lunes

ENCUENTRO CON LA SOMBRA (El poder del lado oscuro de la naturaleza humana)


QUINCUAGESIMOQUINTA ENTREGA


CUARTA PARTE: EL CUERPO ENAJENADO: ENFERMEDAD, SALUD Y SEXUALIDAD


(13): LA ANATOMÍA DEL MAL (3)


John C. Pierrakos


¿Pero qué significa el mal con respecto a la energía y a la conciencia? En términos energéticos podríamos decir que constituye una forma de enlentecimiento, una disminución de la frecuencia, una especie de condensación. La persona se siente pesada, atada, inmovilizada. Cuando sentimos odio, muerte o cualquier otra cosa negativa nos sentimos muy pesados. En el caso contrario nos sentimos vibrantes y pletóricos de energía.

Por otra parte, cuanto menor es la frecuencia del movimiento mayor es la distorsión de la conciencia y viceversa. Cuanto más pesados y negativos estamos menor es nuestra creatividad, nuestra sensibilidad y nuestra comprensión hasta que llega un momento en el que se detiene el movimiento y nos quedamos estancados en la cabeza. Entonces todo movimiento de bloquea y todo pierde importancia. La religión y el resto de sistemas morales organizados han calificado a las actitudes negativas -el odio, la desilusión y el resentimiento, por ejemplo- como simple maldad. Desde esta perspectiva la religión considera que estos estados y sus manifestaciones conductuales son el simple resultado de una conciencia distorsionada de lo que es bueno y de lo que es malo.

La Bibia recoge una afirmación de Jesús que, a mi juicio, es muy importante. Hablando a sus discípulos dijo: “No os resistáis al mal” (Mateo 5, 39) Pareciera que la misma resistencia fuera el mal ya que cuando no existe resistencia alguna la energía no encuentra obstáculos a su paso y fluye pero cuando aparece alguna resistencia el movimiento disminuye, regresa y se detiene. La resistencia sofoca las emociones, disminuye el movimiento de la energía y anula los sentimientos. Esta resistencia tiene su origen en un mecanismo del pensamiento -que no tiene que ver con el pensamiento abstracto sino con el pensamiento organizativo-: la cautela.

Del mismo modo que en una dimensión cósmica la conciencia es responsable del flujo energético del universo, en el ámbito de lo humano es la responsable del flujo energético del organismo. Pero “responsable” no quiere decir “culpable”. En psiquiatría debemos evitar avergonzar al individuo por sus acciones negativas y sus contenidos inconscientes. Para nosotros se trata más bien de la simple consecuencia de un estado dinámico generado por algo de lo que el individuo no es consciente y, por consiguiente, no puede ser culpado por ello. Cuando la conciencia es negativa la persona se resiste a la verdad. Ciertas resistencias son conscientes y, en tal caso, la persona elige deliberadamente utilizarlas. Un hombre que se sienta herido por su esposa puede elegir entre abrirse al sentimiento del amor y el perdón o seguir con sus sentimientos negativos y destructivos hacia ella. Pero, aunque muchas de nuestras acciones sean deliberadas otras, en cambio, no lo son y en tal caso el individuo no es responsable de sus acciones.

El mal, entonces, es algo mucho más profundo de lo que nos dicen los códigos morales. El mal es la antivida. La vida, por su parte, es una fuerza dinámica y pulsátil, la vida es energía y conciencia que se manifiesta de muy diversas maneras. El mal sólo existe donde hay resistencia a la vida. La resistencia es, pues, la manifestación de lo que llamamos mal. Es esa distorsión de la energía y de la conciencia lo que origina el mal.

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