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DE GARGANTA CAÍDA - PABLO COSSIO



Grupo Editor Conjunto / elmontevideano Laboratorio de Artes
1ra Edición Web


PRIMERA ENTREGA

Pablo Cossio (Uruguay, 1983) dio a conocer sus primeros poemas en el volumen colectivo Aunque se llene de sillas la verdad (Taller Literario Universo / Caracol al Galope, 2004) y posteriormente en una publicación del Café Literario del Liceo Alberto Candeau, en Paso Carrasco.

Entre 2007 y 2009 realizó cursos en la Facultad de Filosofía Mons. Mariano Soler y participó en el blog de elMontevideano Laboratorio de Artes con el seudónimo Pablo del Reino.



LA POESÍA NUNCA SOBRA

Este primer poemario de Pablo Cossio viene siendo elaborado (sudado, sangrado, rezado, vomitado, eyaculado) desde 2004 y redondea una lírica de una completud muy poco usual, aquí y en cualquier época y en cualquier parte del mundo.

La verdadera poesía -la que irradia una milagrosa gracia de sobrehumanidad- nunca sobra, precisamente porque en este planeta azul y devastado donde fermentamos y agonizamos (hablándolo en García Lorca) entre el amor incondicional y los tsunamis satánicos nunca hay magos suficientes que se dediquen a sosegar arcoíricamente la imagen de la Bestia para que la tribu sueñe un rato tranquila y se cague en las multimediáticas profecías del consumismo salvaje que, como está escrito, es capaz de incendiarnos la fe para vender tristeza.

Cossio acaba de terminar De garganta caída en Miami (adonde ya emigró dos veces con su familia en plan de sacrificadísimo paradero de olla chicano) y la semana pasada, después de que se decidió a mandarme la versión definitiva, le comenté que tuve la sensación de estar contemplando una hazaña equivalente a la del día en el que el Lucho Suárez tomó por asalto el laberinto multimediático global con dos golazos celestes.

Y puedo asegurar, habiendo tenido el privilegio de ver crecer palabra por palabra este poemario durante once años, que también podemos entroncar la síntesis obtenida en De garganta caída con la actitud-eje que mitificó Obdulio Varela en Maracaná cuando aulló en la mitad de la cancha que se podía dar vuelta el resultado haciéndole entender al mundo que no existen misiones imposibles utópicas cuando manda la fe.

Pero esto no habría sido posible si el autor no se hubiese nutrido con las actitudes libertarias frente al lenguaje que existen en sus principales referentes inspiradores, que en este caso serían Federico García Lorca, César Vallejo y Dylan Thomas.

Lezama Lima hubiera calificado a Cossio como un barroco americano del siglo XXI capaz de divisar que nuestro Nuevo Mundo ya es una divinidad para el futuro y que si no le retorcemos los rieles a nuestras propias vanguardias contraconquistadoras estamos en el horno.

Y que en este continente poesía grande es sinónimo de Patria Grande o no hay tu tía, botija.

No nos pueden asombrar, entonces, que los sorpresivos métodos de mestización intertextual a los que recurre un poeta confesamente católico, se sincronicen tanto con esa todopoderosa gracia de renovación a las que ya nos tiene acostumbrados el Papa Francisco, quien se ha definido en público como bolivariano artiguista.

Claro que Dante Alighieri ya sabía, en la plena alborada de este eón crístico que el numen civilizatorio universal nos está haciendo hacer (Teilhard de Chardin dixit) que el único factor que ordena un eficiente plan formal y espiritual de batalla no puede ser otro que lo que podríamos definir como la cuajadura de la inédita y terrible y radiante invencibilidad de nuestra propia Purificación.

Lo que siempre nos parece imposible, desde la óptica del temor y el temblor infantiles.

Y sin embargo Pablo Cossio se demostró a sí mismo que para él fue posible.

Hugo Giovanetti Viola



A mi mujer y mis hijos. Mis pilares
en la lucha.

A Hugo. Mi hermano en la fe.


De garganta caída son muchos años
sin otras pretensiones
hoy canto.
Gastón Ciarlo “Dino”

El combate espiritual es tan brutal
 como la batalla de los hombres.
Rimbaud
                                                                                                                                   


UNO / MUJERES (1)


Me han estremecido un montón de mujeres
Mujeres de fuego, mujeres de nieve.
Silvio Rodríguez


A la sombra de la virgen


A quien me impregnó de la humedad
 que el verdadero hombre necesita.


I



Todos los rincones se acercaron a mi vida

Todas las fracciones de tus ojos
que lastiman
otras lenguas
Todas las arterias que unifican tus dedos
Todos los aromas que adoraron
Todos los colores de nuestros labios
que solo vi
Cada presa sagrada que tu memoria espanta
Cada noche sin sueño que se fundió a tu altar
Cada rayo de tinta
que no debés a nadie
Cada pasto de tarde
Cada silencio ansioso
como si fueras a estar


Y lo entendió
tu sombra




II

Para comernos un poco

y dejarme andando
armamos la piedad en el jardín
Rodamos esa noche sin tocarnos las manos
porque algún oro espanta entre la carne
En tu fondo hay un lago al que no llega el contacto
y sin embargo tu boca
se pierde como tantas


III



Por tu virginidad manchada

me arrodillé en tus sábanas
y de la hoja llorada en que apretabas tristeza
rogué por la alquimia que dorara tus pezones
ofreciendo mi espalda como yunque



IV

Que nadie entienda esto si no se pertenece

que nadie mire el cielo
si no deseó la vida
no haya saliva el alma que se hundió en nuestros ojos
Que nadie entienda esto
porque fue sólo nuestro
y casi sin mentirnos acariciamos la ciencia
de los brazos que parten
un uroboro espeso



V

Es hora de que vayas

que bajes a la playa en que alegro a mis muertos
donde habité siempre de tu fértil paralelo
Ya es hora de que el hombre expulse aquellos besos
que sostienen fracciones
de amores como charcos
y recordarte sólo en tu dimensión de Virgen



A Adriana Rodríguez, Andrea Moreira

y a las lobas que lastimosamente profanamos
sin alimentarles el aire

A las libertades hay que reconquistarlas
cada veinte años (a veces parece que
hay que conquistarlas cada cinco minutos).
Clarissa Pinkola Estés

                                                                                                                         

I



En el velo de la loba

de esas lobas sedientas de troncos
de hierbas
veo la miel chorreándoles la calma
Atormentadas por las células
que amadas en los verdes
y empujándolas al alba
no despiertan
Sus dientes arden el herrumbre
en generaciones de jaulas carnívoras
pieles y sedosas mentiras
machos inyectados de niebla
y ovarios sordos a la médula de la tierra

Hay tormentas batiendo el foso

epitafios quemando azufre
olor a noche en escaleras amargas
cayendo

La vieja cuelga de los pastos

y no hay vida en el grito de las aguas
si la hostia
sólo oscurece entre las sábanas
Tanto desierto en arterias gastadas
El mito de la carne baila en platos ilustres
el barro excita la sangre y el aullido
tiembla el cebo antiguo
el silencio escurre la infancia de los tiempos
y la niebla rueda entre los alambres



II

Las glicinas de plata se acarician

la luna escarba entre las acacias
su hormiga azul recién parida
y la cruz más allá de la cruz


Ya no hay piel marchitando el alma

y en altares de fiebre
bajan los restos de inyecciones violetas
En equilibrio el mar sepulta al circo

Y no habrá pez bajo el frío de los hombres

con los codos llorados de tierra
con el germen cayéndole los ojos
como aquel ser

no renacido

1 comentario:

Rosario Vecino dijo...

estoy boquiabierta con este poeta,es nuestro y no lo conocía ,muy bueno

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