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LA SOMBRA DEL ÉXITO: EL LADO OSCURO DEL TRABAJO Y DEL PROGRESO


ENCUENTRO CON LA SOMBRA (El poder del lado oscuro de la naturaleza humana)
SEXAGESIMOCTAVA ENTREGA


(17) EL LADO OSCURO DEL ÉXITO (2)

John R. O’Neill

Los verdaderos triunfadores son aquellos que saben extraer la riqueza potencial de su sombra y utilizarla en su provecho. Ellos son los auténticos aprendices de la profundidad. Winston Churchill, Eleanor Rooselvelt, Florence Nightingale, Thomas Jefferson y Abraham Lincoln, por ejemplo, constituyen ejemplos históricos de personas que -yendo más allá de la hubris- supieron aprender de sus propios fracasos, errores y sufrimientos y utilizar adecuadamente sus enseñanzas.

A los directivos que me preguntan, con cierta frecuencia, qué deben hacer para mantener vivo el aprendizaje y el crecimiento en sus empresas, les suelo responder que el principal punto consiste en evitar hubris en el momento en que se alcanza el anhelado éxito. El tallo de la dulce planta del éxito hunde sus raíces más profundas en el suelo de la inflación de ego que se alimenta del orgullo y la codicia.

Resumamos ahora brevemente los signos que acompañan a los ataques de hubris:

-Atribuirnos la posesión de dones especiales. Cuando creemos en la infalibilidad de nuestras valoraciones y en nuestra inmunidad a los errores que comete todo ser humano nos hallamos a merced de la sombra y podemos sospechar la presencia de ciertos rasgos de inflación del ego.
-Matar al mensajero. Si rechazamos los informes adversos porque nos parecen indignos, poco fiables, envidiosos o incapaces de apreciar completamente la situación, estamos allanando el camino del fracaso. Si en nuestro papel de directivos nos aislamos de los demás y restringimos el círculo de consejeros habremos empezado a matar a los mensajeros.

-Necesidad de protagonismo. Cuando hubris está presente, el ego necesita afirmarse mediante demostraciones manifiestas de poder, como marcar el territorio, preocuparnos excesivamente por la etiqueta y establecer reglas excesivamente rígidas, por ejemplo. El hecho de que necesitemos sentir que los demás se den cuenta constantemente de nuestra importancia es un síntoma de inseguridad reprimida.
-Vivir según principios morales superiores. Cuando un grupo o una persona siente que se halla en el camino justo y califica a quienes piensan de manera diferente de malvados, ignorantes, o enemigos, puede encontrar cierto alivio provisional al exceso de tensión existente entre el bien y el mal, pero, en realidad, no se trata más de que hubris disfrazada de bondad.

Cuando aparece hubris dejamos de aprender. Entonces nuestro inflado ego proyecta a la sombra y la ira ciega amenaza con arrastrarnos. Reconocer la presencia de la sombra es el primer paso para salir de esta situación, el siguiente es aprender lo que tiene que enseñarnos. El ego se siente inquieto porque, en realidad, es la sombra la que tiene las riendas en su mano. Si encontramos un modo de ir más allá de las necesidades, roles, símbolos y todo lo que, en general, denominamos una conducta correcta del ego, podremos penetrar en el caos del nuevo aprendizaje y descubrir facetas insospechadas sobre nosotros mismos.

Desde este punto de vista, el éxito siempre va acompañado por una sombra que puede llegar a ser devastadora. Es necesario, pues, que afrontemos día a día a la sombra pero si queremos renovarnos también necesitaremos guías, mentores y, en ocasiones, hasta terapeutas.

Los triunfadores saben cómo hacer ese trabajo. Como me dijo hace años el escritor John Gardner: “Cuando escalas una montaña recuerda que no es la única. Mira entonces hacia la próxima cima y aprovecha los valles para fortalecerte”.

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