SEXAGESIMORIMERA ENTREGA
QUINTA PARTE: LA SOMBRA DEL ÉXITO: EL LADO OSCURO DEL TRABAJO Y DEL PROGRESO
El amor al dinero es la raíz de todo mal.
I, TIMOTEO 6: 10
No estoy en este planeta para hacer algo que ya está hecho… Nuestros logros constituyen la expresión manifiesta de nuestros objetivos.
PAUL WILLAMS
El progreso es nuestro producto más importante.
ESLOGAN PUBLICITARIO
Tendemos a exaltar los aspectos luminosos de la industria a expensas de las facetas oscuras de la naturaleza o a enaltecer las facetas luminosas de la naturaleza en detrimento del lado oscuro de la industria. En realidad, lo que deberíamos hacer es comparar la luz con la luz y la oscuridad con la oscuridad.
THOMAS BERRY
INTRODUCCIÓN (1)
La creciente literatura destinada a la investigación del estrés y del riesgo de la catástrofe ecológica que parece cernirse sobre nosotros ilustra con suma elocuencia los aspectos personales y colectivos respectivamente del lado oscuro de la ética laboral norteamericana.
Todos conocemos a alguien que ha sacrificado su vida por el trabajo. Sea cual sea su ocupación el adicto al trabajo derrama su sangre en aras de una empresa incierta (la jubilación o el futuro de sus hijos) o a simple incapacidad de vivir de otra manera. Pero en cualquiera de los casos no es dueño de su destino ni se halla motivado por el proceso creativo sino que está poseído por una especie de yo demoníaco.
Hoy en día se considera que la obsesión por el trabajo constituye una adicción tan compulsiva como el juego o la sobrealimentación. Hay casos en los que la misma estructura de la empresa y sus directivos contribuye a fomentar este sombrío panorama. Por su parte, el exceso de trabajo, las cuotas de venta irreales y los martinis contribuyen a aumentar la distancia existente entre el estilo de vida de los distintos estamentos laborales norteamericanos.
El precio que hay que pagar por esta situación es muy elevado ya que el adicto padece el deterioro físico y emocional que acompaña a una vida unidimensional, los familiares sufren la ausencia de su esposo o de su padre y las empresas se ven obligadas a renovar periódicamente sus cuadros directivos cada siete años.
Douglas Labier, autor de Modern Madness, los denomina los trabajadores heridos, “personas sanas sometidas a condiciones emocionales que, si bien pueden fomentar el proceso productivo resultan, en cambio, sumamente perjudiciales para el espíritu”. SegúnLabier, el éxito personal del trabajo herido depende de su adaptación a la personalidad colectiva a de la empresa y del consiguiente destierro al olvido de aquellas otras cualidades que no se ajustan a la imagen de la organización. Debemos recordar que las empresas también cuentan con una persona (con un rostro agradable para presentar ante el mundo, determinado por su objetivo manifiesto) y que, por consiguiente, también poseen una faceta oculta y sombría (bajos salarios, limitada tolerancia a la autocrítica, conflictos internos, una política exterior que suele tener consecuencias ecológicas desastrosas, falta de honestidad con sus clientes, etcétera).
El trabajo nos obliga a afrontar dolorosos conflictos de valores. A veces nos vemos obligados a transgredir determinados principios, en otras tenemos que controlar a los demás, hacer caso omiso de sus necesidades personales, contar mentiras piadosas y vendernos, en fin, en miles de maneras diferentes. Hay un chiste de abogados -que bien pudiera aplicarse a cualquier otra profesión- que ilustra perfectamente esta situación: un abogado que aspira a ser el Número Uno se encuentra con el diablo, que le ofrece todo el dinero y el poder del mundo a cambio de su alma, a lo cual nuestro personaje responde: “De acuerdo, pero ¿cuál es el precio que tengo que pagar por ello?”.
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