lunes

LA RUEDA DE LA VIDA - ELIZABETH KÜBLER-ROSS


SEPTUAGÉSIMA ENTREGA

CUARTA PARTE



35. LA MÉDICA RURAL  (1)

Mi trabajo consistía en ayudar a las personas a llevar una vida más tranquila y apacible, pero por lo visto en la mía no había nada de serenidad. La intensa batalla por adoptar bebés seropositivos me había afectado más de lo que imaginaba. Después llegó un invierno muy duro, acompañado de lluvias e inundaciones que causaron daños en la propiedad. Luego hubo una sequía que nos arruinó  una buena cosecha cuando tanto la necesitábamos. Y por si eso fuera poco, yo continuaba con mi programa de conferencias, seminarios, actividades para reunir fondos, visitas domiciliarias y a loshospitales.

No hice caso de las advertencias de mis amigos de que iba a arruinar mi salud si aceptaba una gira de seminarios intensivos y charlas por Europa. Pero al final de la gira me gratifiqué tomándome dos días libres para visitar a mi hermana Eva en Suiza. Llegué allí totalmente extenuada. Tenía un aspecto horroroso, necesitaba descanso y ella me rogó que cancelara mi viaje a Montreal y me quedara más tiempo.

Aunque eso era imposible, decidí aprovechar lo mejor posible mi corta visita disfrutando de la cena familiar que había organizado Eva en un excelente restaurante. Puesto que una reunión familiar era un acontecimiento excepcional, fue una verdadera fiesta, agradable y alegre.

-Esto es lo que deberían hacer las familias -comenté. -Celebrar mientras todos están vivos.

-Estoy de acuerdo -dijo ella.

-Tal vez las futuras generaciones celebrarán el que alguien pase al otro lado y no se lamentarán de un modo tan absurdo ante la muerte -continué-. -En todo caso, la gente debería llorar cuando alguien nace, porque eso significa tener que comenzar de nuevo toda la tontería de vivir.

Veinticuatro horas más tarde, mientras me preparaba para irme a la cama, le dije a mi hermana que no hacía falta que se levantara por mí a la mañana, pues yo tomaría mi café, me fumaría un cigarrillo y me iría al aeropuerto. Cuando sonó mi despertador, bajé y vi que Eva no sólo no me había hecho caso sino que había sacado su elegante mantel blanco y había puesto un hermoso centro de mesa con flores frescas. Me senté a tomar café y me disponía a reprenderla por haberse molestado tanto cuando ocurrió lo que todo el mundo temía que ocurriera.

Todo el estrés y las cosas desagradables, el viaje, el café, los cigarrillos y el chocolate, en fin, todo el conjunto, de pronto acabó conmigo. Me invadió la extraña sensación de estar hundiéndome.

Me sentí muy débil y el mundo comenzó a girar a mi alrededor. Dejé de ver a mi hermana y no podía moverme; sin embargo, sabía exactamente qué me estaba ocurriendo.

Me estaba muriendo. Lo supe al instante. Después de haber asistido a tantas personas en sus últimos momentos, por fin mi muerte había accedido a llegar. Los comentarios que había hecho a mi hermana esa noche en el restaurante me parecieron proféticos. Al menos me iba a marchar con una celebración. También pensé en la granja, en los campos llenos de hortalizas que necesitarían ser envasadas, en las vacas, cerdos y ovejas y los animalitos recién nacidos. Entonces miré a Eva, que estaba sentada frente a mí. Ella me había ayudado tanto en mi trabajo en Europa y en la granja que deseé regalarle algo antes de morir.

Me pareció que no habría manera de hacer eso, ya que no sabía de qué me estaba muriendo; por ejemplo, si era la coronaria, podría irme en un instante. Entonces se me ocurrió una idea.

-Eva, me estoy muriendo -le dije-, y quiero hacerte un regalo de despedida. Te voy a explicar cómo es morir, desde el punto de vista del enfermo. Este es el mejor regalo que puedo hacerte, porque nadie habla jamás mientras lo experimenta.

No esperé su reacción (la verdad es que ni siquiera observé si tenía alguna) y me lancé a un detallado comentario de lo que me estaba sucediendo.

-Está comenzando en los dedos de los pies. Los siento como si los tuviera en agua caliente. Es adormecedor, agradable. -A mí mi voz me sonaba como si estuviera hablando a la velocidad de un comentarista de carreras de caballos-. Me va subiendo por el cuerpo, las piernas, ahora me sube por la cintura. No tengo miedo; es tal como me lo imaginaba. Es un placer. Es una sensación francamente placentera

Salí de mi cuerpo para mantener el ritmo.

-Estoy fuera de mi cuerpo -continué-. No lamento nada. Despídeme de Kenneth y Barbara.

Sólo amor.

En ese momento me quedaban uno o dos segundos. Me sentí como si estuviera en lo alto de una pista de esquí preparándome para saltar por el borde. Delante de mí estaba la luz brillante. Extendí los brazos en un ángulo que me permitiera volar directamente hacia la luz. Recordé que para tomar impulso debía agacharme. Estaba totalmente consciente de que había llegado el glorioso momento final y disfrutaba de cada segundo de revelación:

-Voy a pasar al otro lado -le dije a mi hermana. Entonces miré la luz, sentí que me atraía y abrí los brazos-. ¡Allá voy! -grité.

Cuando desperté estaba tendida en la mesa de la cocina de Eva. El elegante mantel blanco estaba cubierto de salpicaduras de café. Las hermosas flores del centro de mesa estaban esparcidas por todas partes. Eva estaba peor aún, con los nervios de punta. Loca de terror, me sujetaba tratando de pensar qué podía hacer. Me pidió disculpas por no haber llamado a una ambulancia.

-No seas pesada -le dije-. No hay por qué llamarlos. Es evidente que no despegué. Sigoclavada aquí.

Eva insistía en hacer algo, así que hice que me llevara al aeropuerto, aunque eso iba en contra de lo que ella consideraba juicioso

-Al demonio con lo juicioso -me burlé yo.

Durante el trayecto, sin embargo, le pregunté qué le había parecido mi regalo, la explicación de cómo es morir. Ella me dirigió una mirada extrañada; por su expresión deduje que dudaba de si yo todavía seguía en la tierra. Lo único que me oyó decir fue "Me estoy muriendo", y después "¡Allá voy!" De lo que dije entre medio no oyó nada, aparte del ruido que hicieron los platos al salir volando  cuando yo caí sobre la mesa.

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
Google+