domingo

LEÓN GIECO (2) - “HACE RATO QUE NOS GOBIERNAN BANDIDOS DE GUANTE BLANCO"



¿Tocaría en un piquete?

Sí, por qué no. Estuve hablando en su momento con Pepino, uno de los líderes de los piquetes de Salta, que estaba organizando en Orán el “Monumento a la Gomera”, un símbolo de los piqueteros, una manera de demostrar que los tipos no tienen más armas que una gomera. Quedamos que en cuanto pueda voy a andar por allá, y lo mismo si me llama De Gennaro vería la manera de estar con ellos. Yo estoy permanentemente en estas cosas. El martes fui a tocar por Mariano, un pibe-rehén, en un asalto a un banco, al que la policía mató. Así como canté y sigo cantando por los desaparecidos de la dictadura, ahora hay que hacerlo por los desaparecidos de la democracia, que son los pobres, o los 600 chicos que fueron víctimas del gatillo fácil. A veces, me siento yo también como un bandido rural, porque cuando hago un recital a beneficio, estoy sacando la plata de un lugar para ponerla en otro.

En el disco usted habla de un “rock que está quebrado”, pero reivindica a muchos de los rockeros de los 90, como Chizzo, Attaque, A.N.I.M.A.L, etc... ¿Se refiere a una quiebra económica o emocional?

Un poco de las dos cosas. Es que no puedo evitar comparar. Cuando yo vine a Buenos Aires, era la segunda generación rockera, y me sentía parte de un movimiento contestatario. Rock era sinónimo de lucha. Hoy ya no es así. Cada uno está por su lado. No estoy menospreciando el rock de los 90, porque inclusive yo siempre digo que, después de los 80, el rock recuperó en la década pasada una cosa más comprometida con la realidad, y me siento identificado con muchos de sus músicos, pero... qué se yo, antes, si no leías a Walt Whitman o no escuchabas a Dylan, no te podías atracar a una mina. Ahora, el rock en conjunto está envuelto en una cosa más light. Creo que la globalización le pegó mal. 

¿Por qué?

Y... antes los grupos de rock llenaban los estadios. Ahora los llena Enrique Iglesias...
Bueno, los Redondos también llenan estadios...

Sí, está bien, pero los Redondos son algo así como un secreto del arte. Son algo inexplicable. Yo los iba a ver cuando el Indio Solari repartía los bollitos de ricota, y nunca pensé que se iban a convertir en los Grateful Dead argentinos. Mercedes (Sosa) siempre me dice: “qué lástima que nosotros no somos los Redonditos...” Y claro, tanto la Negra como yo, para llenar un par de teatros nos tenemos que reventar haciendo prensa, y los Redondos mueven un dedo y tienen 40 mil pibes adonde vayan.

¿Cree que el rock no se compromete todo lo que debería?

Sí, pienso que debería hacer algo más. Yo no digo que el arte cambia la realidad, pero puede acompañar la lucha de los pueblos. Además, es muy fácil, siendo músico, salvar una vida. No sé cómo muchos artistas no se dan cuenta de eso y son más solidarios...
¿Es más trascendente tocar para un chico que necesita operarse la médula o haber escrito “Solo le pido a Dios”?

Todo acto que sirve para salvarle la vida a alguien es mucho más importante que la mejor canción. Cuando la directora del Garrahan me dijo que con la plata que le dimos por la publicidad de Telefónica, se hicieron 15 intervenciones, eso, para mí, significó más que todo lo que me puede haber dado Solo le pido a Dios. Lo que pasa es que pude hacer lo que hice porque alguna vez compuse esa canción, y otras. Reconozco que siendo Gieco, pelear por las cosas es menos sacrificado. ¿Mirá, si no fuera músico, si hubiera tenido que ir a pedirles a los gobiernos que ayudaran al Garrahan? Ya se hubieran muerto un montón de pibes...

¿Por eso es el “ídolo de los quemados”?

No sé por qué. Lo de “quemados” lo digo cariñosamente. Me identifico con ellos porque son los que están mal, los que no tienen trabajo, los discapacitados, los que viven en las villas...
Mucha de esa gente se identifica con la cumbia villera. ¿Qué opina de ese género?

Es un estilo, que con otras variantes se da en muchos países de Latinoamérica. En México, por ejemplo, tenés grupos como Los Tigres del Norte, que te cuentan en una letra cómo pasaron unas valijas a través de la frontera. Me parece que la cumbia villera es una expresión auténtica. El otro día escuché que unos pibes decían “gracias a la cumbia no estoy robando”. Es muy fuerte eso. Ahora también me gustaría que las bandas de cumbia villera que les va bien no se olviden de dónde son, que no cambien de lugar. Que reivindicarse de la villa no se quede solo en palabras, y que hagan recitales para juntar comida, y esas cosas. Pero la reivindico como una música que está mal vista, como le pasó en su momento al tango arrabalero.

La intolerancia también se manifiesta a través de la xenofobia. ¿Algo de eso pensó cuando escribió “De igual a igual”?

Sí, porque los xenófobos y los que aceptan la xenofobia son dementes que no entienden nada. No se dan cuenta de que esos que llaman ilegales son entrados a los países por los mismos capitalistas que buscan garantizar mano de obra barata, y después los discriminan.
La frase: “Si me pedís que vuelva otra vez donde nací / yo pido que tu empresa se vaya de mi país” parece haber sido escrita especialmente para la crisis de Aerolíneas...

Pero no, ya la había escrito antes, aunque calza justo. Un año atrás fui a tocar a España y unos colombianos y ecuatorianos me entregaron un diario clandestino que hacían, donde le decían precisamente eso a Aznar. Me pareció que ahí tenía una canción...

¿Quiénes son entonces los ilegales?

Ilegal es Blair, que dejó escapar a Pinochet. Ilegales son los jueces y los gobernantes que no permiten que se extradite a Astiz. Entre ellos yo no hay modo que nos pongamos de acuerdo, porque ellos creen que ser ilegal es ser boliviano.


Un estudiante de 50 años

En Bandidos rurales, la música de la mayoría de las canciones está firmada por Luis Gurevich, habitual colaborador de León. El artista de Cañada Rosquín, que tiene años de escribir temas, explica por qué ya no compone tanto como antes: “Tengo ganas de ponerme a estudiar y poder asombrar de nuevo con canciones mías. Necesito aprender más música, orquestación, porque en estos años sentí que me repetía permanentemente. Por eso decidí buscar un parcero, que es Luis (Gurevich). También me gustaría estudiar vocalización, para cantar mejor, y debería saber mejor el inglés, porque quisiera grabar próximamente con Bonnie Raitt y Jackson Browne. Tengo 50 años y me doy cuenta de que tengo muchísimo por mejorar”.

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