miércoles

LA TIERRA PURPÚREA (23) - GUILLERMO ENRIQUE HUDSON


VI / TOLOSA (2)

Cuando terminó la canción, se oyó el fuerte ronquido del capitán Wriothesley. Había comenzado a arreglar unos ponchos en donde echarse, pero enredándose irremediablemente en la sobrecincha, las riendas y jergones, se había quedado dormido con los pies en el recado y la cabeza en el suelo.

-¡Hola! ¡Esto sí que no puede tolerarse! -gritó uno del grupo-. Despertemos al viejo Cloud, disparando nuestros revólveres a la pared sobre su cabeza y haciendo descascararse el estuco para que le caiga en la cara. ¡Será cosa de morirse de risa!

Todos quedaron entusiasmadísimos con la idea excepto el pobre Chillingworth, quien, después de pronunciar su discurso, se había ido gateando a un rincón donde estaba solo, viéndose muy pálido y abatido.

Luego empezó el tiroteo, dando la mayor parte de las balas en la pared a unos pocos centímetros sobre la cabeza del recostado capitán, y desparramando tierra y pedazos de estuco sobre su rostro amoratado. De un salto me puse de pie y me precipité a ellos, diciéndoles, sin reflexionar, que estaban demasiado ebrios para hacer buena puntería, y que matarían a su amigo. Mi intervención dio lugar a una bulliciosa y acalorada protesta, en medio de la cual, el capitán, que estaba tendido en el suelo en una posición sumamente incómoda, despertó, y sentándose con gran dificultad, nos miró vagamente con las riendas y las cinchas enredadas como serpientes alrededor del cuello y los brazos.

-¿Qué pasa? ¿Po… por qué ta… nta bulla? -preguntó roncosamente-. ¿Qué? Están haciendo una re… re… volución? ¡Mu… muy bien!: es lo ú… único que se pué hacé en este pai… pero no me… me… pidan que s… sea presidente… Eso sí que no. No va… vale la pen… pena. ¡Buenas noches mu… muchachos! No me corten el pescuezo por equi… vo… vo… cación. Dio lo… guarde… toos…

-¡No ye vayas a quedar dormido otra vez, Cloud! gritaron todos-. Lamb tiene la culpa de todo esto. Nos ha dicho que estamos borrachos; ese es el modo como nos recompensa nuestra hospitalidad. Estábamos disparando nuestros revólveres para despertarte, viejo, para que nos acompañaras con un trago…

-¿U… un trago? ¡Ya… ya lo creo! -dijo Cloud, con voz ronca.

-Y este Lamb temía que te fuésemos a matar o he-rir. ¡Dile, viejo! ¡Si les tiene miedo a tus amigos! ¡Dile a Lamb lo que te parece a ti su conducta!

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