sábado

JESÚS DE PUNTA DEL ESTE (8) - HUGO GIOVANETTI VIOLA

(primera edición: Grupo Lector Universo 1995 / primera edición WEB: elMontevideano Laboratorio de Artes 2015)


29 / EL GATO

Mimí entró a su escritorio con el gato de la Nuri en los brazos y rezongó sonriendo:

-Por fin apareciste, degenerado.

Y se sienta conmigo en la falda y le explica a Marta (la limpiadora de la cantina) y a otra mujer que no conozco:

-El galán había desaparecido. Lo acaba de traer el hijo de Mariana. Me avisó que la banda va a empezar a tocar más tarde porque Leonardo agarró un contrato en la Punta.

-No importa -dijo la limpiadora. -Lo esperamos.

La otra mujer me mira y se le va llenando la cabeza de un atardecer muy azul.

-Sí. Lo esperamos -dijo.

-Mire que a la musiquita del cementerio le puso letra, ahora -le explica Marta. -A mí me la cantó en casa, ayer de tarde. Pero dice que en la banda la canta una muchacha.

-Qué vida más infernal -prendió un superlong Mimí. -Pensar que ya hace un año que tocan acá y nunca los escuché. Perla: ¿si te sirvo un jerez no te animás a tararearme la dichosa musiquita?

-A lo mejor me animo.

-¿Brindás con nosotras, Marta?

Marta sacude la cabeza diciendo que sí: Mimí me suelta y saca las copas y las llena con tres chorros de oro.

-Brindo por la paz -murmuró la mujer ya vieja y no exactamente hermosa.

-Quieto, ángel -no me deja saltar a la mesa Mimí, aunque sabe que al final no le voy a hacer caso. -Es un jerez muy rico.

Entonces la mujer de labios prolijamente chillones tarareó el Andante del Concierto Nº 21 para piano y orquesta de Mozart y el gato aprovechó para saltar y lamer una copa. Y ahora tienen las tres una luna redonda en la cabeza y el cangrejo de Mimí se le asoma a la garganta pero vuelve a esconderse.


30 / LEONARDO

Mariana y Pablo fueron al almacén a buscar vino y Leonardo ensayó Carta de Stipe rapado a Bill revisitado. Y después de secarme con el pañuelo encuentro a un hombrecito encapuchado y descalzo, observando la vela como si fuera una luna inmortal.

-Juan de Yepes -sonrió Leonardo.

El santico no levanta los ojos.

-La soberbia -dijo después de un rato, con un timbre fibroso. -Podría ser un pecado mortal haber hablado del Padre como si fueras Jesús.

-Pero yo siento que mi verdadero padre es Jesús. Desde que vine a San Carlos a visitar a mi padre enfermo de cáncer y me di cuenta de golpe -viéndolo encorvado en la cama desde el corredor- que en realidad éramos como hermanos. Es nada más que eso. Además acabo de ser absuelto por un prelado de la Santa Madre.

-A mí la Santa Madre me encerró durante nueve meses en una celda del tamaño de un ataúd y no tuve más remedio que absolverme a solas con el Amado. Y el amado con mayúscula no era yo.

-Yo tampoco me siento el amado con mayúscula.

-A veces no parece. ¿Podrías rezar por los traidores?

-Sí -demoro en contestar. -Y además ellos saben que ya están perdonados.

Leonardo depositó cuidadosamente la guitarra en el suelo y se agachó con las manos trenzadas.

-Me costó horrores llegar a la fe -desembucho. -Y recién ahora siento que en realidad la cosa va más allá de todos los sistemas de leyes o de ideas.

-Obviamente. Ojalá hubiésemos podido no nombrar ni dividir. A muchos les alcanza con escalar la noche sin caerse demasiado a menudo -como nos enseñaron los grandes de todas las épocas- y purgarse en silencio. Aunque curiosamente los grandes siempre nos ordenaron nombrar y dividir. Especialmente Cristo.

-¿Sabe que usted y Santa Teresa todavía son tratados de santos locos?

-Es lógico. Porque todavía no aman suficientemente la lógica empírica. La verdad más comprobable de este maldito mundo es que el amor jamás hace mal. Ni miente. Y ordena el universo. No resigna: compromete. -El encapuchado sacó media cáscara de huevo de la basura y la puso boca arriba. -Y el hombre es esto. Nada más que esto.

Sigue sin mirarme a los ojos.

-A veces siento que en el reino debe estar todo junto -arriesgó Leonardo. -Toda la belleza junta. Sin distinción de refrigerio interior o exterior.

No se inmuta. El encapuchado volvió a depositar la cáscara en la bolsa nailon y advirtió:

-Me parece que tenés que seguir ensayando para esta noche. Tratá de no imaginar la belleza imposible de ser imaginada y peleá por la belleza posible. En este mundo. Hay orden de salvarla, sellarla y multiplicarla.

-Quisiera comulgar.

Juan de la Cruz levanta un ojo pardo que se ensancha hasta volverse un abismo violáceo y pregunta:

-¿Creés que creés cuando no estás creyendo?

-Nunca dejo de creer.

-¿Y cómo te das cuenta?

-Porque el pasado ya no me provoca ninguna nostalgia. Aunque todavía me asuste el dolor.

-Abrí la boca.

Ahora el encapuchado estiró un brazo para arrancar un jazmín del país y lo clavó en la lengua de Leonardo Regusci. Me acuerdo de mi tío Justo, muerto durante la retirada de Paso del Parque con una flor constelada en la boca.

-Fuerza -dijo Juan de la Cruz.

Y se vuelve del color de la llama hasta vaporizarse.


31 / LA PALOMA

El mozo le curó la cara al Nengo y pidió permiso para salir a sentarse un momento en la plaza. Leonardo Mariana Pablo y los muchachos de la banda acababan de tomar un ómnibus en dirección a Casamar.

-Me podría haber partido el caballete, ese alma podrida -se ajusta las curitas el Nengo.

-No te hizo nada, mijo -el mozo observó las cúpulas de la iglesia recortadas sobre el raso lunar. -El que se portó mal fuiste vos.

-No me vengas a hinchar vos, Pedro.

-Te portaste muy mal. Decime: ¿vos sabés o no sabés lo que es una reducción?

-Más o menos.

Entonces me les acerco revoloteando y Pedro murmura:

-Sandra tenía 11 años cuando se ahogó. Era grande. Y en una reducción tenés que ver cómo le destrozan todo el esqueleto, ¿entendés? Como si fuera azúcar.

El muchacho se volvió a ajustar las curitas y observó a la paloma que tenía detenida enfrente.

-¿Vos sabías que el Maestro nos acompañó a la reducción?

-No.

-Se enteró por el gallego del bar, me parece. Y fue al cementerio y vio todo con nosotros. Después nos acompañó a casa y nos pidió que pensáramos nada más que en la cara de Sandra. Eso es ella me dijo. Y la vas a volver a encontrar así. Y nos dijo que hay gente que muere con la mejor cara que tiene. Y que los otros la van perdiendo de a poco y que si se les pudre adentro antes de morirse no viven nunca más.

¿Y vos le creés?

-Le creo.

-Pero no hinches, hermano. ¿No sabés que si el Maestro anda rayado es capaz de decirte que esa paloma que ves parada ahí nos está escuchando, por ejemplo? Tira ondas así, boludas.

-¿Y vos pensás que esa paloma no nos está escuchando?

-Mirá: váyanse todos juntos a cagar a la arena y a mí no me vengan a joder con cuentitos boludos. Nunca más. ¿La cazaste?

Pero me mira fijo.


32 / MIGUEL

-¿Y qué pasa con la banda? -atacó Miguel. -¿Qué pasa con esos chiquilines que llevaste a tocar a un prostíbulo?

Lo escucho aplastar el cigarrillo con tranquilidad.

-Los pibes andan bien -dijo Leonardo. -Estudian y componen como locos, además de laburar donde pueden porque lo que ganamos en el prostíbulo no alcanza ni para comer. Y se sienten hermanos. Tienen espíritu generacional real y saben que la mayoría de la gente vive tirada pataleando a la orilla de la Fonte, con las branquias artísticas estranguladas.

Caramba.

-Pero no solamente tenemos branquias artísticas -adquirió un leve perfil diabólico el cura, que parecía más aferrado a una lupa que a una copa.

-Es verdad. Los muchachos lo saben, también.

-¿Y?

Me siento un fariseo de los más podridos, ahora.

-No es que yo no predique el advenimiento del reino -sonrió Leonardo. -Pero la libertad de elección de los muchachos me parece sagrada. Aparte de que no podría soñar ni con traerlos a tocar a la iglesia: los considerarían indecentes. Ni los oirían, siquiera.

Touché.

-Explicate bien, por favor.

-Bueno, uno no sabe bien si la culpa es de la iglesia o del arte. Pero ustedes precisan hablar en un lenguaje de rebaño, igual que los políticos o los bestsellerísimos. Yo estoy conforme con la iglesia. Y por supuesto que hay políticos y bestsellerísimos que ayudan al rebaño a balar con pureza: pero son una horrenda minoría. Y casi todos -incluidos ustedes- le hacen asco al lenguaje de los niños, por ejemplo. Lo cual es un pecado social insoportable.

-Perdon -se frunció el cura. -¿Cómo es eso de los niños?

-Los niños viven diciendo malas palabras, según esta cultura de sartén. Los ángeles de Dios se pasan todo el recreo diciendo porquerías en el estante que queda abajo del aula, según esta cultura de estantes. ¿Se da cuenta por qué cantamos en un prostíbulo y va gente de todas las edades y nos oyen en paz? Porque el prostíbulo figura en un estante más bajo que el tablado, todavía. En lo de Mimí se nos permite proferir todo: hasta la palabra menstruación, por ejemplo. Esa palabra está en un texto de la banda pero sería prácticamente imposible escucharla en un tablado.

-¿Te gusta el carnaval?

-No. Hay muy poca belleza y un esnobismo intelectual hipócrita. Le aclaro que las canciones de la banda no se sustentan en malas palabras. Pero lo que llamamos belleza siempre surge de una simbología puesta a la altura de las circunstancias históricas y filosóficas. Con eso no hay tu tía. Y si cantamos hoy es imposible hacerle asco a la pelea de hoy. Tenemos que escarbar en todos los discursos de la realidad, y rehacerla y sosegarla porque la gente necesita bucear en mares detenido para después saltar y nadar en el aire.

-¿Y cómo van a hacer para mandarse mudar del prostíbulo, che? ¿O te pensás pasar toda la vida jugando de locatario en la cancha de Satanás?

No tendría que enojarme así.

-No -vació su copa Leonardo y prensó los párpados hasta empalidecer. -Estoy tratando de preparar a los muchachos para que salgan a implantar un milagro de belleza colectiva en esta terrible tierra de nadie. Y eso sólo se puede construir con vocación de eternidad, como nos dice usted en la misa.

-Tuteame, por favor. ¿No me salen medias aburridoras las homilías?

-Salen bien, salen bien. Y ese Padrenuestro rezado con The sound of silence de fondo es una pegada.

Me tomaría otro cognac para festejar, pero de lo bueno poco.

-¿Puedo considerarme absuelto?

-Podés ir en paz. Pero cuidado con Punta del Este porque ese es el verdadero estadio de Satanás, Maestro. Te lo garantizo yo.

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