresar de esas exploraciones. Como lo señalaba precisamente André Breton, (6) la imaginación ducassiana “les da a la vez conciencia de varios otros mundos, al punto que pronto ustedes no sabrán comportarse en este”. Por el contrario, podría añadirse, el lector asiduo de la obra ducassiana comprende que la experiencia común, es -como toda experiencia unitaria- una monomanía. Vivir una vida simplemente humana, siguiendo una carrera social determinada, equivale siempre, más menos, a ser víctima de una idea fija.


Notas

(5) Jean Vinchon,”La folie d’Isidore Ducasse, en Disque Vert, loc. Cit, p. 54.
(6) André Breton, Le Pas Perdus, p. 200.

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