martes

DE GARGANTA CAÍDA - PABLO COSSIO (3)



PABLO COSSIO

Grupo Editor Conjunto / elmontevideano Laboratorio de Artes
1ra Edición Web


DOS / A PAPÁ DIOS

Dios mío, casi no he creído nunca en ti,
 pero siempre te he amado.
Antonio Porchia


(Desde la noche)


Sin el misterio la vida sería irrespirable.
Gabriel Marcel
Cuándo es el día Padre
de que esta mano llegue hasta tu barba tremenda
que en falanges dulcísimas me cuentes la octava tarde
mientras tu pueblo descansa en constelaciones verdes
Cómo se lleva Padre el latido hasta la lengua
para besar el ojo envenenado
que cambie sus fluidos y te ofrezca el aire
Será un golpe de luna
o huevos fosforescentes cuando los monos bailen de tristeza
Cruzar el hormigón brillan tus ríos Padre
pero un polvo acerado nos alfombra la garganta
tus pequeños se estiran con las melenas vírgenes
y mi tacto no sabe de abrigarse en la baldosa

Dame tu caricia Padre
que mis músculos dorados no aceptaron su madera


Credo

Creo en Dios Padre del susurro lento. Fértil y secreta yema golpeando serena y larga en mis tres oscuridades dialécticas, donde las terribles explosiones calladas van tejiendo desde el escombro aparente, un pentagrama a la sombra del planeta. Creo semilla imprevista, clavada en alguna parte de aquella noche brillosa entre las manos de El Santo. Fue en la llegada del aire que cortó la doble plaza de balasto viejo, bendiciendo una generosidad inmadura. En lo negro de los sauces desapareció el chivo, uno de tantos, y en esa tierra lejana se estira algo sin forma: yo sospecho de mis ojos. Creo que llamás y llamaste desde siempre. Denso y porfiado en tu ojo manso, siempre esperando en el frío de las puertas sin lujos, cargando en tus bolsillos las tinajas de Caná. Sé que en el hervor de las generaciones que corren sin descanso al punto de la espiga, infinitos hombres de barro se dejaron en tu mano: vos creás y creaste la alquímica-dinámica de la carne, las montañas y los gases que empujan encendidos desde el fondo del espacio. En la rendija de mi olfato florece un manto verde. Gracias Padre por la fertilidad de la sangre.

Creo en vos mi posterior encuentro. Hijo. Proyecto latente en todas las regiones del aire, forma inapresable en la escala del universo, único contacto fértil de todas las llagas del hombre y todas las imágenes del Reino. Porque digan lo que digan los patriotas de la castración perenne, bajás sin asco a cualquier abismo que grite humildemente tu nombre más allá de los clavos. Porque vi las huellas de tus orlas en la grieta de una mujer blanca, que goteando silvestre la ciencia de los mansos, te seguía porque el polvo de tu manto vertical, regala una caricia trascendente. Creo en vos, necesidad ya insinuada en las primitivas exigencias de mis células y de cada partícula de este universo tan desconocido. Potencia capaz de remediarme en el latido de una hoja, pacientísimo respeto de mi terquedad inentendible. Creo Esposo firme de mi Madre, que sacándome del charco de mis manos, me acurrucaste en su sonrisa interminable. Creo amigo recto intocable en la soberbia. Luz escurridiza en las dimensiones del seso, exigencia irrenunciable en la construcción del hombre, sal irresistible. Gracias por el destrozo de tu mano y tu carne alquimizada.

Por tu imponente capacidad de impulso y creación, muchos te pensaron una cosa. Y te invocan con el frío de la técnica o palabras sin sustancia, dignas de la doma de las bestias. Yo, diminuta pluma a la espera de tu aliento, sé de tus párpados Espíritu terrible. Creo. Buscando tu pisada y tu energía indefinible, me paseaba en los átomos oscuros hasta el filo de la roca. Allí fue el momento sordo, sólo tu piel desbordando sobre el semen de la gloria y la humanidad sencilla pisoteaba toda ciencia. Creo, galopador de la sangre. Cuando la predecible fuerza de mi frente amenaza arremeter todo silencio de fe, el flujo continuo y secreto de tus alas carcome apacible o furioso los noventa grados de mis conceptos. Creo en el olor de las migajas que ciertamente sigo y que me llaman cuando tuerzo la mirada. Gracias por el hervor sereno de los hombres.


Finalmente Madre, creo en tu múltiple sonrisa y en la profundidad del oro derramando lentamente de tus pechos. Creo dimensión santa, que en la vértebra de la lluvia descalzaste mis latidos: en la plenitud del nácar que los señores no miran, me abriste. Tuve que esperarte amontonar los yuyos del balcón, frágil y terrible, amenazando fertilizar todo lo que existe desde tu sexo virgen. Y rascando hasta el temblor de mis celdas temidas, desvelaste sin orillas un crecimiento inapagable. Creo en la celeste integración de todo el barro, humildemente amotinado en las uñas de altivos cascarudos impotentes. Creo en esa vuelta que transformará tus huesos muy arriba del calor de mis palabras. Creo Madre potenciado por tus aguas. Gracias por tu abrigo de fermento.


Con temblor en esta sangre, en estos sesos y estas manos, creo y confío calladamente, Padre.


II

Si cantara toda la carne que amasaste con tu soplo

viejo de luna hermosa
textura informe de las grietas
donde olvidamos el neón eléctrico
con esperanza de estrellas y explosiones de polvo
Ayer te vieron suavísimo en las plazas
cuando los mendigos rodaban un miserere injusto
y una colonia de hibiscos acolchonaba tus pasos
en el ritmo tibio de tu vientre
Los niños mordían tus dedos buscando el agua
bajo un hilo de techos derritiéndose
trepaban por las luces de los árboles
tocaban tu sonrisa
librando con la lengua los colores
que regalan tus pezones infinitos


Porque a veces viajamos a la sombra

cuando callás
y solos
con la boca colgando por el viento
de hombres espesos como el frío
caminamos en el borde de la espina


Indecible Abedul Profundo

queremos ser un grano en el olor de tus resinas
una cresta en la abundancia de tus ojos
y penetrados con pequeñas claraboyas
la más fálica locura de la roca


III

Que se ponga el filo
que esta carne no tocó las nubes
y con dulzura de hierbas
hay hongos que cegando la morada
roen puertas fresquísimas
con caricias de arroyo
El ojo tiene estancias dignas de las bestias
y un corazón vertical

Cómo pude soplar tan hondo y después
Que los peldaños son densos y poco el aire
que las manos se apagan soñando el campo
Siempre habrá idiotas con corazón de pez

Que se ponga el filo
y de esta higuera un segundo

(Ni tan interludios en el convento)


Para Virginia Miller:
perdón por la humanidad

Sobre Los ángeles no caen del cielo de Virginia Miller
                        
I

Cada pluma del ángel es un árbol sofocado

Baja en la punta del lago labios profundísimos
como bendiciendo entre migas fluorescentes
la lluvia plateada de otra tierra
perdonando con sal
la amarillísima sed de la bestia
tendida en racimos de hormigas fósiles

Y tembló tu cáscara perfecta

Una copa insoportablemente agria
baja a la noche con cráteres perdidos
a escarbar violento en esa sola fuente
Desde el hueco de mi casa
veo a una niña temblándole el perfume
y a un caníbal que afilándole la espalda
cree exprimir su santidad
grita desde el llanto de la puerta
y rotísimas responden tus caderas
resignando en cada mancha
un pedazo de niña
El ala moría para transformarse en canto
y una eternidad naciente
abre al fin tu palma verde
para bendecir el aire

De la asfixia resucitan tus alas

En el tiempo y en vos la luz empuja
lentamente amamantándote La Fuente
que en estación baña tus bosques
Los hijos de la luz muerden la niebla antes del parto
Sólo curando la sombra
de zumo cada pluma dará vida


II

Tus regalos / deberían de llegar
Fito Páez

Creo a tu corazón más que al volcán de tu cintura
creo en vos
que sé de los regalos de tu médano
y de una humanidad mirándose en tu lluvia
De tus mañanas y tus restos
danos pan
Alma silenciosa de los árboles
que tus algas vuelvan recreándose en la espina
Yo
castamente ofrezco mis manos densas
mi espalda húmeda y martillada
para hundir serenamente la tormenta
Madre de los hombres fértiles


Hola Roberto (Sobre Bienvenido Bob de J.C. Onetti)

Bienvenido Bob a esta tierra del hombre

donde la luna engorda con arrugas dolidas
con el pan sin techo golpeándote la sien
y en la estación de la mística
un gato idiota grita
como si el hombre existiera
De un puñadito de arcilla
te conectabas al aire
acogotándote el tiempo
para estorbar la lluvia
Pero la barba se acerca
y tu calzoncillo mancha
inventando la nostalgia de los colores puros
donde la fe diluida mantiene el movimiento
Bienvenido Bob a esta tierra de pobres
para los ciegos verdes y latidos quebrados
con adjetivos secos
de cantinas comunes
y mostradores angostos para esperar tu talle
donde el amor es verdad cuando se traga la vida



Sobre Jacob y el otro de Juan Carlos Onetti


I

Santa María tiene un río
y un chivo rengo con la inmortalidad escondida en un árbol gris
Un gigante roto mastica el tiempo sobre el altar
con la falange en la dimensión del oro
donde revienta el hocico para que nazcan los hombres


II

Lili Marleen es un pétalo en el farol lejano
cuando los tendones maltrataban unos gramos de hombres
con arroz en el cinto
miel en las cuerdas
y la anestesia de las palmas
con un verde hediondo para el vestido de mi madre
Vor dem grossen tor
Lili Marleen
y se escondió la campana en lo duro del umbral
Estoy llorando en paredes desconocidas
esperando
siempre estoy esperando
que vengas como un búfalo
como una llave de arena
y te vuelvas un río con las piernas espesas
que se lleve tus ojos de la botella púrpura
Lili Marleen no es mujer
Lili Marleen ya es un vientre con especias estáticas
que el hombre escaso reparte con su sombrero tibio
y la sonrisa calculada en la periferia de un grano

Ya no más Lili
Me parecés una virgen con los pechos a medias


III

Perdón Lili perdón
esta honestidad de bestias me revuelve la lengua
Con el croar gris de las tablas
la tinta desparramándose en los ojos
mientras La Cosa fosforece en la plenitud del vaso
como un elefante roto despeinándome por dentro
que llevará mi arteria cuando despierten los árboles
y ya no escalaré tu tiempo dislocado

Es necesario
descoser la sombra acurrucada entre los dedos
para encontrar la punta en lo que mueve
y voltear el material de las estrellas
antes que el tejido de pequeños olores
se disuelva en lo abrazos del gigante de la yerba
Te aseguro Lili
la frente está ya puesta y es La Cosa como el búfalo

Si el olfato no choca en la raíz del oro
tu vientre será siempre un gramo de mi espalda




2007-2009

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