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LIBRO DE LA ORIENTACIÓN PARTICULAR (84) - ANÓNIMO INGLÉS DEL SIGLO XIV


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En la primitiva Iglesia, cuando la persecución era común, toda clase de personas (sin preparación especial de prácticas piadosas y devocionales) estaban tan maravillosa y espontáneamente tocadas por la gracia, que sin otro recurso ulterior a la razón corrían a la muerte con los mártires. Leemos de artesanos que arrojaron sus herramientas y de niños de escuelas que abandonaron sus libros, tan grande era su ansia de martirio. En nuestro tiempo, la Iglesia está en paz, pero ¿es tan difícil creer que Dios puede y quiere tocar los corazones de toda clase de gente con la gracia de la oración contemplativa en el mismo sentido maravilloso e imprevisto? No, y yo estoy convencido de que Dios en su gran bondad continúa actuando como quiere en los que elige, y de que finalmente podrá verse su bondad en toda su dimensión para asombro de todo el mundo. Y todo el que esté gozosamente determinado a reducir su yo a nada y ansiosamente anhele que Dios sea todo, se verá protegido de la embestida de sus enemigos internos y externos, por la bondad gratuita de Dios mismo. No necesita ordenar sus defensas, pues con una gran fidelidad propia de su bondad, Dios protegerá infaliblemente a aquellos que, absortos en su amor, se han olvidado de sí mismos. ¿Puede sorprendernos, por tanto, que estén tan maravillosamente seguros? No, porque la verdad y la docilidad les han hecho perder el miedo y estar fuertes en amor.

Pero quien no se atreve a abandonarse a Dios y critica a otros que lo hacen, manifiesta un vacío interior. Porque, o el enemigo ha robado de su corazón la confianza amorosa que debe a su Dios y el espíritu de buena voluntad que debe a sus hermanos cristianos, o de lo contrario no está todavía lo suficientemente anclado en la docilidad y en la verdad para ser un verdadero contemplativo. Tú, sin embargo, no debes temer entregarte a una radical dependencia de Dios ni abandonarte al sueño de la contemplación ciega u oscura de Dios tal cual es, lejos del tumulto del mundo corrompido, del enemigo engañoso y de la carne débil. Nuestro Señor está a tu lado dispuesto a socorrerte, guardará tus pasos para que no caigas.

No sin razón vinculo esta actividad al sueño. Pues en el sueño las facultades naturales cesan de su trabajo y todo el cuerpo permanece en pleno reposo, reponiéndose y renovándose. De una manera semejante, en este sueño espiritual, esas facultades espirituales siempre en movimiento, la imaginación y la razón, quedan completamente recogidas y vacías del todo. Feliz el espíritu, entonces, pues queda libre para dormir un sueño saludable y descansar en quietud contemplando amorosamente a Dios tal cual es, mientras que todo el hombre interior se repone y renueva maravillosamente.

¿Ves ahora por qué te dije que recogieras tus facultades negándote a trabajar con ellas y, en cambio ofrecieras a Dios la desnuda y ciega conciencia de tu propio ser? Pero ahora te repito: asegúrate de que esté desnuda y no vestida con cualquier idea sobre los atributos de tu ser. Podrías estar inclinado a vestirla con ideas sobre la dignidad y bondad de tu ser o con interminables detalles relativos a la naturaleza del hombre o a la naturaleza de las demás criaturas. Pero, tan pronto como hagas esto, habrás dado pábulo a tus facultades y tendrán la fuerza y oportunidad de conducirte a toda suerte de cosas. Te aviso, antes de que lo experimentes; tu atención quedará dispersa y te encontrarás a ti mismo distraído y abrumado. Guárdate de esta trampa, te lo suplico.

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