sábado

JESÚS DE PUNTA DEL ESTE (4) - HUGO GIOVANETTI VIOLA

(primera edición: Grupo Lector Universo 1995 / primera edición WEB: elMontevideano Laboratorio de Artes 2015)


CUARTA ENTREGA


13 / TIAGO

-Escuchame -repitió Tiago. -No te creas que estoy tan mamado como parece. -Oíme, por favor.

-Te escucho.

-Yo fui un monstruo, de chico. Desde que mi viejo se fue de casa y mi madre empezó a andar con cualquiera me transformé en un monstruo peor que Hulk.

La muchacha se rio fuerte.

-Pasame la cerveza -dice desabrochándose la blusa, ya con el cuerpo flojo.

-Las mujeres no pueden imaginarse lo que somos los machos, sobre todo de chicos.

-¿De chicos?

-Sí De grande de la podés bancar solo. O juntarte con quien quieras. Te puedo asegurar que cuando el Maestro le mira el cuerpo a una mujer jamás se la imagina desnuda. O acostada con él.

-Cómo sabés.

-Porque yo soy igual. Hay un límite. Del límite para acá tenés el alma limpia. Pero del límite para allá es mejor que te arrepientas o te podés pudrir para siempre.

Lourdes largó una carcajadita feliz.

-Vos también creés en Dios -preguntó sin burlarse.

-Sí. El que no cree es el monstruo.

-¿Hulk?

-No te mames vos, ahora. Yo llevo un monstruo muerto adentro. Desde chico.

-Uh -entristeció de golpe la muchacha. -Eso nos pasa a todos, cordero.

-No creo. Mirá, en primer lugar: por más relajada que pueda volverse una mujer, es absolutamente incapaz de imaginarse el grado de asquerosidad que existe en na barra normal de chiquilines. El Maestro jode mucho con la legitimidad del lenguaje de los ángeles de Dios pero a mí no me queda muy clara esa generalización. Segundo: yo fui un monstruo aparte. Yo fui el Rey de los Asquerosos, loca.

Hoy me animo.

-Pero no hay necesidad de que me cuentes nada.

-Sí. Hoy hay necesidad. ¿Te acordás de las columnas que aparecieron pintadas alrededor de la escuela que decían Lourdes puta?

La muchacha cerró los ojos.

-¿Y te acordás de las llamadas a las cuatro de la mañana, cuando ya estabas en el liceo?

Pobrecita.

-Basta, Tiago.

-No. Esperá.

-Basta, dije. Ya alcanzó.

-Ya me odiás.

-No, mijo -Lourdes le acarició los rulos al semihombre derrumbado. -Vos creés que sabés todo y vivís en la luna todavía, corazón.

-No me digas corazón porque soy capaz de pedirte que te cases conmigo mañana mismo.

-Ta. Cortala: para mí  sería casi imposible enamorarme de vos. Pero el problema es que me está resultando imposible enamorarme de cualquiera. No late. ¿La cazás?

-Porque estás enamorada del mundo.

-¿Y qué vendría a ser el mundo?

-Este basurero lleno de lujos donde te tenés que emborrachar para animarte a decir la verdad.

-¿Y qué onda con la verdad si ni siquiera podés saber si existe?

-Ta. Ahora me borro en serio. Porque si cantás el Adagio todas las noches y decís esos bolazos es porque estás jodida de veras.

-LLEVATE LA BOTELLA POR LO MENOS, ENFERMO!!!!



14 / PABLO

Pablo  salió corriendo del prostíbulo sin que nadie lo viera y cuando llegó a la ex-Plaza del Recreo encontró a Leonardo sacudiendo los brazos como para volar, bajo la sombra ya semidiluida de la torre. Empezó a amanecer. El chiquilín se acercó al hombre flaco y lo escuchó ronquear:

-SALUD SALUD SALUD ESTIRPE METAFÓRICA!!!! QUE LA PAZ ACOMPAÑE PARA SIEMPRE A LAS SANTAS MILICIAS DE LA REDENCIÓN!!!!

Cuando me animo a tocarle la espalda pega un saltito, pro después dice lo más tranquilo:

-Qué hacés, Pato.

-No me podía dormir. Vos qué hacías.

-Estaba despidiendo a mi tío-bisabuelo.

-¿Viste a Sabino? ¿En serio?

-Sí. Estuvimos allá arriba -Leonardo señaló la azotea. -Es un jefe impresionante. Tenemos suerte, Pato. ¿Qué te pasa?

-No sé.

-Sentate. Hoy podemos ver ponerse la luna y salir el sol casi al mismo tiempo.

-Pero no tenemos suerte con mamá.

Nos sentamos en el pasto y el Maestro me masajea la espalda como si me estuviera secando.

-Mucha gente no se quiere a sí misma -demoró en explicar el hombre de dientes tristes. -Es así.

-Pero yo no la banco más.

-¿Sabés lo que hay que hacer con la gente que no se quiere a sí misma? Quererla.

-¿Pero por qué no cambia de laburo de una vez? ¿No se podrá incendiar ese quilombo conchudo?

-Mirá que si un qulombo no es conchudo no funciona, botija.

-Ta. Sos un vivo bárbaro, Maestro.

-No cambia de laburo porque no tiene fuerza para quererse a sí misma. ¿La cazás o estás sordo?

-¿Y cuándo va a tener fuerza?

-No podemos saber. Hay que seguir peleando. Y rezar.

-Yo casi nunca rezo. No entiendo para qué sirve.

-Sirve para no matar, entre otras cosas. Mientras estás rezando no podés atacar a nadie.

Entonces le cuento lo que le escuché decir al Nengo en lo de Mimí.

-Mirá vos -sacó los cigarrillos Leonardo. -¿Así que la mano viene de escaparte a farrear a las tres de la mañana?

No le cuento lo del gato de la Nuri.

-No sabía que era tan basura el Nengo -se apuró a cambiar de tema el chiquilín de ojos envejecidos. -¿Vámonos a dormir?

-Esperá. Esperá que fume.

-¿Es tan malo que salga ese reportaje en el diario?

-A lo mejor es lo que se precisa.

-Para qué.

-Para zafar.

-De qué.

El Maestro tira el pucho sin apagar y se queda mirando el puntito anaranjado.

-Para zafar de este asco -dijo el hombre parándose. -Vamos a dormir, Pato. Y rezate un Padrenuestro que no le cuento nada a tu vieja que anduviste de farra.

-Chantajista,

-Y buchón. Si no preguntale al Chancho, que hoy se hizo la panzada.

Y me sube a gaúcha para llevarme a casa y de golpe veo un sol rojo como una rosa.


15 / YOSELEM

El Canijo Linares tenía 44 años y Yoselem 19. Está esperándome en la puerta del negocio y trata de saludarme con un beso en la boca como si ya nos acostáramos.

-¿Leíste La Farándula? -desvió el rostro la muchacha hacia la vereda recién baldeada.

-No me importa La Farándula. Me importás vos.

-Dejame quieta un poco.

Me hace una guiñada y señala la vidriera.

-La Intendencia fernandina dio orden de desalojar a todo best-seller sospechoso de impureza y poner nada más que cassettes y libros de genios uruguayos. Tu Maestro mueve montañas, rubia.

-Imbécil. Lo que salió en el diario no es un reportaje: lo grabaron a escondidas.

-Es lo normal. El Chancho ya se aburrió de escrachar gente amiga en La Farándula. A esta altura se siente más impune que cualquier torturador: las vueltas que da el mundo.

La muchacha acurrucó su belleza botticelliana detrás del mostrador y miró hacia Gorlero con ingravidez de ángel. Ya me excité.

-Hoy voy a desayunar con la esencia de la revolución más gloriosa de América -anunció el hombrecito impecablemente vestido, cruzando hacia la cocina. -Quiero la hierbabuena / y el azúcar y el ron / sólo en tu corazón. ¿Conocés ese tema de Silvio?

-No. Está bueno.

-TRIUNFO!!!! -grita el maldito. -Lo acabo de inventar, Yoko mia. ¿Vos te creés que el Maestro es el único payador mesiánico en la península?

Una mujer ya vieja y no exactamente hermosa entró a la librería / disquería / bazar y se quedó mirando el suelo, sentada en una banqueta.

-¿Señora? -digo al ratito.

La mujer alzó la prolijidad chillona de sus labios y contestó:

-¿Sería mucha molestia si me quedo cinco minutos aquí? No voy a comprar a nada.

-No es molestia ninguna.

Siento que el Canijo sale gateando de la cocina y me pongo nerviosa.

-Sí, yo sé que es molestia -insistió la mujer, sonriendo hacia la moquette. -Trabajamos treinta veranos con mi marido en este local. Ya ni los pisos están como antes. Pero algo siempre queda.

El olor a ron del Canijo llega hasta abajo mío.

-Yo empecé a trabajar este verano -murmuró la muchacha.

-Te queda la vida entera.

Entonces siento dos dedos que me empiezan a caminar por la pierna y repito:

-La vida entera.

-Se puede pasar bien. Tené fe.

La muchacha espantó los dedos del Canijo con una cachetada muy suave y sonrió:

-Está bravísimo.

-Uh -dijo la mujer, volviendo a iluminar la moquette con los dientes. -Los judíos sabemos más de la fe que cualquiera. De la fe y de los hornos.

Y de golpe el Canijo me calza igual que un violador y me saca la bombacha y tengo que escaparme de atrás del mostrador lo más disimuladamente posible.

-Pero no tengas miedo-se paró la mujer, sin prestarle atención a los ruiditos ocultos. -Bueno, ya me voy. Muchas gracias.

-¿Quiere que la acompañe a algún lado?

-No Muchísimas gracias. Y acordate de mí: los negocios que duran no se hacen nada más que con fe.

Y se da vuelta para agregar:

-Fueron treinta veranos.


16 / EL GATO

Mimi apareció en la cantina con el gato en los brazos y encontró al Nengo releyendo el suplemento de La Farándula. Pero primero camina hasta donde está la limpiadora y le dice desde atrás:

-Pensé que hoy no venías.

La limpiadora se dio vuelta sonriendo mínimamente y contestó:

-Aquí estoy.

-¿Ayer fuiste al cementerio?

-Sí. Pero ya estoy bien.

Y les veo las cabezas estrelladas hasta que el Nengo viene a acariciarme y me pregunta:

-¿Qué hacés, bicho? ¿Resucitaste?

-A ver, mostrame La Farándula -ordenó Mimí, dejando al gato en el suelo.

-Pa. Usted no se imagina lo que es el reportaje que le hicieron anoche al Maestro. Ahora va a tener gente famosa de veras tocando en el boliche, doña Mimí.

-Parece que el reportaje te lo hubieran hecho a vos -retruca la limpiadora, pero el Nengo ni la oye y pide permiso para hablar por teléfono.

El gato siguió al muchacho todavía legañoso hasta el escritorio.

-¿Hola? -dice acomodándose el pelo, y le veo la cabeza completamente hueca. -Quisiera hablar con Federica Finkbein, por favor.

-Habla ella.

El Nengo volvió a peinarse. Y una especie de cangrejo con alas empieza a metérsele por la oreja.

-El Chancho me dio tu teléfono -explicó el muchacho. -Yo soy el que lo ayudó a grabar la nota.

-¿Estás en Maldonado?

-Estoy en lo de Mimí.

-Esperame a las tres frente a la iglesia, que te paso a buscar. ¿Te gustan los mariscos?

-Ya se me hizo agua la boca.

-Tengo un Porsche rosado.

El cangrejo con alas va atravesando la cabeza del Nengo hasta que se le sale por la otra oreja y cae en la alfombra y corro a matarlo con las uñas, porque da miedo morderlo.

-Chau, gurisas -sonrió el muchacho al salir casi corriendo por la cantina. -Voy a pegarme un baño y a empezar a volar en jet.

Pero la limpiadora y Mimí no lo escuchan: las estrellas forman un puente entre las dos cabezas.

-Lo que te chifló en el cementerio fue una musiquita de Mozart -dijo Mimí.

-Yo no se quién es Mozart.

-No importa.

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