martes

SUPLEMENTO DEL TALLER LITERARIO DE LIVERPOOL F.C. (36)

IVONNE DÍAZ


GUIDAÍ  ABUSADA

Pueblo derrotado, inchalá olvidado
Mi piel es nieve, tu piel es sol y sudor.
Ahora busco en mi sangre la gota de tu raíz
guidaí abusada, salvaje redimido,
después de someterte y desangrarte
lloramos tu muerte, olvidamos tus errores,
porque los nuestros te mataron.
Masacrado, humillado, no te pudimos destruir.
Mi piel de nieve no pudo quemar tu piel de sol y sudor.


ANNA RHOGIO

EL NIÑO EN LA NIEVE (HACIENDO SOÑAR A LOS NIÑOS)
                                                 
Una vez, el niño subió a la superficie buscando a su padre. Llevaba un pequeño fanal en el que cabía poco combustible. La diminuta luz alumbraba doradamente sus pasos y más allá sólo había la oscuridad de la nieve.

Jugando con la llama, de la que se desprendían chispas brillantes, recordaba las hogueras que encendía su pueblo las noches de fiesta. Pero, el aceite se agotó con el continuo balanceo y caminó guiándose por su instinto. Así, llegó a una casa de hielo, golpeó en la puerta y al asomarse la anciana dueña, rogó:

-¿Me darías un poco de aceite para que pueda seguir buscando a mi padre?

-Sí, pero antes, hazme un favor: ve al ático y tráeme la manta que verás sobre la silla. Tengo mucho frío y no puedo ir.

Al subir, el techo se difuminó en el éter, los peldaños fueron interminables y los trepó entre nubes, creyendo que llegaría al infinito. Aprendió los secretos del cosmos, sintió frío y quiso bajar, pero recordó a la anciana que tanto precisaba su manta y continuó. La halló en un rincón del espacio custodiada por un dragón celeste que le dijo:

-Si la quieres, tráeme una flor de rocío.

-¿Dónde está?

-Donde no sopla el viento.

-Ese lugar no existe. El viento sopla en todos lados.

-Sigue subiendo y lo encontrarás.

Entonces llegó a una zona de calma total y vio a sus pies la flor de rocío tan incorpórea como un milagro, deslumbrando cristales en la eternidad.

Iba a tomarla temiendo que se deshiciera entre los dedos cuando escuchó en el silbo del aire:

-Déjala. Podrás llevártela cuando regreses de donde te mando. Quiero que busques al hada de plata que vive en el castillo blanco y me la traigas para que celebremos nuestra boda.

-¿A quién debo nombrar si la encuentro?

-Soy el Señor de las Leyendas, la memoria de los cuentos, y gracias a mí, ninguno se pierde porque los atesoro en mi biblioteca.

Descorrió un telón de brumas y le mostró una biblioteca inmortal atestada de libros.

El niño continuó sintiendo que había escalado tanto como para perder el sentido del tiempo y el espacio.

Halló a la hermosa hada que tenía cabellos de plata…

O-El interrumpió el relato.

-¿Y? -preguntaron todos.

-En este punto, con el arrullo de madre Tae-Ran ya dormíamos y nunca supimos el final. Nos decía que cada uno podía terminarlo a su gusto porque era una historia sin fin. Me gustaba pensar que el niño encontraba distintos personajes, cumplía sus deseos y después encontraba a su padre



JOSÉ LUIS MACHADO

UN TEXTO FANTASMAGÓRICO

En el galpón de un viñedo abandonado al oeste de Montevideo, la policía ha encontrado algo espeluznante. Un bebé momificado en una valija. La maleta, con su terrible contenido fue hallada detrás de unas antiguas barricas de mosto. El ambiente fresco y seco del lugar retardó la descomposición del cadáver, facilitando el trabajo de los forenses. A pesar de eso ellos no tienen ni la más mínima pista, ni el menor indicio de quien o quienes dejaron al niño allí. Ahora que los miro, siento lástima. No me pueden preguntar lo que pasó ya que no saben verme ni escucharme, cuando ando jugando por aquí con  mi niñez.


ANTONIO GARCÍA PINTOS

FRAGMENTOS ROJOS

La sangre corría lentamente por el escaso tiempo de la memoria y sabía que los plazos se agotaban para el próximo encuentro.

Entonces decidí ir a buscarla sin previo aviso antes de dar el salto.

Siempre hay un lugar donde se produce un encuentro entre el tiempo y la sangre.

La herida producida en su rostro no sangraba demasiado a primera vista. La pareja cruzaba la plaza y se percibía el temblor, la renuncia y el miedo en su paso apretado. La luz se desplazaba difusa desde los faroles y alumbraba apenas el rostro de ella, por el cual rodaban lágrimas rojas.


LUCIO CLAVIJO

PÁJARO DE BARRO

Alguno de tus días
me pertenece
y una región de tu cuerpo
sin lluvia anterior
acaso
recobre
su noche húmeda
tras mi paso
de puñal o mariposa.

Me pertenece en las tardes
toda instancia amarilla
cerca de tu hombro.

Me pertenece sin duda
un sitio de tu olvido
y tu primitivo pájaro de barro
de barro para siempre.

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