lunes

ENCUENTRO CON LA SOMBRA (El poder del lado oscuro de la naturaleza humana)

CUADRAGESIMOSÉPTIMA ENTREGA


CUARTA PARTE: EL CUERPO ENAJENADO: ENFERMEDAD, SALUD Y SEXUALIDAD


Declarar que el cuerpo es algo más que la sombra constituye una renuncia al pesimismo del siglo veinte y una alentadora manera de afirmar la vitalidad del ser humano.
JOHN P. CONGER

La maldad del ser humano reside en el fondo de su vientre… El placer carnal es el principal señuelo utilizado por el diablo para arrastrar al ego hacia los abismos del infierno. Ante esta catástrofe, el aterrado ego lucha con todas sus fuerzas por conservar el control del cuerpo. De este modo, la conciencia, asociada el ego, se opone al inconsciente y al cuerpo como depositarios de las fuerzas de la oscuridad.
ALEXANDER LOWEN

El Hombre Primitivo (una oscura figura masculina) confía en lo que está abajo, en la mitad inferior de nuestro cuerpo, en nuestros genitales, en nuestras piernas yen nuestros tobillos, en nuestras carencias, en la planta de nuestros pies, en nuestros ancestros animales, en la misma tierra, en sus tesoros, en los muertos enterrados en ella, en la inquebrantable riqueza a la que descendemos. Según el Tao Te King, un auténtico tratado del Hombre Primitivo, “el agua prefiere los lugares más bajos”.
ROBERT BLY



INTRODUCCIÓN (1)

En los últimos dos milenios de la cultura occidental el cuerpo ha permanecido recluido en la sombra. Los tabús de una casta sacerdotal que sólo concedía importancia a los reinos elevados del espíritu, la mente y el pensamiento racional han desterrado a la oscuridad a los impulsos animales, las pasiones sexuales, y la naturaleza efímera del cuerpo. Por si esto fuera  poco, el advenimiento de la era científica terminó concluyendo  que el cuerpo no es más que un recipiente de productos químicos, una simple maquinaria carente de alma.

Como resultado de todo ello se ha acentuado la división entre el cuerpo y la mente. La cultura favorece el desarrollo del hemisferio lógico izquierdo y promueve la lucha que sostiene el ego individual, desalentando, al mismo tiempo, el crecimiento del hemisferio intuitivo derecho y la materia carnal. Esta división como el cauce de un río, termina escindiendo en dos partes la superficie de nuestra cultura y generando, con ello, todo tipo de polaridades: carne / espíritu, pecador / inocente, animal / divino, egoísta / altruista.

Las terribles consecuencias de este paradigma -el cuerpo enajenado como sombra- para nuestra vida en general son la culpabilidad y la vergüenza con la que suele estar asociadas nuestras propias funciones corporales, la pérdida de la espontaneidad de nuestros movimientos, la lucha a muerte contra las enfermedades psicosomáticas y las terribles consecuencias de las epidemias que asolan nuestro tiempo (el abuso parental, la adicción al sexo y a las drogas y los trastornos alimenticios).

La afirmación de las tradiciones religiosas y espirituales de que el objetivo de la evolución del ser humano consiste en trascender al cuerpo no consigue sino ahondar todavía más esta división. Los cristianos y los hindúes, por ejemplo, intentan reconducir los deseos del cuerpo hacia propósitos más “elevados”, considerando, al mismo tiempo, que nuestras necesidades de placer y de ocio son “inferiores”.

Por su parte, la moderna tecnología científica robótica y la inteligencia artificial siguen echando leña al fuego con su pretensión de que las prótesis electrónicas pueden terminar convirtiendo al cuerpo en algo innecesario ofreciéndonos así la visión de un horizonte cada vez más desencantado, cada vez más semejante a un chip, cada vez más parecido al famoso Data (el humanoide de la serie de televisión Star Trek: La Nueva Generación).

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