martes

SUPLEMENTO DEL TALLER LITERARIO DEL CUARTEL ARTIGUISTA de LEPANTO (6)



ANNA RHOGIO


LA NIEVE ES AZUL (VII)

La noche siguiente nos fuimos en el carro camino del río. Por supuesto que para mi pesar y el del mozo, era viernes.
La luna iluminaba el hermoso paisaje sereno y secretamente, observaba la senda esperando ver un monstruo enorme con dientes descomunales para esconderme en la parte de atrás.
Cada matorral era un posible escondite y abuela me miraba de reojo.
-¿Pa qué abrís los ojos tan grandes, gurisa? -preguntó Lucio.
-Pa verlo mejor.
Me acordé de Caperucita, me dio risa y el susto se retiró a medias porque la risa puede ganarle a casi todo.
-¡Miren qué hermoso es esto! ¡La noche nos invita a disfrutarla sin temores ni recelos!
Y en ese instante…
¡Apareció un buey negrísimo, salido no se sabía de donde! ¡Los cuernos le  relumbraban con la plateada luz, destacándose inmensos en su tenebrosa testa, tal cual los había imaginado!
-¡Ay juna, canejo y Juana, el tapón de la madajuana! ¡Mirenló…!  ¡Ahí está el hijo de Mandinga…!
Sin esperar más, me tiré a la parte de atrás y me tapé con una manta.
-¡Gurises bocabiertas! ¡Es el buey de los Camargo! ¡Opa!¡Opa!  ¡Apártese, bicho! Lucio, ¿te quedaste duro?
Pálido como la luna, ni la oyó. Reaccioné y me subí al pescante porque adentro de la manta moría de calor.
Lo miré: tenía los ojos cerrados y traspiraba a mares murmurando apenas:
-Yo… sabía…Yo… sabía…
-¡Se me bajan los dos inmediatamente!
Lucio, tieso como una estatua, no podía mover un dedo.
-¡Abuela! ¡El susto lo paralizó!
Ella  puso sus manos en las de mi amigo palmeándolas y friccionándolas, y él preguntó tartamudeando al abrir los ojos:
-¿Ya…  se…  fue?
-No, vení que te muestro al lobizón.
-Toy paralítico… no… puedo…
-¡Miralo al nenita! ¡Tan valiente anoche cuando me contaba lo de la bestia! ¡Ne-ni-ta! ¡Ne-ni-ta!
Fue suficiente: su amor propio era más fuerte que su espanto y yo lo sabía. Siempre andaba alardeando dándoselas de valiente. Se bajó ligero, y entre los tres apartamos de la senda al manso animal.
Continuamos la marcha pero todavía estaba impresionado y mudo. Abuela y yo  tarareamos una milonga campera. La música también puede alejar el miedo. Ella tiene buena voz pero yo chillaba como un grillo. Lucio también tiene muy linda voz, bien templada, entonada y cantó con nosotras.
-Estamos llegando, muchachos, prepárense para ver la luz mala.
-¿Pa qué? ¡Yo ya la vi en pila y me la conozco de memoria!
-¿Y a tu amigo el lobizón también?
-A ese lo conozco como a usté, niña.
-¡JA!
Nos quedamos en suspenso mirando el pastizal pero no veíamos nada hasta que empezamos a distinguir una forma blanca, espectral y quieta.
-Parece que…   no quiere venir -le temblaban las palabras-. ¿Nos vamos?
-No, muchacho. Ahora que estamos acá, verás una luz mala, malísima, de verdad… ¡MIREN ALLÁ!
Me tapé los ojos y viché entre las rendijas de los dedos:
-¿Se acerca?
-No.
-¿Qué hace?
-Nada. Después bailará.
-¿Bailará?
-Sí.
-¡Madre de Dios! -exclamó el pobre mirando el campo para el lado opuesto.
Me destapé la cara y la forma fantasmal se hizo nítida:
-¿No te parece que ya es bastante?
-No, gurisita boba. No dejen de mirar aquello.
Y desde aquel pobre espectro, brotaron luces que comenzaron a bailar su danza macabra.
-Ta. Vámonos. Ya la vimos de sobra.
-Estate quieto, gurí. ¿Vas a ponerte duro otra vez?
En ese momento un murciélago pasó por encima de nuestras cabezas con su vuelo rasante y sentimos que el vampiro nos mordería en el cuello para quitarnos hasta la última gota de sangre. Nos agachamos temblando, juntando las cabezas con las rodillas porque además, nos rodearon en remolino infernal, gritando y gimiendo, vestidas con haraposas mortajas blancas, todas las ánimas en pena, salidas del campo santo.
-¡Ave María Purísima! -dijo él.
-¡Sin pecado concebida! -contesté.
-¡Silencio! Ahora hablaré yo. El fantasma que  los espanta es el esqueleto de un caballo y los huesos están eliminando lentamente el fósforo. Eso es lo que produce el juego de luces que se ve con la claridad lunar y lo que ha metido miedo durante años y años a la gente de campaña que no sabe nada de química ni otras yerbas.
Suspiramos aliviados y Lucio se hizo el compadrito:
-Es lo que digo siempre, la luz mala existe pero no hay que tenerle miedo.
-¡Si serás atrevido! ¡Casi te desmayás con el buey! Nos vamos a pasar el fin de semana en la “Chistera”.
La luna  se reflejaba en el río acicalándolo con argento vivo y nos regaló  la serenidad que necesitábamos después de tan terroríficas vicisitudes.
La calma del paisaje  nos enjuagó  el adentro y fue lo mejor de esa noche.
Encendimos los faroles y cenamos lo que abuela llevó.
-Che,  ¡como joroban las dichosas maripositas! -dijo espantándolas a manotones.
-¡Quietas las manos y  cuidadito con molestarlas que tienen mucho que hacer!
-¿Qué pueden tener que hacer estos bicharracos zonzos? ¡Venir a encandilarse en el fabro y nada más!
-Pues, andá sabiendo: acaban de nacer, tienen que casarse, poner sus huevos en el río y después, morirse. ¿Te parece poco?
-¿Tas segura, vos?
-Como que te veo, paisano. Más segura que vos con tus cuentos de emperrados. ¿Tamos?
Abuela escuchaba nuestra charla detrás de una amplia sonrisa.
Por la mañana, la niebla cubría la superficie del agua y al asomarse, Lucio me miró asombrado:
-¡La pucha! ¿Qué es esto?  ¡Cuando vengo a pescar, jamás nunca vi mesejante cosa!
Me parecía imposible que un muchacho acostumbrado a madrugar, no conociera la neblina que habría visto hasta cansarse en el campo y en el río. Supe de inmediato que me estaba judiando y tuve la tentación de enseñárselo con una larguísima perorata, pero no valía la pena gastar pólvora en chimangos ya que la  cosa venía de broma. Lo pensé mejor y para ganarle la partida le hice caso al aire travieso que murmuró en mis orejas:
-Y… mirá… esta es la sábana con la que envolvieron a la luz mala para enterrarla. Dicen que anoche, se murió para toda la vida.


HAUGUSSTO  BRAZLLEIM / HUGO GIOVANETTI VIOLA


OSCAR AL GRAFFITI (1 texto para ser cantado)


Por Thomas Merton y Victoria Diez

Escribiendo entre las ratas
y besando el agua clara
le tocó brillar.

En el teatro de verano
te fusila el que se ríe
de la luz de Dios.

La oscuridad me basta / la oscuridad me basta
en el Parque Rodó.

Diecisiete fusilados
y Victoria Diez llorando
hasta que gritó:

Ánimo compañeros
que la vida puede más.

Ni el poder ni la gloria
me van a electrocutar.

No podrán fusilarnos
bajo el sol de los caranchos.



ANTONIO GARCÍA PINTOS

NUEVOS AFORISMOS

A veces me pregunto si tu última palabra fue tu última palabra.
A veces me pregunto cuál de todas tus palabras era la palabra.
A veces me pregunto si tu palabra era alguna de las tantas palabras.
A veces me pregunto si la existencia de tus palabras era alguna palabra.
A veces me pregunto cuál de tus palabras tiene derecho realmente a existir.
A veces me pregunto si una palabra arrastra a otra palabra y ambas te llevan al desierto de vos.
A veces me pregunto si tus palabras encuentran mis palabras si todo queda en una sola palabra.
A veces me pregunto cuántas palabras hay en una última palabra.
A veces me pregunto qué pasaría sin la primera y la última palabra.
A veces me pregunto cuántas palabras no dicen una sola palabra.
A veces me pregunto si al darte la palabra no tengo palabra.
A veces me pregunto qué palabra me quedará en el último silencio.


JOSÉ LUIS MACHADO

1 TEXTO DE DIARIO DE UN SINVERGÜENZA

Subió al taxi decepcionada y fastidiada. Regresaba a su país después de consultar durante varios días el Archivo General de la Nación, buscando el paradero del amor de su vida que se había ido al exilio hacía ya más de veinte años. No encontró nada.

Ocupó su asiento y cuando observaba el atardecer a través de la ventanilla, la sorprendió algo que se reflejaba, una imagen en blanco y negro. Al mirar al frente descubrió al lado del aparato del GPS la mitad de una foto donde estaba ella, sonriente y feliz, habían pasado más de dos décadas. Sacó de la cartera la otra mitad de la foto.

El taxista se dio vuelta y le dijo: -Por fin te encontré, preciosa. ¿Adónte te llevo?

-Llévame al pasado, por favor.


FEDERICO COORE

TRES ACORDES

El día no está llorado pero llueve la ironía
y no parás de rugirme cómo ganás tu partida.
La marea está subiendo y vos seguís sin tu bote
los recuerdos son los rostros que te arrastran y te corren
a lo triste / a los tigres.
Es muy simple la emoción / con tres ladrillos te alcanza
para levantar tu altar / el castillo de tu danza.
El castillo de tu danza / el castillo que te alcanza.
(Cuando estén secas las pilas
de todas las almas a las que llamás
te acordarás de este perro
que un día estrellado se puso a gritar:
And it’s a hard / and it’s hard / and it’s a hard
rain’s / a-gonna fall.


SANTIAGO  MANSSINO

OTRAS NOTAS

De la distancia los acordes
sucios y primeros se escucharon
en las costas de los márgenes
nacientes, inercia muerte viva.

Salobres exquisitas las visitas
irónicos sudores se impregnaron
y como prendas hechas a medida
nuestras bocas puestas se llevaron.

Bajo cero, bajo tierra, miran las blancas paredes.
Cómo se elevan los sueños
a un cielo alto y transparente
a la asepsia del centro de la muerte.

Ya no pienso nada cuando pienso
el silencio de agua turbia,
mientras morimos de sed de tiempo
en esta eterna fiesta sin cumbia.


FELIPE LEITES

NOCHE DE ALQUITRÁN

1 / Ojos de trigo

Mi sombras truenan puñales de viento
que labran el humo del sueño
en el cielo de tus luces.

2 / Canto eterno

Fríos huesos de liturgia
despiertan ciegas auroras
en mis nubes de sal.

3 / Cielos eléctricos

Senda de lunas devoradas
por tus pájaros de sombra
palpitan lámparas de viento.

4 / Astro que nace

Las cenizas de tu maleza
me ciegan los cantos
de tus sienes de mármol.


MARCELO SOSA

EL PUEBLO

El pueblo es una bestia de mil cabezas

y un corazón crucificado.
El pueblo es uno y millones,
como las arenas de un desierto
también cabe en el balde de un niño.
El pueblo duerme ignorándose,
en su casa los espejos muestran complacientes
una dulce mentira.
Desconoce su vocación de sujeto,
y su diversidad, que es su mayor riqueza.
Los poderosos temen su despertar
y lo dividen, lo separan y enfrentan.
Le hacen creer que ha triunfado,
que no hay nada más allá 
de este presente de somníferos y máscaras,
de este presente que esconde matanzas bajo la alfombra
del mar Mediterráneo.

El pueblo es un ángel con alas manchadas de petróleo,

un ángel que ha olvidado volar,
que ha olvidado su gracia
en una transmisión televisiva del circo romano.

El pueblo es un condimento de discursos floreados

que levantan escaleras a ninguna parte.


Hoy recostaré mi cabeza en el regazo del pueblo,

como uno más de sus cachorros
y lloraré mi sueño perdido,
mi soledad compartida,
esperando un alba que no llega,
pero dicen, 

está al otro lado del mañana.

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
Google+