sábado

LA BESTIA TRANSFIGURADA (8)

                                                            
Hugo Giovanetti Viola


29 / UNIVERSO

Confesiones 27 / I:

Con Daniel Bentancourt fuimos compañeros de escuela y yo me acordaba que dibujaba muy bien y era un tipo brillante, hasta que un día mi madre se encontró con el padre y se comentaron que los dos hijos escribían en serio y el mediodía que apareció riéndose paletudamente ya hicimos planes para formar un grupo literario y editar una revista.,

Y enseguida llamamos al ex-matrero Hugo Bervejillo, que tenía un padre muy parecido al mío y aprendió desde niño a ojear los libros como si fueran flores, y a la cancha la celeste. El cuarto mosquetero, Tarik Carson, surgió cuando a mí se me ocurrió mandar una larguísima carta a Marcha titulada modestamente Llamado a una nueva generación de escritores con una fundamentación estética universalista y mi teléfono.

Más adelante nos conectamos con Hugo García Robles, Saúl Ibargoyen y Jorge Medina Vidal (que nos guiaron con amplitud y generosidad) y llegamos a publicar cuatro números de la revista Universo con colaboraciones de Ingrid Tempel, Guillermo Chaparro y la incorporación final de Alfredo Fressia, además de organizar concursos donde participaron como jurados Juan Carlos Onetti y Armonía Somers.

Y parecerá mentira, pero tuvimos guerra. Polémica, quiero decir. ¿Y con quién? Con Jorge Ruffinelli, un relativamente joven aprendiz de Rama y guardián del templo del 45, que dirigía la página literaria de Marcha (ya transformada en un vocero ultraoficial del academicismo marxistoide) y nos reprochó postular una filosofía artística y revestir conceptos que una revista nueva y juvenil debe empezar por dinamitar, pero que “Universo” defiende como la continuación de la prédica de Torres-García y su “universalismo”. Y más abajo sentenciaba, con una frivolidad pionera del actual cáncer pos-posmodernista, que una tarea juvenil propiamente dicha consiste en inventar, en imaginar, en revertir todo lo establecido, en dudar precisamente de lo que la burguesía (esa gran detentadora del arte) ha consagrado como definitivo e invariable.

Lo que desembocaría en que Juan Carlos Onetti, que el 28 de junio de 1939, en el Nro 6 del jovencísimo semanario todavía no ensuciado por las ratas de barco hablaba de durar frente a un tema hasta extraer, de él o de nosotros, la esencia única y exacta, le hacía el juego a la burguesía. Porque las esencias universales son invariables.

Y en el Nro 11 del mismo año, por otra parte, el propio inconsolable y no menos iluminado autor de El pozo había subrayado algo que conserva, en 2014, una escalofriante vigencia: Hay que insistir sobre esto. ¿Quién hace literatura entre nosotros? Todo el mundo, pero no gente conformada psíquicamente para eso. La escala de valores de un artista no puede ser la misma que la de un catedrático, médico o rentista. El artista tiene por cosas tangibles lo que no existe para los demás y viceversa. En ese sentido -y en tantos otros que poco importan- vivimos la más pavorosa de las decadencias, la más disgustante de las confusiones.

La vida dirá cuántos bisontes hicimos brillar los cuatro fundadores del Grupo Universo en la pared de la caverna donde sigue languideciendo nuestra culturita.

Y los que ladran seguirán ladrando.


30 / CAPITANES

En 2004 publiqué (en el marco del Primer Encuentro Cultural Bolivia-Uruguay) un folleto ensayístico titulado 10 CAPITANES DEL VUELO retratos para desarmar.

Lo del capitanato se me ocurrió como forma de caracterizar a algunos hombres-faro que se proyectaron con injerencia prospectiva, concretando saltos tensionales capaces de reordenar y empujar la evolución de una cultura simbólica que creció a los ponchazos. Gente con vuelo hay mucha, pero capitanes no.

1) Julio Herrera y Reissigprimer genio rampante y tallador de un modernismo hermético que alimentó a Vallejo más que el pater Darío.

2) Eduardo Fabiniprimer gran narrador del cielazo criollo con espuelería mestizante y contraconquistadora. Un legítimo par de José Hernández.

3) Carlos Gardelgrano de oro intemporalizador de un hierogasmos quilombero que hizo bailar al mundo.

4) Felisberto Hernándezpianista de tranvía, falso llorón y peleador a solas por nuestro primer riel verbal contemporáneo. Abismal fluorescencia.

5) Joaquín Torres-Garcíaactual monarca ordenador del soplo cósmico en la Ciudad Vieja. Tuvo un trono de barro que los morfadores de asadito siempre menospreciaron.

6) Juan Carlos Onettifundador del megafalo novelesco latinoamericano. Niño con la ñata apoyada en el sexo de la Dios.

7) Obdulio Jacinto Varelaúnico capitán posterior a Pepe Artigas que se sintió responsable de nuestra felicidad popular. La negrura divina.

8) Manuel Espínola Gómezmáximo juglar multimediático de la cultura matrera. Matador de cualquier cornamenta que amenazara a la Fonte de la suave patria.

9) Alfredo Zitarrosavoz que lloró por el Uruguay entero cuando entendimos lo lejos que estábamos del vuelo planetario.

10) Álvaro Pierriúnico agregador de LUX soberanamente oriental a la completud azul. Este salvaje vive en Viena y apedrea a la Academia con diamantes extraídos del cerro Pan de Azúcar.

En mis Confesiones esta lista aparece ampliada por la montañosidad femenina de Delmira Agustini, Susana Soca, Olga Pierri, Amalia de la Vega, Marta Gularte, Marosa di Giorgio Cristina Fernández.

Y en una síntesis posterior elaborada para nuestro blog, nos decidimos a investir a La camiseta celeste como primera capitana poseedora de una gracia de empoderamiento numínico colectivo, además de incorporar a Gastón Ciarlo “Dino” Eduardo Darnauchans al grupo de emergentes emblemáticos de la resignificación-resurrección que nuestro pueblo viene construyendo después del suicidio cultural consumado durante el advenimiento hegemónico de la generación de la cola de paja.

Diego Forlán, por otra parte, recién pudimos sumarlo como conductor vertical después del Mundial de Sudáfrica.

Y lo cierto es que ya podríamos tener un nuevo himno patrio donde se vociferara un Mediocres, tamblad como desafío máximo.


31 / EJES

Ahora transcribimos la primera parte del Manifiesto minimalista que integra el volumen colectivo Aunque se llene de sillas la verdad, co-producido en 2004 por Ediciones Caracol al Galope y el Taller Literario universo.

1) Este manifiesto también podría llamarse De la obvia verdad literaria.

2) La literatura no ha terminado de religarse con la cruza equilibrada de los ejes genéticos primordiales (el logos fálico activando, verticalizando y continentando la femineidad de las aguas, que puede adultizar sabiamente a la aventura humana general).

3) Solamente un minimalismo constructivo básico y vertebrado por las cíclicas pero esencialmente arquetípicas estructuras universales es capaz de tensar, condensar y alquimizar (ansiedad excremental transfigurada en verdad absoluta, sin vértigo científico ni ético) la irradiación simbólica (conceptualmente intraducible) del texto.

4) La magia hipnotizadora-investigativa plena (la belleza que transforma) no existirá, por tanto, sin el micro relampaguear de la frase, así como esa célula tampoco vibrará sin su debida incrustación interactiva en la rítmica orgánica. La funcionalidad infinitesimal es la base de lo macro en toda la naturaleza (con o sin el hombre).

5) El poema-catedral-espiral de Dante (máximo exponente de la palabra justa al servicio de la aglutinación genérico-temática total) sigue calmando a la tribu desde las catacumbas. Se lo acepta como un mito digno de exploración académica pero no se lo muerde popularmente como al maná. Y eso es una vergüenza planetaria.

6) La imago verdaderamente utópica -el lugar que no existe- es la llamada nada, un factor asustador más para la implantación del Hombre Nuevo. Eso es lo que nos vendió (como contraparadigma del Gran Tiempo o la más-dimensión gótica donde nos guía Beatrice) la comedia filosófica de la modernidad. Estamos hechos para morir enamorados del atardecer y esa es la única certeza que nos puede anclar es una felicidad blindada. La fe en la trascendencia espiritual es constitutiva. (Y los neuróticos emperrados en categorizar a esta montañosidad mistica -y no en strictu sensu metafísica, dado que la energía ya es materia filmable- como una fantasía no válida epistemológicamente, es igual que si dijeran: Yo tengo medio cerebro.)

7) Los vanguardismos o experimentalismos de los siglos 19 y 20 pelearon más o menos heroicamente contra el mega-ego materialista-positivista pero pocos cuajaron con filo de andadura: en general pagaron el precio de la celulitis generada por la obviedad, la retórica y el desequilibrio de los ejes -horizontalidad desparramada- o la sequedad de los mástiles seudocientificistas. (El exitismo astuto es porquería aparte.)

8) En la literatura uruguaya que hay a la vista ya casi ni siquiera encontramos escritores que busquen una completud con valor extra-provincial (poética de la forma adaptada a la rítmica planetaria presente de la comunicación). Y ningún poder infraestructural marketinero puede inyectarnos vuelo ni fe ni garra para despedazar la piñata salvadora y hacer relampaguear una imagen inédita del tesoro más hondo.

9) La cosa sigue siendo encorvarse fanáticamente para tallar la transfiguración de la bestia cotidiana en la gruta sagrada. Y para eso se necesita tener sed de milagros.


32 / BANDA

Mi novela La indecente noche de Yemanjá, publicada en el 94, fue el primer libro que presenté junto con los integrantes del Taller Literario Universo (fundado en el 90) en lugar de recurrir a escritores y músicos ya formados.

En este caso, le pedí una mano a un teatrista experimentador y en un par de meses montamos un espectáculo multimedia que presentamos en Arteatro, el Museo Torres-García y los pubs Utopía Amarcord.

En el capítulo 9 / III de mis Confesiones quedó bien historiada esta aventura no quijotesca que fructificó en la concreción del precioso CD Plan de ataque, que recién en 2014 (16 años después de su complicadísima gestación) va a empezar a ser difundido masivamente a través de el blog de elMontevideano:

Entre los escritores y compositores del taller había guitarristas y percusionistas que además eran buenos músicos (Diego Presa y Marcos Barcellos, que en el 98 se independizaron para fundar el extraordinario Buceo Invisible, Raúl Rodríguez, actual co-líder de los Radicales libres de Pando, y Marcos Umpiérrez) y la incorporación a último momento de la cantautora Colomba Biasco, además de una bajista y una guitarrista, redondeó un grupo mágico y una noche (con mucho vino arriba) les propuse formar una banda y me comprometí a producirla.

El nombre se lo pusimos junto con Diego Presa: la Banda Barroca. Porque el grupo no despreciaba el rock en absoluto, pero lo que asomaba era un sincretismo mucho más proliferante. Y enseguida organizamos unos recitales en un pub donde todavía intercalábamos lectura de poemas, hasta que un día el musicólogo Joaquín Rath me dio la idea de pedirle una orientación arreglística a uno de los músicos más finos de la generación del 70, Ulises Ferretti, y pumba: allí estaba nuestro George Martin.

El día que nos encontramos con Ulises yo tenia muchas copas arriba y me animé a decirle que tanto en el Taller como en la Banda había Espíritu Santo sin saber que él era católico, y el hombre-muchacho de pupilas muy limpias descartó con un solo pestañeo mi posible delirio bipolar y me propuso trabajar en un régimen de taller semanal baratísimo y durante unos meses la casona-cueva que le prestaban a Marcos Umpiérrez se transformó en una stairway to heaven.

Después empezaron las actuaciones, que incluyeron tres Sara Cero y la participación en el cambalachesco largometraje Montevideoproust (donde por lo menos la Barroca se sumó a las invalorables apariciones de Manuel Espínola Gómez y Marosa di Giorgio) y con dos préstamos financiados a escote se grabó el mejor CD producido por una banda nacional en el siglo XX, y eso no estoy dispuesto a discutirlo con nadie.

Pero en muy poco tiempo, como suele pasar, el grupo no pudo resistir la perversa presión de un ambientún que no tolera la pureza sacra (desde los mismísimos tiempos de la Liga Federal) y se disolvió antes que el disco estuviera en la calle.

Y sin embargo pudimos reactivar el arquetipo de la gran cultura popular y hoy Plan de ataque galopa indoblegablemente a través de las redes.

Dostoiesvski: Los que le cavan zanjas a la fe no hacen más que cavar su propia zanja.

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