domingo

noción de PATRIA SEGÚN JULIO HERRERA Y REISSIG


(Una publicación sin fecha ni fuente ubicables que asomará indeleblemente en la película La galante calavera de Álvaro Moure Clouzet)

La Patria es algo más que la charanga vanidosa de la prepotencia en juego con el egoísmo ciego, algo que no cabe dentro de las estridencias coloristas del lábaro victorioso ni en los símbolos abracadábricos de los estandartes de la epopeya, ni entre las páginas artificiosas de sus códigos institucionales, ni entre los cuadros erizados de muerte de sus infanterías, ni siquiera en los lindes territoriales adentro de los cuales se agitan en tumulto los ciudadanos; la Patria no es un sentimiento civil ni una tabla épica del Sinaí de la gloria, ni una morada colectiva, ni un patrimonio oficial, ni un ápice más allá de la frontera, ni una ley de más o de menos, no es el fruto alambicado de una cordialidad diplomática, ni la consecuencia fortuita de un equilibrio entre nacionalidades, ni el trofeo pedante de una victoria aquilina, ni la posesión de una conquista audaz - no es nada especioso, ni solemne ni material ni lógico, ni utilitarista, ni bélico, ni potente, ni bello, ni estratégico, ni se puede medir por kilómetros, ni valorar por el número de sus hijos, ni admirar por su historia guerrera, ni respetar por sus baterías. La Patria es algo inmenso, algo íntimo, algo divino insustancial y a la vez predominantemente humano; la Patria es la sonrisa del niño en el amanecer, es la adolescencia florida del hombre, es su madre que le besa, es el sol que le alumbra, es su hogar que le espera, es su amante que le da vértigos, es el campo libre en que juega siendo niño, en que suda siendo padre y en el que inclina por vez postrera para morir; es el arte que le deleita, la sabiduría que lo enaltece, las flores y los pájaros, la viña y el lagar, el susurro de las brisas y el buen pan solariego que lo conforta, la Patria es el Hada Madrina, son sus abuelos, narradores de hazañas, sus tradiciones, rugosas, los infolios empolvados y el llavero anciano que repica en la granja paterna abandonada; la Patria es la aurora que llora en el jardín de sus poetas y son los crepúsculos románticos de sus amores, y los cielos estrellados de sus citas; la Patria son sus amigos -y algo más, son sus recuerdos, su propio polvo que sacude por el camino, sus propios desgarramientos, sus nostalgias, en fin; el campanario de su Parroquia, el arroyuelo de su barrio, la montaña de su aldea, las cabañas de sus pastores. La Patria es la naturaleza, es la religión, es la vida misma de la vida, en el hogar supremo, el instinto de los instintos, la condición misma de nuestra dicha. La Patria es una síntesis del Universo y una rama de la humanidad. Es algo, dulce, etéreo, arrullador, alado, invisible, personal, colectivo, insustituible, único porque la Patria nace con nosotros o más bien dicho, la Patria somos nosotros mismos.

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